Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

La memoria selectiva

Llevo toda la semana intentando adivinar cuántos de los que claman ahora por la libertad de expresión en el Estado español se acordarán de que hoy se cumple el décimo aniversario del cierre de Egunkaria. Lo digo sin acritud, pero con la triste certeza de que serán menos de los que me gustaría. Tampoco creo que haga falta recordar qué es lo que ocurrió a partir de que decenas de guardias civiles irrumpiesen en la sede del rotativo y arrestasen a diez de sus directivos (de los cuales varios denunciaron torturas).

Por si alguien tiene un súbito ataque de amnestia, aquí puede leerse la entrevista que hoy publica Maider Iantzi en GARA con Iñaki Uria, exconsejero delegado del periódico clausurado y víctima de los malos tratos en comisaría.

Su titular:

"Para “Egunkaria” no ha habido reparación, sino todo lo contrario".


Como somos amigos de la memoria selectiva y la impunidad ha corrido un velo de indiferencia hacia el castigo colectivo a los vascos, dejaré algunas de las reacciones que se soltaron entonces. No han perdido su capacidad de provocar repugnancia. Los hay de extremo centro y también pseudoprogres. Todos comparten frente en el norte.

 

Otro ejemplo de que la indiferencia y el desprecio no llegó solo desde la derecha española. Aquí, Fermin Muguruza es abucheado por dedicar el premio a los trabajadores de “Egunkaria” en la gala de los premios de la música del Estado español.

 

 

En este otro, nuevamente, periodistas celebrando el cierre de medios de comunicación con la curiosa excepción de Luis María Anson, entonces director de La Razón.

 

 

Podría terminar este post aquí. Porque la desmemoria es una de las reglas del juego que el unionismo intenta imponer, precisamente ahora, cuando la mayoría de la sociedad vasca aspira a una resolución justa. Paso por el twitter de Laura Mintegi, portavoz de EH Bildu en el parlamento de Gasteiz y encuentro esta llamada de atención.

 

 

Traducción: Toda, Salutregi, Zalakain, Trenor, Gorostiaga, Murga (2), Intxauspe, Alegria y Elkoro, de Egin, están presos desde 2007.

 

 

 

Egin, Ardi Beltza, Kale Gorria o la web Apurtu. Periodistas encarcelados, policías irrumpiendo en medios de comunicación para echar la persiana. Todo ello en los últimos 15 años. Como dice Uria, no hubo reparación para “Egunkaria”. Tampoco para el resto de medios clausurados, algunos de cuyos miembros siguen en prisión. Nuevamente, tenemos que recordar que, aquí y ahora, en el Estado español, en el siglo XXI, hay informadores o directivos de un antiguo rotativo que nunca debío de ser cerrado que permanecen encarcelados por su labor informativa. No es Turquía ni Israel, es el Estado español. Como entonces, unos siguen aplaundiendo la cárcel para la disidencia y otros miran a otro lado porque denunciarlo no les viene bien en la agenda.

Me preguntaba un colega español sobre qué ganaba recordando la amnesia selectiva. Supongo que hay momentos en los que uno necesita hacer catarsis, buscar un ápice de empatía y, al no encontrarla, reclamarla en voz alta. Y asumo que señalar con el dedo no suele ser la mejor manera de generar sinerias. ¿Y cuál es es manera? Creo, sinceramente, que para un proceso de resolución habrá que asumir los dolores causados y nuestra forma de mirar al "otro". A los múltiples otros. Estoy seguro de que será positivo, tanto en Euskal Herria, como para el Estado español. Y comparto, lógicamente, que corresponde a los diferentes actores dar los pasos adecuados. A todos, por supuesto. Claro, que hoy era un buen día para que todo el abanico de "los unos", dijese algo sobre su apoyo o comprensión al cierre de periódicos. O, si siempre lo rechazó, recordase la injusticia. Por desgracia, ha pesado la amnesia selectiva.

Hoy Rajoy ha hablado de los "daños irreparables" de acusaciones sin pruebas. Y yo, que ya venía enfadado de casa, he vuelto a sentir la soledad y la incomprensión.

 

 

 

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