Beñat Zarrabeitia

Las más resilientes, las mejores

 

El Athletic vuelve a ser campeón tras nueve años de sequía. Las jugadoras de Joseba Agirre han hecho frente a todas las adversidades, llegadas en su mayoría en forma de graves lesiones, y a un excelente rival como el Barcelona. El triunfo abre a las rojiblancas las puertas de la próxima edición de la Champions League y debería de acarrear una nueva mejora en la situación contractual del equipo.

 

 

La profesionalidad es absoluta en lo que a método, trabajo, esfuerzo, actitud y aptitud se refiere. Sin embargo, las futbolistas del Athletic todavía no disponen de la remuneración económica que les permita vivir únicamente del fútbol, aunque es cierto que se hayan dado pasos en ese sentido. Una situación de desigualdad que merece ser subsanada de forma inminente. Reforzando así la apuesta del club por el equipo femenino, respondiendo a una necesidad deportiva y social. En las últimas horas el debate se ha centrado en torno a la utilización de la Gabarra, generando todo tipo de opiniones, pero el quid de la cuestión reside en otro punto: ¿Se puede permitir una institución del poder ciudadano que tiene el Athletic, con 90 millones de euros de presupuesto, tener un equipo femenino sin dedicación exclusiva y sin remuneración económica completa?

Son los retos para el futuro de un equipo que cuenta con un presente deportivo esplendoroso. Campeonas a falta de un partido, las leonas han sumado su quinto título de Liga. 78 puntos en 29 jornadas, con 25 victorias, 3 empates y una única derrota, la cosechada en Vallecas. Anotando 74 tantos y encajando solamente 13. Una solidez defensiva que ha sido determinante para obtener el campeonato. El retrato de un equipo solvente, solidario, esforzado, capaz de minimizar al rival y maximizar sus virtudes. Tirando de carácter, pero también de calidad. Abriendo el campo, moviéndose entre líneas y con un poderoso juego a balón parado. Las numerosas lesiones han sido suplidas con la participación de futbolistas muy jóvenes, algunas en plena adolescencia.

 

 

Lo decía Ainhoa Tirapu, «no tenemos las mejores individualidades, pero somos el mejor equipo». Una frase que encierra un profundo convencimiento en el trabajo colectivo de todo el grupo, futbolistas y cuerpo técnico.  Una conjunción perfecta que ha sido capaz de renovar las ilusiones y capacidad competitiva que de una escuadra que había dado señales de agotamiento al final de la etapa de Juanlu Fuentes como entrenador.

De la mano de Joseba Agirre, a quien los que conocen de cerca no dudan en calificar como «un cachondo», antiguo jugador del Athletic, Burgos, Celta o Alavés, ha sabido reactivar al grupo. Apoyado en colaboradores como Bingen Arostegi, experto en manejar vestuarios y que consiguió el título de Copa con los juveniles en 2010 -tras casi dos décadas de sequía- ante el Real Madrid de Lucas Vázquez, Carvajal, Pablo Sarabia o el actual portero albiazul Fernando Pacheco. En el equipo rojiblanco estaban Guillermo, Ruiz de Galarreta, Bustinza, Aurtenetxe, Saborit o Unai Bustinza. Junto a ellos un equipo imprescindible colaboradores como el entrenador de porteras Manex Sagarna o la preparadora física Edurne Burgoa. El cuerpo técnico lo completan Javier Iglesias, Gontzal Diaz-Beitia, Germán Crespo, Nerea Díaz, Itziar Muriel y Rafa Maza.

Durante una de las tertulias del programa Harrobia de Hamaika Telebista, Rayco Sánchez, el autor del blog Opio Errebeldea, definía al equipo como «resiliente». Una puntualización clarividente. Atendiendo a la definición de la RAE, la resiliencia es «la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos». Algo que le viene como anillo al dedo a la plantilla del Athletic.

La maldición del cruzado

Desde el inicio de la temporada, el parte médico del equipo dejaba bien claro que las cosas no iban a resultar sencillas. Amaia Olabarrieta y Saioa González arrastraban lesiones que les habían impedido jugar en la temporada anterior, ambas debido a la rotura del ligamento cruzado. Ninguna de las dos ha podido jugar ni un minuto en el presente curso, anunciando su retirada. El club les tributó un emotivo homenaje antes del partido contra el Oiartzun el pasado mes de mayo. El acto contó con la presencia de todas las integrantes de las dos primeras plantillas femeninas y del presidente Josu Urrutia.

