TERESA MOLERES
SORBURUA

Malas hierbas invasoras

Todas las malas hierbas tienen varias cosas en común; principalmente, que proliferan sin parar, son tenaces y ponen a los jardineros al borde de un ataque de nervios. Además de por su efecto antiestético, puesto que deslucen arriates y macizos, las malas hierbas privan a las flores y verduras de las sustancias nutritivas y la luz necesarias hasta llegar a ahogarlas algunas veces. Este es motivo suficiente para entender la guerra que se lleva contra ellas.

Las que se propagan por semillas expanden cantidades importantes de granos cuando termina su floración. En este caso, la lucha se centra en evitar que la planta florezca, por lo que hay que pasar la azada con frecuencia entre los macizos hasta que dejen de aparecer o, al menos, disminuyan. Su presencia se puede prevenir colocando un fieltro geotextil como cobertor que ahogue; este método funciona bien cuando se trata de replantar todo un macizo. El fieltro se oculta con una capa de cortezas picadas y para plantar es suficiente con hacer un agujero en la tela.

Algunas malas hierbas tienen raíces rastreras que echan retoños por todas partes debido a su sistema radicular profundo y enraizado en el subsuelo. La valeriana, la correhuela, la grama, el diente de león y las ortigas tienen el poder de invadir grandes superficies. Para evitar su extensión, lo mejor es arrancarlas varias veces al año con una azada o rastrillo. Así acabarán perdiendo fuerza, por lo que al final sobre todo es cuestión de tener paciencia. En este caso, no es aconsejable desmenuzar el suelo ya que se corre el peligro de cortar las raíces en fragmentos pequeños, que darán lugar a nuevas plantas. Lo mejor es trabajar el suelo y retirar todos los fragmentos. A la correhuela le gustan los terrenos compactos y húmedos, y para impedir su crecimiento se debe remover y airear la tierra con una azadilla de horquilla. Los herbicidas son el último recurso, aunque siempre podemos utilizar productos biodegradables inofensivos para la fauna pero teniendo cuidado en el modo de empleo.

Hay que reconocer que no todo es malo con las llamadas malas hierbas o plantas salvajes, ya que algunas son muy atractivas para atraer a los animales pequeños e insectos, lo que le viene bien al jardín, y otras son comestibles, como las hojas del diente de león en ensalada.