Maider Eizmendi
Entrevue
Franco berardi «Bifo»

«La mezcla de hiperinformación y miseria provoca efectos como el deseo de venganza, la agresividad o el suicidio; pero también es una de las causas de la migración» - Franco Berardi «Bifo»

Filósofo y profesor de historia social de los medios de comunicación en Milán, Franco Berardi «Bifo» (Bolonia, Italia, 1948) ha estado unido desde joven a los mass media, siendo creador del fanzine “A/Traverso”, la emisora Radio Alice y la TV Orfeu. Sus principales reflexiones y publicaciones se han centrado en las transformaciones en el ámbito del trabajo y sobre los efectos del mundo digital en el ser humano. Estos y otros temas han centrado los talleres que ha ofrecido en el centro Tabakalera de Donostia. En su opinión, hoy en día se vive «una verdadera patología de la aceleración» y una crisis muy profunda de la facultad de crítica, «una característica de la humanidad moderna y fundamento de la política».

Uno de sus temas predilectos es el efecto del mundo digital en el ser humano. ¿Cómo nos está cambiando?

En los años 80, durante un viaje que realicé a California, me di cuenta de que el concepto de red creaba la posibilidad de una democracia radical y, al mismo tiempo, de una transformación totalmente paritaria de la vida social. La utopía cibercultural me cambió la visión de futuro y, hasta finales de la década de los 90, realicé una labor propagandística de la red en Italia, ofreciendo conferencias y encuentros, hasta que me di cuenta de que la economía no era un territorio para la comunicación, también era un sujeto productivo, de hecho, era el principal. Hoy en día, podemos ver muy claramente que el principio de la nueva tecnología no es esencialmente comunicacional o de conocimiento, de vida y de existencia; el problema principal es la acumulación de capital, el provecho y eso se manifiesta, siempre se ha hecho así en la historia del capitalismo, a través de una aceleración de la productividad. Cuando la aceleración pertenece a la máquina individual es una cosa, pero cuando esta se presenta como multiplicación infinita de una red de aceleraciones, eso se convierte en una verdadera locura.

Cada vez existen más herramientas para disminuir el tiempo que se emplea en tareas cotidianas; no obstante, disponer de tiempo es una de los principales anhelos. ¿Cómo lo explica?

En el libro “Economía de la atención” (Thomas Davenport y John Beck, 2002) se decía que el mercado principal de futuro será la atención, el tiempo de atención disponible. La publicidad y el trabajo cognitivo son herramientas de aceleración de nuestro tiempo de atención. El problema es que el ciberespacio, es decir, la esfera tecnológica del intercambio de información, es virtualmente infinito y puede expandirse sin límites. Sin embargo, el tiempo de elaboración de nuestro cerebro y nuestro cuerpo no es infinito; de hecho, está absolutamente limitado por motivos naturales, afectivos y físicos. Esto provoca una verdadera patología de la aceleración que ya se está manifestando mediante patologías como el déficit de atención, crisis de pánico... El pánico es una patología totalmente nueva; los psiquiatras no conocían el pánico hace veinte años, no era una palabra específicamente psiquiátrica. Hoy sabemos que las crisis de pánico son esencialmente reacciones del organismo hiperestimulado que no logra responder a una estimulación cada vez más veloz. Muchas de las patologías psíquicas contemporáneas están relacionadas con un efecto de la aceleración del circuito comunicacional. Se trata también de una aceleración de la productividad; la aceleración produce más beneficio, pero, al mismo tiempo, más sufrimiento.

 

Afima que se creyó que la cibercultura traería consigo la democracia radical y una sociedad más paritaria. ¿Considera que ha tenido un efecto a la inversa?

Sí. Lo que ha pasado es lo contrario a lo que creíamos y en cierta manera yo también soy responsable de este malentendido. Hoy en día se habla de la multiplicación de las noticias falsas o fake news. Naturalmente, hay noticias falsas, muchas, pero siempre las ha habido. En la esfera de la lucha política, la falsa información siempre ha sido una herramienta de lucha. No obstante, es evidente que la gente no tiene capacidad de distinguir, por lo que no debemos analizar solamente lo que pasa en la inforesfera, sino también lo relativo a la dimensión de la mente, de la psique. Se está comprobando una crisis muy profunda de la facultad de crítica, una característica de la humanidad moderna y fundamento de la política moderna; crítica y política siempre han ido de la mano. Se trata de la capacidad de distinguir lo que es verdadero de lo falso, lo que es bueno de lo que es malo. Pero para ejercer esta facultad de distinción crítica necesitamos tiempo; tiempo que necesitamos para elaborar la información que recibimos. En la época moderna, que esencialmente es una época alfabética fundada sobre la difusión de la prensa, el espíritu crítico se formó a través de la lectura, de la crítica y de la discusión. Todo eso ha desaparecido. Cuando la mente colectiva se forma en un ambiente hipersaturado por una información cada vez más acelerada, no solo no podemos distinguir, el problema es que no tenemos capacidad para elaborar un juicio. Eso es un problema enorme, porque el fundamento de lo que se llama democracia es esencialmente la capacidad crítica de distinción; sin crítica no hay democracia.