Al igual que Saioa y Amaia, Irune Murua y Eztizen Merino tampoco pudieron empezar la temporada ya que no habían terminado de recuperarse de sus dolencias, también derivadas de la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla. Especialmente sangrante en el caso de Murua, ya que era la segunda vez prácticamente consecutiva que sufría la misma lesión. Afortunadamente para ambas, han podido volver a sentirse futbolistas, tener minutos a final de temporada, el gesto de rabia de Eztizen después de marcar el sábado ante el Oviedo Moderno evidenciaba la rabia y sufrimiento acumulado. El derivado de una larga y dura recuperación en silencio.

El inicio de la presente temporada tampoco arrojó buenas noticias. Alazne «Txiki» Gómez se partía también el maldito cruzado, mientras que la portera Jone Guarrotxena sufrió una una rotura de menisco que precisó de intervención quirúrgica. Eli Ibarra, Erika Vázquez, Maite Lizaso o Ainhoa Álvarez también arrastraron molestias en el inicio del curso.

 

 

Al tiempo, el equipo comenzaba a acumular una espectacular racha de resultados que le permitió alcanzar el liderato. La delantera Nekane Díez era una de las puntas de lanza del Athletic, siendo la máxima goleadora. Sin embargo, su trayectoria se truncó a finales de 2015, durante la celebración del partido entre Catalunya y Euskal Selekzioa. También se rompió el ligamento cruzado anterior, en este caso de la rodilla izquierda. Se perdía así lo que restaba de temporada. El combinado vasco viajó el mismo día a Barcelona, comió en el hotel y fue al campo prácticamente recién terminado el postre. Una circunstancia que no debería repetirse. Por respeto a las futbolistas. El tramo final de la temporada, Irene Paredes se lesionó también durante una concentración con la selección española.

Joana Flaviano que retornaba al equipo después de haber pasado una temporada en el Torres Calcio de Cerdeña, tampoco se libró de los problemas físicos. El primer fin de semana de enero, apenas seis minutos después de saltar al césped frente al Atlético de Madrid en Lezama, se retiraba del campo llorando y con ostensibles gestos de dolor. Lesionada, lleva más de cuatro meses de baja y no ha podido volver a disputar minutos en la segunda vuelta. Empieza a ver la luz al final del túnel después de haberlo pasado realmente mal.

Talento y compromiso intergeneracional

La larga lista de ausencias y los inconvenientes saltan a la vista, pero todo el grupo ha hecho de la necesidad virtud. Paso a paso, con la mente puesta en la consecución de un billete para la Champions League y el convencimiento de que encajando menos de 15 tantos era posible obtener el título de Liga. Unidas en lo emocional, capaces en lo deportivo, han sido capaces de afrontar la presión que suponía tener al Barcelona y el Atlético como perseguidas, los dos equipos de la Primera femenina con estructura totalmente profesionalizada.

Después de abrir brecha, tropiezos como el empate ante el Levante en Lezama o la derrota, muy protestada por el arbitraje, en Vallecas redujeron la distancia sobre las blaugranas a un único punto. Sin embargo, las leonas han conseguido encadenar nueve victorias consecutivas, trasladando la presión a Barcelona. Tanto, que las catalanas acabaron sucumbiendo contra todo pronóstico ante un Atlético ya descolgado.

Durante la segunda vuelta, todo el grupo era consciente de la dificultad que iban a entrañar los partidos a domicilio. Las rojiblancas debían visitar las instalaciones del Valencia, Barcelona, Espanyol, Real Sociedad y Atlético de Madrid, desplazamientos en los que se iban a jugar la Liga. Y ahí ha llegado el salto de calidad de un equipo que se había familiarizado con dolorosas derrotas como la de la Liga 2013 en San Mamés o la final de Copa de 2014 en los penaltis.

