Iñaki Zaratiegi
Entrevue

A la caza (fotográfica) de las aves carroñeras

Entusiastas defensores de la naturaleza y de sus pobladores salvajes, enamorados de las aves y maravillados en especial con la majestuosidad e inteligencia de las necrófragas, el navarro Mario Bregaña y el alavés Ramón Arambarri acumulan centenares de horas como fotógrafos especializados. La selección de sus instantáneas, «Aves carroñeras ibéricas. La patrulla de limpieza de los ecosistemas», se puede visitar hasta el 10 de diciembre en el centro Cristina Enea de Donostia.

En los años 50 del siglo pasado, la maestra de San Martín Unx notó un raro olor en la escuela: «Había un buitre vivo escondido en un saco dentro de un armario». Lo cuenta Pablo Zapata Lerga en “Memorias de un niño de pueblo”. Lo que hoy parece un chiste, entonces era una broma de recreo. Las aves carroñeras se acercaban hasta los pueblos si avistaban un cadáver de los animales domésticos que abundaban en el campo. Los buitres son torpes en tierra, comen hasta el doble de su peso y tienen dificultades para elevarse. Bastaba la osadía de algún mozalbete para darles caza. En una localidad cercana, cuando un cazador mataba un buitre lo subía al atrio y estiraba sus alas, el cura medía la envergadura y la apuntaba en el ranking de carroñeros abatidos.

En 1902 se habían aprobado recompensas oficiales a los “alimañeros” y,en 1953 se reglamentó el genocidio con la creación de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza. Los ayuntamientos pagaban por las aves grandes y por huevos, crías o ejemplares adultos de cuervos, picarazas, aguiluchos... Pero aquello derivó en esquizofrenia cuando se pasó de pagar por aniquilar aves a protegerlas y organizarles puntos artificiales de alimentación, a causa de la maquinización del campo y la desaparición de animales de tira y carga y de los muladares tradicionales. Buitres y colegas se quedaron sin carroña; ¡no hay quien se coma un tractor desechado! Había incluso que expandirlos y se repoblaron de buitres navarros lugares europeos donde a finales del siglo XIX habían sido exterminados por envenenamiento y disparos. Hoy existen en Europa más de 500 especies de pájaros salvajes, de los que el 43% estaría amenazado, incluida la mayoría de aves de rapiña, que en la Península Ibérica son una treintena de diurnas protegidas.

Aves de buen agüero. El gasteiztarra Ramón Arambarri Bengoa y Mario Bregaña Etxeberria, de Huarte y residente también en la capital alavesa, son fotógrafos de naturaleza y fauna salvaje. Nacidos en los 60, no vivieron el roce social con las grandes aves, pero acumulan décadas de búsqueda, espera y caza fotográfica de buitres y similares. Su campo de acción va desde montes, foces y riscos vascos y del Pirineo aragonés hasta estancias con los bosquimanos del Kalahari africano, los aborígenes australianos o en los Andes, Canadá y Alaska. Trabajan en la empresa Augur Nature que elabora documentación o exposiciones e imparte cursos y talleres, y colaboran en publicaciones institucionales y revistas. En 2016 expusieron la muestra “Aves carroñeras ibéricas. La patrulla de limpieza de los ecosistemas” en el centro de interpretación de los humedales de Salburua, Gasteiz, y las fotos cuelgan ahora en el donostiarra Centro de Recursos Medioambientales Cristina Enea hasta el 10 de diciembre.

La selección retrata emblemáticas aves necrófagas ibéricas, todas presentes en Euskal Herria: las cuatro especies de buitres europeos (alimoche o saizuri, leonado, negro y quebrantahuesos), tres de rapaces cazadoras que también comen animales muertos (águila real, milano negro y milano real) y dos córvidos (cuervo grande y corneja). Los dos colegas aman las carroñeras «por su particular belleza, récords de tamaño y extraordinaria capacidad de vuelo», y reivindican su papel positivo frente a la mala imagen social, porque han sido mal vistas por sus hábitos alimenticios y su relación con la muerte. Ya se sabe, “aves de mal agüero”. Pero en culturas como la de los indios americanos las águilas son seres míticos que crearon el mundo y hay sociedades donde son veneradas como encargadas del transporte del alma hacia la “otra vida”. Muchos imperios (romano, nazi...) y la heráldica las han destacado, y ahí está nuestro arrano beltza. La Iglesia dijo que el águila real representaba a San Juan Evangelista y la devota reina Isabel la incluyó en el pabellón de Castilla. Después desapareció y más tarde se recuperó como aguilucho franquista con otra significación. Y preside la bandera de Kosovo o Alemania.