Aburrirse, afirma, es una condición imprescindible para activar la lucha.

Sí. En el año 68 yo tenía 18 años y recuerdo que los 60 eran años de aburrimiento. ¿Qué es el aburrimiento? ¿Es malo? Tal vez sí, pero, en mi opinión, el aburrimiento es la percepción de una aventura posible que por ahora no se puede vivir. Por lo tanto, la imagino leyendo libros de viajes, leyendo historias exóticas... El aburrimiento es la distancia entre la aventura posible y la realización de esta, y es, precisamente, esa distancia la que enriquece nuestra existencia. Pero cuando esta aventura pasa 10.000 veces por delante nuestro a través de la publicidad, cuando estamos continuamente estimulados para hacer algo que está disponible económicamente, esta aventura desaparece.

¿Hemos perdido definitivamente la capacidad de soñar?

Hay tres billones de smartphones en el mundo, lo que significa que una de cada dos personas en el mundo tiene acceso a la información global. Además, una cuarta o quinta parte de ellos puede acceder económicamente al consumo de lo que la publicidad promete. ¿Qué pasa con el resto? Se sienten y son marginados. En otros tiempos una joven campesina de África o de Asia no sabía nada de las infinitas posibilidades de experiencia. Es bueno que pueda saber, pero no es bueno que no pueda acceder a ellas, porque esta mezcla de hiperinformación y de miseria produce algunos efectos que estamos comprobando hoy en día: deseo de venganza, agresividad, expansión del suicidio entre los jóvenes. También es una de las causas de una migración a la que no podemos responder de manera pacífica. El problema de la migración es complejo. De un lado, está la derecha que dice que los africanos deben permanecer en África, porque nosotros somos de una raza superior; y por otro lado, están los que dicen que son pocos, por lo que pueden venir aquí e integrarse. Yo creo que esa posición no es realista; es necesario abrir las fronteras lo máximo posible, pero, al mismo tiempo, tenemos que entender que esto significa cambiar algo a nivel económico y de consumo. Por lo tanto, considero que el problema de la migración es mucho más complejo de lo que la izquierda humanitaria plantea.

Además, el discurso del miedo que está extendiendo la derecha está calando en ciertos sectores sociales.

Hay un problema planetario que es la otra cara del fin del colonialismo. Este es un problema de la distribución de la riqueza y si no nos enfrentamos a ella, no podremos aceptar la migración y la situación tendrá los efectos que estamos viendo, por ejemplo, en Italia. No nos podemos enfrentar al faxismo o al racismo evidente de gran parte de población blanca diciéndoles que son malos porque tendríamos que aceptar la migración. Tenemos que hacerlo sí, pero solo si tenemos la capacidad cultural y política de transformar nuestro estilo de vida.

¿La derecha viene para quedarse?

¿Tengo que decir lo que pienso o lo que es políticamente correcto? (se ríe). Lo que pienso es que la democracia liberal se acabó y que nunca más volverá. En España hay Vox, pero es un fenómeno relativamente marginal, ¿pero qué esta pasando en Italia, Inglaterra, Estados Unidos, y también en Austria, Polonia, Hungría, Turquía, Filipinas, India y Brasil? El capitalismo neoliberal, particularmente el capitalismo financiero, ha creado una situación de distancia tan enorme que la mayoría de la población se siente humillada a nivel social y político y cree que la democracia no sirve para nada. Lo comprobamos en Grecia en 2015. El 62% de la población votó en contra de la imposición de las instituciones financieras, pero Alexis Tsipras fue obligado a aceptar el chantaje, la imposición. Ese momento fue clave porque la mayoría de la población europea se dio cuenta de que la democracia no servía para nada. Ante esta situación, muchas personas se plantean probar el fascismo, como reacción a la democracia y a la izquierda neoliberal, los que han traicionado a los trabajadores y aceptado totalmente la imposición financiera. Ellos han producido un efecto de humillación política tan profundo que la mayoría de la población ha dicho: ‘no puedo ganar, no puedo cambiar las condiciones de vida; lo que puedo hacer es vengarme’. El odio contra Hillary Clinton es un odio machista, pero también es una respuesta de los humillados. Trump es la persona que más puede ayudarlos a humillar a los que les humillaron.