 

 

El paso adelante ha sido notable, uniendo una admirable fortaleza mental a su calidad. El saldo de los mencionados partidos fuera de casa ha resultado espectacular: Cuatro triunfos y un empate ante el Barça en el Mini Estadi. Encuentros en los que el equipo ha sabido sufrir, especialmente en los últimos minutos, frente a los envites de los rivales o los problemas ocasionados por las tarjetas. Los tres puntos conseguidos en El Cerro del Espino ante el Atlético han resultado fundamentales para apuntalar el título. El gol de Irene Paredes a la salida de un córner, el noveno de la legazpiarra, ha valido su peso en oro.

Apoyados en una estructura formada por futbolistas que superan la treintena como Ainhoa Tirapu, Iraia, Maite Lizaso, Vanessa Gimbert, Eli Ibarra y Erika Vázquez, han emergido otra serie de futbolistas determinantes. La mencionada Irene Paredes es probablemente la jugadora con mayor calidad del equipo. Elegante, con buena salida de balón, muy buena al cruce, aporta un plus debido a su dominio del juego aéreo tanto en defensa como en ataque.

Garazi Murua, de vuelta tras su paso por la East Tennessee State University de EEUU, se ha consolidado como una jugadora imprescindible en el eje de la zaga. Eunate Arraiza en el lateral izquierdo ha sido otro de los pilares, jugando todos los minutos de los 29 choques disputados. Un puesto para el que inicialmente fue fichada Ainhoa Vicente Moraza. Sin embargo, debido a las ausencias, el puesto de la donostiarra fue adelantado al ataque, mostrándose como una de las jugadoras más incisivas del equipo. Abriendo el campo, apareciendo entre líneas y con una gran capacidad para aparecer en el área. Una de las revelaciones del curso.

Y qué decir de Yulema Corres, la gasteiztarra es la máxima goleadora del equipo, respondiendo con creces a la confianza otorgada por el cuerpo técnico. Aprovechando sus oportunidades, en ausencia de Erika primero y de Nekane después, hasta convertirse en la referencia como nueve rojiblanca.

El segundo bloque de futbolistas ha sido compuesto por jóvenes promesas que han sabido aprovechar su momento. La irrupción más destacada ha sido la de Maite Oroz, con una capacidad innata para llegar el balón pegado al pie, el regate y el control. La navarra ha anotado cinco tantos, convirtiéndose en una pieza clave en el éxito colectivo. Prueba de la apuesta es el hecho de qué durante los últimos minutos del partido disputado ante el Barcelona en el Mini Estadi, el Athletic concluyó el partido con una línea de ataque formada por Jone Ibañez, Leia Zarate y la propia Maite Oroz. La primera nació en 1997, las otras dos en 1998. Ainhoa Álvarez y Maddi Torre han cumplido cuando se les ha requerido para tareas defensivas y la portera Aitziber Corrales ha aguardado a la sombra de Ainhoa Tirapu mientras Jone Guarrotxena se recuperaba de su rotura de menisco. Caso aparte merece Damaris Egurrola, nacida en 1999 y que con apenas 16 años ha tenido opciones en cinco partidos.

 

 

Es la radiografía de un equipo campeón, que ha recibido el tributo popular en la jornada de hoy en Bilbo, al que todavía le quedan objetivos deportivos. Buscarán el doblete en la Copa de la Reina, trofeo que se disputará en Las Rozas desde el próximo 18 y 19 de junio con los cuartos de final a partido único. Los equipos vencedores disputarán las semis el día 24, mientras que la final será el 26. Las escuadras clasificadas son Athletic, Barcelona, Atlético, Levante, Real Sociedad, Granadilla Tenerife y Sporting de Huelva.

La Gabarra no puede ser un tótem

El apoyo social recibido por el equipo delante del Ayuntamiento y la polémica surgida en torno a la gabarra no debe impedir ver la realidad. El Athletic fue pionero a la hora de crear un femenino, la idea del difunto Javi Uria cuajo merced a la absorción del Leioa. Han pasado 14 años desde entonces y las rojiblancas han conseguido 5 títulos de Liga, unas cifras incontestables. Al igual que lo fueron las multitudes reunidas en San Mamés durante los primeros años de andadura. Una ola que provocó que otros equipos con equipo masculino de élite decidiesen poner en marcha sus equipos femeninos. Es el caso del Barcelona, Atlético, Valencia o Real Sociedad.