Las criaturas de las grandes alturas tienen importantes particularidades. Detentan especiales condiciones físicas para resistir sus duras condiciones de vida. A pesar de su envergadura (el buitre negro, la mayor ave rapaz del continente, puede llegar a alcanzar tres metros desplegado), poseen una inteligente habilidad de vuelo, identificando y apoyándose en las ondulaciones de las corrientes térmicas. Es notable su capacidad visual para detectar movimientos de córvidos y carroña desde kilómetros de distancia. La distribución de su plumaje tiene funciones particulares. Gozan de personal inteligencia; por ejemplo, el quebrantahuesos, único animal osteófago (que come huesos) de la tierra, rompe osamentas y caparazones elevándolos y soltándolos contra las rocas.

Los grandes necrófagos son capaces de volar quince días sin alimentarse y el alimoche cruza cada año el estrecho para viajar al Sahel africano. En contra de tópicos, son limpios, con técnica de aseo al amanecer esponjando y ahuecando su plumaje y extendiendo su alas al sol, además de sesiones en rincones apartados con agua, tras el banquete, en grupo y limpiándose con detallado ritual. Los quebrantahuesos se bañan en aguas sulfurosas que eliminen parásitos y de ahí el color rojizo de su plumaje. Vuelan desde Aragón y Catalunya hasta la Navarra Media para tomar sus baños. Los cuervos han sido odiados y ridiculizados («cría cuervos y te sacarán los ojos», fábula de la zorra y el cuervo...), pero formaron parte de la mitología griega y nórdica, de las creencias budistas y de la fábula del rey Arturo, y son consideradas las más listas de las aves: colocan nueces en la carretera para que los coches las abran.

Nuestra cultura moderna no es rural y natural sino literaria, cinematográfica y televisiva, y ha estigmatizado esas aves ligándolas a la brujería y lo oscuro y como bichos tétricos que comen cadáveres. Hasta llamamos “fondos buitre” a las manipulaciones del mercado financiero.

Instituto aéreo de salud. Bengoa y Bregaña están acostumbrados a desplazarse a lugares apartados y aguantar horas para dar con la foto buena. Son militantes naturalistas y tras su oficio estético hay ética y compromiso. «Subtitulamos nuestra exposición como ‘La patrulla de limpieza de los ecosistemas’ por la función natural de esas aves como eliminadoras de cadáveres de ganado doméstico o de herbívoros salvajes. Si la relación con el ser humano ha sido siempre contradictoria, en esta sociedad tan urbana es cada vez más frecuente que se desconozca su importante cometido en los ecosistemas para impedir la propagación de enfermedades y reintegrando la materia orgánica de la forma más natural».

Los dos amigos divulgan el proyecto Ecogyp de diferentes administraciones en las dos vertientes del Pirineo para «recuperar viejos hábitos ganaderos, rebatir los bulos de los buitres leonados como peligro para animales vivos por parte de gente que quiere cobrar subvenciones, proteger el hábitat de rapaces necrófagas amenazadas y defender su existencia como elemento clave sanitario en el monte para la desaparición, de modo natural, de cadáveres que el ganadero no llega a veces a descubrir». Y avisan de que «el descenso de su población y la posible desaparición de algunas de sus especies serían un desastre en la cadena trófica y el equilibrio de muchos ecosistemas. Patologías bacterianas y otras enfermedades podrían ser transmitidas más fácilmente y degenerar en pandemias para las que no estamos aún preparados».

Y no parece exagerado pensar que la cadena se puede quebrar. Los dos socios de Augur Nature enumeran episodios donde el equilibrio se rompió con facilidad: la carnicería europea de hace más de un siglo, el cambio de hábitos agrícolas tras la revolución industrial o la mortandad en 2002 de estos saneadores necrófagos tras la crisis de la “enfermedad de las vacas locas” que disminuyó sus fuentes de alimentación tras aplicarse la normativa europea sobre abandono de animales muertos y cierre de muladares. Se denuncia que ahora mismo hay unos 6.000 buitres en riesgo de muerte a causa del uso en animales del fármaco antiinflamatorio diclofenaco que ingieren con los cadáveres.

También la caza sigue siendo un problema. Ornitólogos y ecologistas advierten de comportamientos que lindan la impunidad porque los expedientes de las infracciones no son derivados a la autoridad judicial. Según informes oficiales, 36 aves protegidas fueron abatidas por disparos el pasado año en la Comunidad Autónoma Vasca, y la Diputación guipuzcoana ha impuesto al menos once sanciones en la última temporada. El colectivo Eguzki considera que las especies más castigadas son garzas reales, busardos ratoneros, cernícalos y el halcón peregrino. Cuatro ejemplares de cada una de esas familias murieron tiroteados en 2016, más tres gavilanes, tres alcaravanes, torcaces, una garcilla, un buitre leonado, una rapaz abejera, una espátula... Los incidentes que han podido ser conocidos se acumulan con los años (el águila pescadora de Zumarraga, el halcón peregrino de Ormaiztegi...).

