IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Lugares

El arte es un vehículo de transmisión, un espacio de narración para la creación de lugares de encuentro. En el esquema comunicativo básico, el emisor lanza un mensaje al receptor y ambos comparten un código que les permite comprenderlo. En la producción contemporánea, esto se expande hacia límites que desbordan un mero intercambio lineal. Si bien los roles (emisor/receptor) siguen marcando una jerarquía reconocible (obra/público), los lenguajes y las diferentes disciplinas aportan una serie de capas que elevan nuestra experiencia perceptiva a otros niveles. En realidad, el objetivo principal de una pieza no es siempre enviar un mensaje concreto que deba ser recogido por el visitante.

El arte proporciona entonces mapas para una lectura sin caminos marcados, como un terreno fértil que brinda las herramientas necesarias para un recorrido. Los lugares comunes son activados desde esta relación entre la obra y la mirada. Es esta cuestión la que hace que un objeto trascienda de la mera presencia física a la esencia del hecho artístico.

El pasado 13 de marzo, San Telmo Museoa de Donostia inauguró “Heriotza. Ante la muerte”, una exposición que aborda la importancia cultural de la muerte así como las diferentes maneras de tratarla y un tema tan cotidiano como complejo del que podremos aprender hasta el próximo 26 de mayo. Si bien se trata de una muestra, el lenguaje que lo recorre dista del dispositivo expositivo del arte. Siendo una propuesta más bien cercana a la divulgación antropológica, divide su recorrido desde seis apartados concretos.

Dentro de “Representar”, “Miedo”, “Ritual”, “Búsqueda de sentido”, “Volver de la muerte” y “Utopías” encontramos préstamos de un gran número de instituciones entre las que se encuentran el Museo Nacional de Antropología, el Museo Oteiza, Museo Egipcio de Barcelona o la Fundación EFE entre otras. Altares, figuras, féretros, fotografías, ropas, máscaras y distintos motivos funerarios son algunas de las representaciones iconográficas que habitan la sala. En definitiva, diferentes construcciones culturales que no son más que la manera de entender nuestro paso por el mundo. Una necesidad de abordar el anhelo de entendimiento y comprensión de todo aquello que nos sucede como colectivo.

El Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo Artium de Gasteiz alberga hasta el próximo día 19 “Riflepistolacañon”, a cargo del artista Jacobo Castellano (Jaén, 1976) y bajo el comisariado de Javier Hontoria (Madrid, 1975). La muestra recoge, desde una perspectiva retrospectiva, piezas desde 1999 hasta la actualidad. Sin embargo, no debemos confundirlo con un planteamiento cronológico que para nada es la intención de su montaje en sala. El trabajo de Castellano es apabullante. Un vistazo general basta para ver sobrepasada la propia mirada, siendo tentado por un fetichismo objetual que nos obliga a acercarnos para valorar el nivel de detalle de muchos de los recovecos que proponen sus piezas. En el primer vistazo subyace una relación cromática entre el blanco de la pared del museo y un color madera presente en casi todas sus creaciones.

Todo parece remitirnos a una memoria desde la que cada material habla con voz propia, con pasado, con carga y con gesto. Encontramos construcciones de gran tamaño que parece que puedan acabar por colapsar nuestra capacidad de digestión, sin embargo, cuando ese momento está por llegar se abren paso piezas aparentemente menores, cuya delicadeza compite con la espectacularidad de las estructuras. Estamos ante un universo propio en el que, no obstante, podemos llegar a ser capaces de reconocernos.