Fue precisamente bajo la presidencia de Ana Urquijo, la única en la historia del club y la primera directiva de la historia en 1990, cuando se celebró la primera celebración popular del Athletic femenino. Fue en 2007, siendo un importante éxito social, hasta hoy.

El debate surgido en torno a la Gabarra tiene mucho de artificial. Es absolutamente cierto que el club podría haber tirado de imaginación para realizar una celebración más novedosa. Quizá, por el mar, con un recorrido acotado entre Zorrotzaurre y Marzana. Podría haber sido una opción a estudiar, conocedores de todas las dificultades técnicas que entrañan ese tipo de celebraciones. Finalmente, la celebración ha sido idéntica a la de los hombres con la Supercopa. Incluida la visita a la Basílica de Begoña, pese a que el club cuenta en Euskal Herria y fuera de nuestras fronteras con hinchas con todo tipo de creencias o ausencia de las mismas.

 

 

El Athletic celebró los títulos de 1983 y 1984 de una forma novedosa, haciendo realidad la famosa rumba que dice aquello de que «por el río nervión bajaba una gabarra». Fue una idea del entonces gerente Fernando Ochoa, para festejar el inmenso éxito que suponía volver a ganar la Liga 27 años después. Fue en Las Palmas y de manera un tanto inesperada debido al tropiezo del Real Madrid en Valencia. A partir de ahí se desató la locura, incluyendo la invasión de las pistas del antiguo aeropuerto de Sondika.

Eran tiempos difíciles, de reconversión industrial, paro, efectos de la entrada de la droga, los conocidos como años del plomo o la guerra sucia. Al ritmo del Rock Radikal Vasco, con expresiones populares como Aste Nagusia en forma de punto de encuentro, la desgracia se cebó con Bizkaia con las inundaciones de 1983. Apenas unas semanas de ganar la Liga en Las Palmas. La situación provocó la apoteosis de mayo de 1984. El doblete del Athletic, el hecho de ganar también la Copa fue determinante para que la Gabarra saliese finalmente. La fisonomía con la que contaba entonces la Ría, las fábricas, astilleros, barcos o los trabajadores con sus buzos son parte del pasado. El Puente de Deusto no se puede abrir ni tampoco hubieran obtenido los permisos pertinentes las traineras o todas las embarcaciones que acompañaron a la Gabarra durante sus 13 kilómetros de recorrido.

 

 

Es más, la Gabarra utilazada entonces se encuentra definitivamente aparcada en el Museo Marítimo y no volverá a navegar. En 1985, antes de la final ante el Atlético estuvo atracada en El Abra, pero la derrota la escondió para siempre. Los 24 años que se pasó el equipo masculino sin poder jugar una final hicieron que las ganas de presenciar un modelo de celebración que ha adquirido tintes casi místicos.  Existe una generación entera que apenas ha visto la Gabarra en fotografías o vídeos, queriendo vivir algo así alguna vez en su vida. Deseos que se han multiplicado debido a las tres finales de Copa perdidas en siete años o por la decepción que supuso la derrota ante el Atlético en Bucarest. Finalmente, el título, 31 años después, llegó con la Supercopa, quizá en el momento más inesperado. Absolutamente merecido de cualquier forma.

Las imágenes de los ochenta son irrepetibles, por mucho que contásemos con instantáneas ante el Guggenheim o el Euskalduna, son tiempos distintos, sociedades distintas. El Athletic, el mismo nexo de unión. No obstante, hay que tener 40 años para tener alguna noción de lo ocurrido entonces, superarlos para ser plenamente consciente de lo que supuso aquella celebración. Es más, hay que tener en cuenta qué de haber ganado la Copa de 2015, la embarcación utilizada hubiera sido el BilboAts.

La gabarra no puede considerarse un tótem en torno al Athletic, ni en hombres ni en mujeres. Y si se quiere incluir el elemento de la tradición, lo habitual en el club era ir en un camión descapotable desde Zeanuri hasta Bilbo pasando por todos los pueblos del herrialde. No cabe duda que las celebraciones y los actos populares tienen un componente simbólico fundamental y que en el fondo gozan de un importante efecto sobre el imaginario colectivo. Pero no es el quid de la cuestión en este tema.

