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La epidural no es inocua

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“Parir con dolor es cosa del pasado”, “¿por qué sufrir si podemos evitarlo?”, “tú no te quitarías una muela sin anestesia, ¿verdad?”…

Estas son las frases típicas que suelen esgrimir quienes defienden con cerrazón la utilización de la epidural en el parto.

Es muy difícil hacer entender a quienes creen que la epidural es una bendición para las mujeres de parto, que no es inocua y que puede afectar negativamente al desarrollo del mismo. A pesar de ello, no me resisto a intentar bajar a la epidural del pedestal en el que injustamente la hemos colocado entre todos.

¿La epidural es eficaz para paliar el dolor en el parto? Sí.

¿La epidural es el método más seguro contra el dolor durante el parto? No.

Y es que no es lo mismo que nos metan esta sustancia en el cuerpo para operarnos los juanetes o una rodilla, que durante el nacimiento de nuestros bebés. Hay una serie de consideraciones a tener en cuenta a la hora de pensar en la utilización de la epidural de cara al parto:

** La primera es que el parto es un proceso fisiológico, no patológico. Cuando alguien ha de someterse a una operación por alguna dolencia, pongamos por ejemplo una apendicitis, no tiene más que hacer que adoptar una actitud pasiva: tumbarse en la mesa de operaciones y dejar que los cirujanos hagan su trabajo. Sin embargo el parto es un proceso activo y dinámico, en el que tanto el cuerpo de la mujer como el bebé trabajan y han de recorrer juntos distintas fases. Necesitan poder sentir en qué punto se encuentran para adecuar sus posturas, movimientos, ritmo, respiración, etc., según el momento. Pero con la epidural eso se pierde, pues en muchas ocasiones, no solo elimina el dolor, sino también cualquier otro tipo de sensaciones e incluso la movilidad, pues se suele mal-utilizar como anestesia, en lugar de simplemente como analgesia.

** La segunda es que utilizar epidural supone siempre medicalizar el proceso. Ralentiza el parto, lo que lleva de forma casi obligatoria a la administración de oxitocina sintéticapara agilizar las contracciones, lo que puede ocasionar que el bebé tenga sufrimiento fetal, por no poder soportar el ritmo y la intensidad de estas contracciones provocadas artificialmente. La epidural requiere además de monitorización fetal continua, lo que supondrá, en caso de que no se disponga de monitor inalámbrico, que se verá comprometida la movilidad de la mujer, que deberá estar atada al monitor mediante cables, con lo que esto conlleva de incomodidad, dificultad para el descenso del bebé, etc. Y aunque este no fuera el caso, lo más probable es que se limitase de todas maneras la movilidad de la mujer por precaución, para que no se caiga si sufre algún mareo, por bajada de tensión o por que le fallen las piernas. 

** La tercera es que hay que saber ponerla en el sitio justo, en el momento justo y en la dosis justa, cosa que no es fácil y que, sin embargo, en el caso del parto es muy importante, pues ponerla demasiado pronto, o demasiado tarde, o pasarse con la dosis puede repercutir fatalmente en el parto.

** La última es que la epidural no siempre afecta de la misma manera a todos los partos. Sus efectos en las mujeres y en sus bebés varían mucho y es imposible conocer de antemano cómo van a reaccionar ante la dosis y cómo esto puede influir en el devenir del proceso. Existe infinidad de testimonios de madres que explican cómo las complicaciones en sus partos surgieron a raíz de que les pusieron el catéter. Para otras, sin embargo, la analgesia les proporcionó el descanso que necesitaban para poder llegar hasta el final.

Sería ideal que tanto los profesionales como las usuarias dejásemos de tenerle tanto miedo al parto, para así poder relajarnos y disfrutar de partos menos estresantes y, por ende, menos traumáticos.

Estaría bien que estos mismos sanitarios no volcasen sobre las parturientas sus propios miedos, para luego pintar la epidural como algo maravilloso, y que no nos empujen a utilizarla, incluso tratando de convencernos cuando mostramos reticencias al respecto.

Sería fantástico que de una vez por todas las embarazadas recibiésemos de los sanitarios- que son quienes tienen el deber de bien-informarnos- una información sincera y veraz acerca de lo que puede implicar para nosotras y nuestros bebés la utilización de la epidural durante el parto. Porque la epidural no es inocua y tiene sus riesgos, las mujeres tenemos derecho a conocerlos; porque, sin información, nuestra decisión no es totalmente nuestra.

El abanico de las otras alternativas no farmacológicas para paliar el dolor en el parto es amplio: inmersión en agua caliente (en el mejor de los casos una bañera de dilatación y parto, o también una ducha caliente que puede aliviar durante la fase de dilatación), pelotas para abrir, apoyar y mover las caderas, acupuntura por un profesional experto, beber y comer como nos pide el cuerpo (evita deshidratación y cansancio, ambos factores que aumentan el dolor) y estimulación con TENS, entre otras.

Me gustaría que nos ofreciesen otras alternativas a la epidural para combatir el dolor del parto, entre ellas una que es gratis, fácil de proporcionar y que no tiene efectos secundarios, esto es, el apoyo emocional y el acompañamiento respetuoso.

 

ASOCIACIÓN EL PARTO ES NUESTRO

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