Janina Pérez Arias
Entrevue
Yalitza Aparicio y Marina de Tavira

«En México, el color de tu piel te ubica, hace que no puedas pertenecer a cierta clase, pero lo que más te distingue es tu género»

Finalmente “Roma”, la película más esperada del año, se estrena el 14 de diciembre en Netflix, la plataforma de pago. Todos hablan de la ganadora del León de Oro de la Mostra de Venecia y los vaticinios apuntan a que arrasará en los premios cinematográficos más importantes. Pero, ¿quiénes son sus protagonistas?

Para llegar a “Roma”, el cineasta mexicano Alfonso Cuarón no cogió ningún atajo: dedicó más de diez años a su gestación, blindó su desarrollo con un pacto de silencio, se sometió a una exhaustiva reconstrucción de su memoria personal y se embarcó en la reproducción del entorno de su niñez, que se desarrolló a principios de la década de los 70.

“Roma” narra parte de la infancia de Cuarón y de su familia a través de los ojos de Cleo, nombre de ficción que esconde el de Liboria Libo Rodríguez, la mujer mixteca que cuidó al cineasta y de sus tres hermanos. Esta es una historia de mujeres, una carta de amor a Libo, al entorno de aquel entonces en la colonia o urbanización que da nombre a la película, Roma, con la feroz violencia de la masacre de Corpus Christi (acaecida el 10 de junio de 1971) y el auge de grupos paramilitares como telón de fondo.

Hace tres años, cuando “Roma” empezaba a tomar cuerpo, Marina de Tavira y Yalitza Aparicio pudieron entrar en el “bunker” secreto de Alfonso Cuarón (“Gravity”, “Y tu mamá también”) para convertirse en las protagonistas de este proyecto. Para Marina, actriz de gran trayectoria en teatro, cine y televisión, fue como una cita a ciegas. La primera vez, frente a una cámara, los del casting le lanzaron aquello de «Háblanos de ti». La segunda, seguía a oscuras el guion pero le pusieron a recitar unos diálogos. Siguió intrigada las indicaciones del juego y la tercera vez, o quizás la cuarta, cuando ya figuraba en la lista de favoritas, le esperaba una sorpresa: había alguien más en la habitación donde la hicieron pasar. Era Yalitza Aparicio. Las dejaron solas durante una hora y hablaron todo ese tiempo.

Yalitza, maestra de preescolar, vive en Tlaxiaco (Oaxaca). Su hermana Edith la convenció para que se presentara a un casting y a Yali, como le llaman sus amigos y familiares, la escogieron. La invitaron a ir a Oaxaca, luego a ciudad de México... eso sí, «ve con una amiga que hable otra lengua», le dijeron. Fue con Nancy García, quien habla mixteco, y quien también terminaría con un rol clave en “Roma”.

Pero Yalitza desconfiaba. Desde 2012, más de 10.000 mujeres han sido secuestradas en México, muchas de ellas han sido asesinadas y otras han caído en manos de bandas de tráfico de personas. Como mujer no puedes sentirte segura. Para apaciguar ese temor, el equipo de producción tuvo que dar muestras de la seriedad del proyecto. Pero hasta el último momento Yali desconfió, porque el Alfonso Cuarón que había buscado en internet no se parecía en nada a aquel hombre delgado y canoso que le extendía la mano para presentarse. «Mamá, ¡vámonos de aquí!»... y se fueron.

Desde su estreno en el Festival de Cine de Venecia, donde esta película ganó el León de Oro, ambas han conocido significativas y glamurosas citas cinematográficas. Sus interpretaciones han dejado una profunda impresión en el público, y es que sus personajes logran tocar las emociones. No es de extrañar que Yalitza haya conseguido el Hollywood Film Award y que, en el ranking de la revista “Time” de la “Mejor actuación del año” figure en el número uno. Y este es solo el principio.

Yalitza, usted no había actuado nunca y ni siquiera sabía quién era Alfonso Cuarón. ¿Cómo fue meterse en todo aquello?

Yalitza Aparicio: Cuando conocí a Alfonso, desde un principio fue muy amable, se portó como si fuéramos amigos desde hace años y me brindó su confianza. Creo que precisamente fue eso lo que me animó a decirle que sí. Me preguntó si tenía tiempo para dedicarme a la película, me explicó más o menos cómo iba a ser todo, y como no estaba haciendo nada [después de licenciarse como profesora de preescolar en la Escuela Normal de Putla Villa de Guerrero, en Oaxaca, esperaba una plaza en una escuela], acepté. Fue maravilloso ir descubriendo poco a poco cómo se hace una película, porque no sabía nada de esto.

Ambas se sometieron a una dinámica de trabajo muy particular. ¿Qué efecto tuvo en la interpretación?

