XANDRA ROMERO
SALUD

Los vínculos entre dieta y acné

El acné vulgar todavía es hoy en día una epidemia presente en el 85% de los adolescentes. Esta enfermedad inflamatoria de la piel, más propia de la adolescencia, siempre ha estado sujeta a teorías sobre si ciertos alimentos son los causantes o perjudican su tratamiento. Pero, ¿qué hay de cierto en estas teorías? ¿Son algunos alimentos los causantes de esta enfermedad cutánea?

Pues tal y como confirman numerosos estudios científicos, parece que el acné está estrechamente relacionado con la dieta, en concreto con un tipo de dieta llamada dieta occidental (Western Diet). Dicha dieta se caracteriza por un elevado consumo de carbohidratos de alto índice glucémico (azúcares simples), y un consumo excesivo de leche y productos lácteos. Es una dieta hiperproteica, rica sobre todo en carnes y grasas saturadas, incluyendo las grasas trans. Es decir, con sus más y sus menos, viene a ser el tipo de alimentación al que nos dirigimos, pues ya hemos comentado en anteriores artículos cómo hemos ido abandonando un patrón de dieta mediterránea para pasarnos a este “lado oscuro” de la alimentación.

La pista parecen darla las sociedades no occidentalizadas, cuya mayor diferencia se encuentra en la dieta y donde la prevalencia del acné es significativamente menor. Esto sitúa al tipo de patrón alimentario como un factor ambiental fundamental implicado en la patogénesis de la epidemia del acné.

Dada la importante presencia en la dieta occidentalizada de dulces, cereales refinados (no integrales) y azúcares simples, esta contiene una alta carga glucémica (velocidad y cantidad de digestión de los azúcares de los alimentos), lo que hace que aumenten los niveles de la hormona insulina.

Así, la hipótesis fisiológica se basa en que una dieta de estas características promueve una señalización endocrina (hormonal) empezando por el aumento de la secreción de los niveles de insulina, que pone en marcha una activación en cascada de distintas sustancias y hormonas que desencadena una producción de sebo (grasa) en la piel.

Por ello y porque más que de uno u otro alimento, se trata del conjunto de ellos, en el patrón o tipo de dieta es importante no realizar ningún cambio precipitado o drástico que pueda comprometer la salud. Sobre todo teniendo en cuenta que el acné está más presente durante la adolescencia, en la que los cambios físicos y emocionales son profundos.

No obstante, según varios estudios, una modificación de la dieta no solo se notaría en los síntomas, sino también en la composición del sebo de los granos, ya que las dietas de baja carga glucémica también cambian el tipo de la grasa de los granos.

Por lo tanto, es preferible reducir la carga glucémica de la dieta intentando sustituir los alimentos refinados por integrales, incorporando frutas, verduras y legumbres en vez de cereales azucarados, dulces y bollería.

Sin embargo, debemos prestar especial atención a los lácteos, un grupo de alimentos fundamental durante la adolescencia (aunque no indispensable, como ningún otro), y asegurarnos de compensar un menor consumo con alimentos que aporten los mismos nutrientes, como, por ejemplo, el calcio, que también encontramos en legumbres, sésamo o frutos secos.