Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Investir o adelantar las elecciones se decidirá en Ferraz

La endiablada matemática deja la pelota en el tejado del PSOE. No hay más. Por mucho que otras formaciones traten de sacar la cabeza, al final será Pedro Sánchez quien decida si permite la investidura de Mariano Rajoy, aunque sea para castigarle durante una breve legislatura, o si le condena a nuevas elecciones. Así que la pregunta clave es la siguiente: ¿le interesa a Ferraz adelantar los comicios y que ni siquiera llege a investirse un Gobierno? Más allá de esta interrogante solo subyace otra: cuál será la reacción de los señores que no se presentan a las urnas pero que deciden bastante más que los congresos. O dicho de otro modo, si el «establishment» europeo, la Troika y las grandes empresas consideran que repetir comicios podría ser una oportunidad para apuntalar la «estabilidad» o prefieren sacrificar una pieza clave como el PSOE para mantener el estatus quo.

Con los números en la mano, al PP solo le queda la abstención de Albert Rivera y Pedro Sánchez para que Rajoy siga instalado en la Moncloa. No hay más opciones. En el otro lado, Ferraz podría intentar un Gobierno «a la portuguesa» pero tampoco le salen los cálculos. Para lograr la mayoría absoluta necesitaría sumar a Podemos y sus alianzas, Unidad Popular, ERC y PNV. Una entente poco probable si tenemos en cuenta que los republicanos catalanes se deben a la hoja de ruta soberanista que el PSOE rechaza. Aún se podría hilar fino y pensar en el «sí» jelkide avalado con abstenciones del resto. Pero eso también implicaría un Ejecutivo cogido con pinzas y sin capacidad para desmontar la estructura legislativa impuesta por cuatro años de rodillo de derecha española. Es evidente que las decisiones importantes se postponen.

En esta coyuntura hay que ver a quién le beneficia un adelanto electoral. O, al menos, qué formaciones no la verían con malos ojos. El PP podría aferrarse al discurso de «nosotros o el caos» y es bastante probable que recuperaría parte de la fuga que se fue a Ciudadanos. El PSOE podría vender «firmeza» frente al PP y tratar de apuntalar esa imagen de «alternativa». Aunque en términos de escaños ha quedado muy por encima de Podemos, la formación de Pablo Iglesias se ha quedado a 400.000 votos. Un suspiro. No queda claro cuál sería el comportamiento del electorado de los círculos en caso de que se volviesen a repetir las elecciones. Sí que parece seguro que Ciudadanos se vería perjudicado.

Al final, la decisión está en Ferraz. Y ahí operan tanto elementos internos como externos. En casa hay que tener en cuenta el papel de Susana Díaz, que representa un cuarto de los votos del PSOE, que se han obtenido en Andalucía. Muchos barones rechazan pactar con Podemos si estos mantienen su defensa del «derecho a decidir». Hacia fuera, los compromisos con Europa pueden ejercer como losa y condenar a Sánchez a una abstención «in extremis». Sin embargo, la abstención supondría «pan para hoy y hambre para mañana», ya que el PSOE se condenaría al «sorpasso» por prestarse a una «gran coalición» aunque fuese por omisión.

Afirmar que «es al PP al que le corresponde formar Gobierno» no es más que una obviedad que sirve para ganar tiempo. Pero en algún momento a Sánchez le tocará tomar decisiones. 

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