TERESA MOLERES
SORBURUA

El tilo del Monasterio de Leire

E l tilo plantado delante de la hospedería del monasterio navarro de Leire ha crecido y engrosado desde la última que lo vi. Es joven –probablemente se plantaría a la par de la restauración del monasterio en 1979– y, como todos los tilos, tiene la forma de los árboles de los dibujos infantiles: copa redondeada y un fuste recto. La construcción de Leire no está datada con exactitud, pero por la leyenda del abad Virila y el ruiseñor se cree ya era monasterio benedictino en el siglo X. Es allí donde el rey navarro Fortún Garcés se retiró o le retiraron a vivir junto con su escudero Aznar hacia el año 928. En 1057 ya estaba construida la iglesia y su maravillosa cripta de solidos capiteles.

Pero dejo la historia y vuelvo a la iglesia del monasterio. El tono dorado de la piedra con vetas rosadas, por las incrustaciones de hierro que contiene, junto a la iluminación radiante aportan tranquilidad al visitante. Además, el potente armónium, quizás demasiado sonoro pues parece ahogar las voces algo débiles de los muy pocos monjes, nos produce la alegría del “Jubílate deo” latino. Esta alegría se vuelve regocijo al observar la falta de simetría de las tres naves. La central es más ancha que las laterales y, a su vez, de las dos laterales la izquierda es más estrecha que la derecha. Pero cuando ya nos sentimos a gusto, como si fuera la casa algo defectuosa de nuestros ancestros, es al ver que sobre el ábside central y totalmente descentrada se abre una pequeña ventana circular. Mientras el gregoriano continúa, te preguntas la utilidad de esta ventanita: tal vez fuera como ventilación natural contra los vapores que emanaban los fieles, quizás para que un rayo de sol proyectase sombras misteriosas para emocionar y elevar, junto con el incienso, a las almas sencillas, o simplemente se abrió en invierno a la luz de los candiles, más o menos a ojo y con pocos instrumentos de medición.

Volviendo al tilo joven, podrá vivir 900 años y alcanzar los 20 a 40 metros con un tronco de hasta un metro de diámetro. Seguirán brotando sus hojas, perfectas para perfilar el as de corazones de los naipes. Florecerán sus flores blanco-amarillentas fragantes, que en tisanas de tila seguirán tranquilizándonos. Y seguiremos visitando el monasterio de Leire y su tilo.