Marina de Tavira: Alfonso nos dijo que no nos daría el guion, sino que nos contaría quiénes eran nuestros personajes, la historia de fondo de Sofía (su rol) y de Cleo (Yalitza). No tuvimos tiempo de preparar las escenas, ni de plantearnos cómo podríamos hacer eso o aquello. Al principio fue muy difícil, porque tenía que pensar qué haría mi personaje en una situación inesperada. De manera que fuimos descubriendo a nuestros personajes como en la vida misma. A medida que Alfonso nos daba por separado la información que necesitábamos cada día, le decía a Yalitza cosas que yo no sabía, o pensaba que ella iba a decir algo pero reaccionaba inesperadamente. Nunca nos dio una página con esas indicaciones, todo lo hizo verbalmente. Para mí fue una búsqueda de la vida de estos personajes y un regalo maravilloso.

¿Les benefició rodar cronológicamente?

M.T: ¡Definitivamente, sí! Aunque nos daban la información para el rodaje de ese día, solíamos comentar lo que le había pasado a Cleo, o los niños se sorprendían de lo que estaba pasando. Fue un proceso como en la vida real, que te sorprende.

Y.A.: En el momento del rodaje te olvidabas que era una película y la vivías. Entonces era como seguir viviendo esa vida, y en la vida nada está escrito.

Yalitza, ¿cómo fue el encuentro con Libo, en quien está basada Cleo, y cuánto le ayudó en su interpretación?

Y.A: Alfonso me presentó a su nana antes de empezar a hacer la película. Me explicó la relación que tenían, su historia. Tuve la oportunidad de ir a visitarla y de hablar con ella. Haberla conocido me ayudó con la película porque fue mi referencia, además había varias cosas de Libo con las que me identifiqué.

Cleo y Adela (Nancy García) hablan la lengua mixteca. ¿Qué contribución cree que «Roma» puede aportar a la diversidad en el cine, pero también a la polémica del racismo tan presente en la sociedad mexicana?

Y.A.: Es muy importante que se le de ese valor a las lenguas maternas. Yo no hablo mixteco fluidamente, aunque sí lo entiendo por parte de mi papá. Nancy sí lo habla porque todavía la lengua se conserva en su comunidad. Estamos perdiendo una parte de nosotros que nos identifica, porque la mayoría deja de hablar en su lengua materna por creer que, si hablas una lengua diferente, te van a discriminar. Eso está pasando. En mi casa mis padres dijeron: ‘Aquí no se habla ni mixteco ni triqui [el idioma de su madre], porque no queremos que nuestras hijas pasen por lo que nosotros pasamos’. Esto tiene que ver mucho con el hecho de que la comunidad esté dejando de lado su lengua.

Cleo, como Libo, prácticamente forman parte de la familia donde trabajan. Sin embargo, el clasismo está muy arraigado en la sociedad mexicana. ¿Cree usted que la película también contribuye a hablar al respecto?

Y.A.: En la película se marcan esos aspectos de la sociedad. En México, el nivel socioeconómico que tienes determina quién eres y el color de tu piel te ubica, hace que no puedas pertenecer a cierta clase, pero lo que más te distingue es tu género. Me gusta que en una sola película se haya logrado sacar a la luz todo eso que desafortunadamente aún se sigue viviendo en México, y es que, a pesar de tantos años, todavía se ve lo mismo que antes.

Sus personajes se empoderan a pesar de las presiones y designios de la sociedad. ¿Creen que el empoderamiento de la mujer es una ilusión o sí se puede lograr ?

M.T.: Habría que pensar que sí se puede lograr. Sin duda, hay muchísimos pasos que se han ganado, pero eso se ha producido más bien en sectores privilegiados. Para empoderase necesita tener capacidad e independencia económica. Además, la maternidad suele ser todavía un asunto que rezaga laboralmente y no hemos logrado que la maternidad y la paternidad se vean como una responsabilidad por igual. En ciertos sectores, al menos, esta discusión ya se puede poner sobre la mesa, pero en otros menos privilegiados ni siquiera se puede hablar de ello porque las cosas ‘han sido así desde siempre’.

Y.A.: En mi comunidad te dicen muy claro lo que te está permitido hacer o no siendo mujer. Intentas salir y es la misma sociedad la que te pone las barreras. Yo tengo 24 años y, aunque en otros países me vean como una persona joven, en Oaxaca ya debería estar casada y con hijos. No se consigue cambiarles la idea de que la mujer tiene derecho a seguir estudiando, a conocer, a salir, y que no es obligatorio seguir esas estructuras establecidas.

Yalitza, ¿convertirse en actriz es una manera de romper esas estructuras?

Y.A.: Para mí sí porque me ayuda a decirles a las mujeres que sí se puede, que nuestra misión en la vida no es casarse, tener hijos, criarlos, ya se fueron y te quedaste en la casa, y a lo mejor vienen los nietos… ¡No es solo eso! Puedes ser profesional, trabajar junto a tu pareja, sacar adelante a los niños… Todo eso se puede.