 

 

El Athletic ha hecho un trabajo fabuloso como lo hizo en 2013 cuando se le escapó la Liga en el último suspiro o cuando un año después Irene Paredes falló un penalti en la final de la Copa de la Reina. Es la vida, es el fútbol. Los detalles marcan la diferencia. Y los detalles deben de cuidarse en el césped y los despachos. Por eso, es importante que en el día a día se tenga en cuenta al equipo femenino, no únicamente para sumarse al carro o al coro cuando gana. Por supuesto, hay que aplaudir a las miles de personas que han participado en el homenaje de esta tarde.

Motivos para el optimismo, no para la autocomplacencia

La cuestión fundamental reside en una discriminación estructural. Es un hecho que según denunciaron los sindicatos UGT y LAB recientemente, la brecha salarial entre hombres y mujeres en la CAV es de alrededor de un 25%. En 2013, por ejemplo, los hombres cobraron una media de 30.000 euros mientras que las mujeres 22.700. Una diferencia de más de 7000 euros anuales. La brecha se agranda en lo que se refiere a Nafarroa, según la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto de Estadística del territorio, la diferencia es de más de un 30% en favor de los hombres.

Se calcula que en el mundo, alrededor de 30 millones de mujeres que cuentan con ficha federativa aunque el número que lo practican es mucho mayor. En EEUU existen cerca de un millón de licencias oficiales, pero la cantidad de jugadoras sube hasta los siete si se tiene en cuenta a las féminas que disputan encuentros en torneos escolares, universitarios, empresariales u otras Ligas. En China pasa algo parecido, ya que pese a tener un volumen pequeño de fichas, se estima que existen más de dos millones de chicas que juegan al fútbol. En Alemania ocurre algo similar. En lo que a porcentajes se refiere, en Islandia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Holanda el número de licencias supera el 0,51% de la población total.

 

 

Cabe recordar que recientemente el Senado de EEUU, a propuesta de la senadora Demócrata Patty Murray, en la que se instaba a que la Federación estadounidense equiparase los premios obtenidos por los hombres y mujeres que defienden la camiseta de los yanks. La medida responde a la denuncia presentada por varias jugadoras del equipo después de ganar el Mundial de 2015 y no contar con unas primas acordes a las que gozaban los hombres para la copa del mundo de Brasil.

En el Estado español se estima que hay cerca de 40.000 mujeres con ficha federativa, pero apenas 48 -cifra ofrecida por el periodista y escritor Martí Perarnau en su blog- pueden considerarse profesionales con dedicación exclusiva. Es decir, que viven del y para el fútbol. Las plantillas del Barcelona y el Atlético de Madrid entran en dicho bloque. Jugadoras como Verónica Boquete en el Bayern de Múnich, Natalia Pablos, Virginia Torrecilla y Vicky Losada en el Arsenal o Virginia Torrecilla en el Montpellier han buscado acomodo y mejores condiciones en otras Ligas. Otros clubes como Chelsea, Manchester City, PSG, Lyon, Wolfsburgo, Brondy, Slavia de Praga o Lillestrom han hecho una fuerte apuesta por sus equipos femeninos en los últimos años. Compitiendo contra escuadras de fuerte tradición como el Rosengard sueco o el Frankfurt alemán.

 

 

Existen motivos para ser optimistas de cara al futuro, como por ejemplo en el crecimiento del número de fichas federativas entre las menores de 18 años. Algo que se nota también en Euskal Herria, unido a una mejora de las estructuras y tecnificación. La presencia de Athletic, Real Sociedad y Oiartzun en Primera es reflejo de ello. Pero tampoco hay que olvidar que una de las primeras medidas adoptadas por Osasuna en medio de su crisis económica fue suprimir su equipo de mujeres. Hecho que unido al descenso del Lagunak dejó al fútbol femenino en Nafarroa en una delicadísima situación. Algo que actualmente intenta revertir el Mulier.

