XANDRA ROMERO
SALUD

¿Vuelve a ser peligroso comer huevos?

El pasado 19 de marzo el huevo volvió a ser el enemigo nº 1 de la “buena dieta”. Recordemos que hace unos años su consumo estuvo demonizado por no considerarse demasiado recomendable para la salud cardiovascular. Hace semanas, un estudio publicado en la revista científica “JAMA” y que han titulado “Associations of Dietary Cholesterol or Egg Consumption With Incident Cardiovascular Disease and Mortality”, lo ha traído de nuevo a la palestra. En vista de este título, no parece caber resquicio de duda alguna: “Asociación del colesterol dietético o el consumo de huevos con episodios de enfermedad cardiovascular y mortalidad”. ¡Como si el único aporte de colesterol a través de la alimentación fuesen los huevos!

Bastante nos ha costado a los nutricionistas desmitificar múltiples ideas infundadas sobre la alimentación que no tenían una evidencia científica sólida y ahora sale un estudio que (parece) vuelve a dar la vuelta a la tortilla (nunca mejor dicho) al tema del huevo. Para empezar y antes de llevarnos las manos a la cabeza, es importante centrarse en la parte final de este estudio que, si bien se ha realizado con una gran muestra (29.615 estadounidenses) y tras la evaluación al cabo de treinta años, también advierte que «los hallazgos de este estudio son observacionales y no permiten establecer causalidad».

Esto significa que, si un acontecimiento sucede a la vez que otro, no es la prueba de que el primero sea la causa del segundo o viceversa; dicho de otra forma, que dos variables estén relacionadas no implica que una sea causa de la otra.

Este trabajo considera que el consumo de este alimento y la enfermedad cardiovascular están relacionados, pero no se puede asumir que el consumo de huevos cause este tipo de dolencias. Asimismo, esta correlación entre su consumo, la mortalidad y la enfermedad cardiovascular no son estadísticamente fuertes en este estudio. No obstante, el hecho de que este tipo de investigación no pueda demostrar causalidad no significa que no sea relevante, simplemente aporta información para seguir investigando hasta encontrar la verdadera causalidad.

Otras razones por las cuales tenemos que coger con pinzas esta publicación es que ha sido realizada únicamente entre población estadounidense y el efecto observado puede deberse a algún otro aspecto del estilo de vida o de nutrición de estas personas que, como bien es sabido, no tienen nuestros mismos hábitos alimenticios (aunque cada vez nos parezcamos más).

Además, la información que dieron estas personas es autoinformada, lo que significa que cada cual rellenó su propio cuestionario acerca de cómo era su alimentación. Es probable que esto genere errores por descuidos, olvidos o mala interpretación de las preguntas. Pero es que, además, en este informe, a pesar de evaluar a estas personas tres décadas después, la dieta solo se evaluó una vez al inicio y se valoraron los resultados al cabo de todos estos años. Durante este tiempo, la alimentación puede ir variando y esto debe tenerse en cuenta pues puede haber influido en los resultados.

Aunque hemos dicho que entre la dieta estadounidense y la nuestra hay todavía ciertas diferencias, el consumo de huevos en EEUU fue evaluado de forma poco metódica. Y es que en el estudio se mezclaron los consumidos de forma directa por los participantes (solos y en forma de tortilla) con el que formaba parte de “platos mixtos” entre los que se incluyó, por ejemplo, a la repostería. Esto genera la siguiente duda: ¿cuántos de los huevos consumidos por los estadounidenses de este estudio lo son en forma de pasteles, magdalenas, galletas...? No olvidemos que la relación entre el azúcar y el riesgo cardiovascular sí ha sido probada, sobre todo teniendo en cuenta su efecto sobre el peso corporal y el metabolismo.

No hay motivos para la alarma. Hasta ahora las investigaciones realizadas señalan claramente que es seguro comerlos y desde Harvard se insiste en que «una ingesta baja a moderada no se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en personas sanas». Asimismo, una dieta no es “buena” debido a la presencia o ausencia de uno o más alimentos; por el contrario, una dieta es saludable en todo su conjunto.