Se denuncian también los problemas del tráfico rodado y de los tendidos y torretas eléctricas para aves como el águila pescadora que resultó electrocutada en un tendido de baja tensión de la reserva de Urdaibai y que era una de las doce jóvenes liberadas este verano en un proyecto de recuperación de esa rapaz. Se añadiría a incidentes como un caso similar en 2014 en La Rioja u otro el año anterior en el monte Oiz. Los amantes de las aves recuerdan a compañías eléctricas e instituciones que se debería hacer lo posible para impedir accidentes: aislar o modificar las conducciones en puntos donde muere un mayor número de aves por impacto. Nafarroa fue el primer territorio estatal donde se dictó una normativa, en 1992. En los últimos tiempos los molinos o aerogeneradores han aportado un plus de peligrosidad para muchas aves.

Pero el retroceso global en el equilibrio natural de la fauna tiene quizás la causa mayor en las transformaciones estructurales del agro. Bregaña subraya lo que muchos ecologistas señalan: la empresa pública Tragsa sería la gran enemiga de la naturaleza. Se encarga de las concentraciones parcelarias que destruyen lindes en caminos y entre fincas arrasando con el hábitat natural de muchos seres vivos, desde mamíferos a aves e insectos. El envenenamiento global del campo por la macro agricultura industrial que exige tener los campos arados y usar fertilizantes, insecticidas, pesticidas, herbicidas... es un aliado letal de la destrucción del viejo hábitat de acequias, ezpuendas o ribazos, ya gravemente modificado por la humanización de la naturaleza y la tala de los bosquetes tradicionales. Además del cambio climático que retrasa o anula las lluvias. Muchas de las bellas aves insectívoras con las que convivíamos hasta hace poco son hoy casi imperceptibles: oropéndola, picatroncos, abubilla o “gallico de San Martín”... Hasta los gorriones y vencejos han caído en picado en toda Europa.

Photocall y reality show. A Ramón Arambarri le costó cinco días captar los cóndores de los Andes. La profesión de fotógrafo de naturaleza es bella, pero sacrificada: tramitación de permisos, viajes, dificultad de accesos, horas de espera, soledad, condiciones meteorológicas, peligros según qué animal acechan... Los cazadores de imágenes tienen sus trucos y las polémicas son constantes sobre los cebos y hasta la manipulación de las aves y otros animales para conseguir reportajes. Los dos colegas de Gasteiz inciden en que existen normas éticas. Por ejemplo, no cebar a las carroñeras con animales de caza porque llevan plomo en sus cadáveres y sí con piezas muertas en atropello.

¿Las tácticas para obtener bellas fotos? «Conocer las costumbres y movimientos de las aves para preparar unas instantáneas que son fotos buscadas, no casuales; superar la complicación de situarse a distancia cercana; toda la paciencia del mundo para esperar la oportunidad, a veces durante días o en duras condiciones geográficas y meteorológicas de entornos alejados; controlar las distancias, los trucos de luz... supone no solo el dominio de la técnica fotográfica sino un estudio previo de costumbres y comportamiento de las especies retratadas y de los lugares donde habitan». Los equipos fotográficos han conocido grandes cambios tecnológicos y en la exposición se puede disfrutar con nitidez de tomas muy diáfanas. Son veinte fotos tamaño medio-grande con los mismos tonos que se ven en la naturaleza y que revelan detalles poco conocidos de las aves.

El esfuerzo por defender estos nobles animales cuenta con el centro oficial de cría en cautividad del quebrantahuesos del Guadalentín, en la andaluza sierra de Cazorla. Y hay personas muy militantes a título individual. Bregaña recuerda a la señora alavesa de Untza, ya fallecida, que alimentó durante años a milanos reales. Junto a Sort (Lleida), un guarda lleva veinte años cuidando quebrantahuesos en un pueblo abandonado. José Ramón Moragrega regenta un hostal buitrero en Valderrobres, Teruel. La naturalista francesa Émilie Delepoulle ha reintroducido el buitre negro en la Reserva de Boumort, Lleida. Y empiezan a abundar los controles y cuidados electrónicos de esas aves como la iniciativa del organismo SEO BirdLife que ha instalado una webcam en los pinares del Valle de Lozoya, en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, para seguir por internet el ciclo reproductor de una de las 112 parejas de buitre negro que habitan la zona. ¡Los buitres han entrado en la modernidad con su particular reality show! Como dicen Arambarri y Bregaña: «Quitémosles el estigma, disfrutemos de su belleza y agradezcamos su indispensable labor sanitaria en la naturaleza».