Otra buena prueba de ello son los éxitos de la selección española sub 17. Asimismo, en cuento a la Primera división se refiere, la LFP busca crear mecanismos para profesionalizar la competición, incluyendo la entrada de un patrocinador principal como Iberdrola, el reparto de los derechos televisivos y la emisión de dos partidos en abierto durante la temporada 2016-2017. Más de 300000 personas vieron en Youtube el partido entre Atlético y Athletic, mientras que el choque de Lezama ante el Oviedo Moderno obtuvo un 6,2 de share en ETB4, un récord histórico para el canal. Otros elementos simbólicos como la inclusión de equipos femeninos en el videojuego FIFA16 también han evidenciado ciertos avances.

Sin embargo, no hay que olvidar lo que ha sido y continúa siendo una realidad. Lo describía a la perfección la exjugadora del Santutxu o del Barakaldo Garazi Muniain en un reciente artículo publicado en el portal geuria.info: «Entrenamenduetarako ordutegi txarrenak neskentzat ziren, esperientzia gutxiko arbitroak nesken partiduetara bideratzen zituzten, mutilen ekipamenduaren sobrak neskek hartzen zituzten, bertoko aldizkarietan bigarren plano batean agertzen zen emakumeen jarduna kiroletan…”. O lo que es lo mismo, «los peores horarios de entrenamiento eran para las chicas, enviaban a los árbitros sin apenas experiencia a los partidos femeninos, la ropa que sobraba a los chicos era para las mujeres, en los medios locales el trabajo de nuestros equipos aparecía siempre en un segundo plano… ».

 

 

¿Qué legado queremos dejar? Un reto colectivo

Es necesario enfocar la cuestión huyendo del paternalismo y la demagogia. No se puede reducir a la mera comparación de escenarios desiguales, incluso escandalosamente desiguales. Ni tampoco se puede caer en tópicos como decir que con la supresión de una ficha de un jugador suplente de un equipo masculino de élite se puede mantener a uno femenino completo. Al igual que es absolutamente imprescindible desterrar la cantinela de que los equipos de mujeres no son rentables o no generan dinero como para mantener una estructura profesional. Ya que se trata de un argumento muy socorrido con los equipos femeninos pero intencionadamente obviado a la hora de valorar a secciones masculinas de baloncesto, hockey o balonmano con los que cuentan determinados clubes de fútbol.

Nadie puede dudar que el Athletic ha dado pasos positivos en los últimos tiempos. La regularización de las jugadoras como cotizantes en la seguridad social, la creación de fichas para todas, el aumento de un 10% en la remuneración que reciben, la ayuda a la hora de obtención de puestos de trabajo, becar a las jugadoras que cursan estudios o emplear en el club en puestos acordes a su capacitación académica. Asimismo, el patrocinio de Euskaltel ha supuesto también un empujón importante. Son datos absolutamente ciertos, como lo es el hecho de que preside la junta directiva con más mujeres en la historia del club, con seis.

Pero falta subir un escalón más, trascendental, y hay que hacerlos solos, sin la ayuda de ninguna institución pública, que bastante apoyo han otorgado ya al club en los últimos años. Sea mediante patrocinio, bien mediante la asunción compartida del gasto de la construcción del nuevo estadio. Es más que probable que el Athletic tenga un presupuesto superior a los 100 millones de euros en 2017. Por tanto, es más que necesario que una partida del mismo garantice la dedicación exclusiva y la remuneración suficiente como para vivir del fútbol para todos los integrantes del equipo femenino. Nadie habla de cifras concretas, aunque partir de los 1200 euros que la mayoría sindical vasca sitúa como punto de partida para vivir sin estrecheces, sería un buen suelo.

El triunfo en la Liga debe servir para abrir puertas, también de patrocinadores, y comenzar una nueva etapa. El grupo lo merece y socialmente resulta inexcusable, el papel del Athletic saldría reforzado ante la sociedad. La misma que debe de acompañar al equipo cuando vengan mal dadas y la que debe de contar con una información digna y equilibrada por parte de los medios durante toda la temporada. El reto es colectivo y el equipo femenino del Athletic nos ha puesto el listón muy alto. A todos y todas.

 

Beñat Zarrabeitia

 

Argazkiak: Athletic Club, Argazki Press, LFP, FC Barcelona, Roberto Zarrabeitia eta Beñat Zarrabeitia