Las expectativas de futuro, por lo tanto, no son muy optimistas.

Estamos viendo las primeras escenas de una apocalipsis ambiental. Este tema necesita una energía política enorme y no de la que viene de Donald Trump o de los que no aceptan discutir por qué tenemos cuatro coches, volamos de un lado a otro o utilizamos el plástico para todo. Por lo tanto, la apocalipsis ambiental está garantizada en la próxima generación.

Por otro lado, el nacionalismo siempre ha producido guerra y esta se está preparando en muchos lugares del mundo; no solo en Irán o Corea del Norte, también en Europa, porque lo que está ocurriendo en Libia es una guerra entre italianos y franceses que se expandirá a todos los territorios de Europa. El Brexit es una guerra que se está desarrollando por el momento de manera relativamente pacífica, pero mañana ya veremos. Estamos empezando a ver una verdadera apocalipsis, el problema que se nos plantea es: ¿Cómo se sale de la apocalipsis?

Usted mismo se ha planteado la siguiente pregunta. ¿Qué se puede hacer para salir de esta situación?

Lo primero que debemos hacer es proteger los lugares de vida buena, afectuosa, inteligente y crítica. Eso es imprescindible, porque esos espacios son totalmente necesarios durante la apocalipsis. Segundo, debemos poner las condiciones necesarias para lo que es posible y lo que es necesario. Un responsable de Google dijo hace poco que, si ponen las herramientas tecnológicas que disponen en el sistema de producción, el 50 % de los empleos desaparecerían. El trabajo asalariado no es necesario, pero intentamos continuarlo porque el capitalismo se funda sobre la explotación del trabajo humano y, por lo tanto, no podemos aceptar la idea una renta básica. Reducir radicalmente el tiempo de trabajo es posible, porque Silicon Valley lo está haciendo. Quizás no sea un ejemplo en muchas cosas, pero saben lo que es posible y lo que no. ‘Los verdaderos comunistas somos nosotros’ me dijo en una ocasión una persona allí, haciendo referencia a la creación de las condiciones para compartir las herramientas de la liberación del trabajo. La reducción del tiempo de trabajo no solo significa que trabajamos menos, sino que también tenemos más tiempo para la educación de los niños, para la terapia y la autoterapia... Reducir la agresividad y la guerra significa reducir el estrés salarial del trabajo y redistribuir los recursos; es indispensable, pero imposible en el capitalismo.

Por lo tanto, yo sigo esperando el segundo evento del comunismo o como lo queramos llamar, porque la palabra comunismo ha sido ensuciada por los políticos. Quizás deberíamos llamarlo redistribución de la riqueza o reducción radical del tiempo de trabajo.

Afirma que las pantallas han modificado literalmente nuestro cerebro.

Hoy en día se está dando una problemática que no solo es de tipo psicológico o psicopatológico, sino neurológico. Se está registrando una verdadera mutación neurológica del cerebro individual y sobre todo del cerebro colectivo. La generación que nació frente a una pantalla es una generación que está aprendiendo más palabras a través de la pantalla que a través de la voz de la madre; esta generación elaborará un mundo lingüístico totalmente diferente.

Hay una nueva forma de pensamiento que se llama neuroplasticidad y que está desarrollada sobre todo por mujeres como Catherine Malabou que en su último libro se pregunta qué tenemos que hacer con nuestro cerebro. Según ella, Freud fue capaz de desplazar el problema del sufrimiento desde el terreno de la neurología al territorio de la psicología del lenguaje, la sexualidad... Hoy, probablemente tenemos que volver del ámbito de psicología a la de la neurología, porque la mutación a la que nos referimos es del órgano de la conciencia. Pero, ¿puede la conciencia trabajar conscientemente sobre el órgano mismo de la conciencia? Ese es el problema filosófico y político mayor de la época que viene. Así cuando pensamos en la apocalipsis tenemos que pensar cómo elaborar formas nuevas para ‘autoutilizar’ nuestra actividad neurológica.

Las mutaciones que cita también repercuten en la manera de vivir la sexualidad, incluso en el consumo de pornografía, ¿no es así?

¿Qué es la pornografía? Para mí es la aceleración del circuito del deseo que se produce cuando no tenemos tiempo para las caricias y para el cortejo, que ha sido principalmente una actividad lingüística en la que el deseo no es solo corporeidad brutal. Hoy no tenemos tiempo para jugar, tenemos que follar inmediatamente. Eso es la pornografía, y el efecto es la impotencia masiva. Esa manera de actuar provoca en las generaciones actuales patologías sexuales que hacen que el viagra, concebida para mayores, se convierta en una píldora para jóvenes. Hoy no hay tiempo para elaborar el deseo.

En estos tiempos en los que prima lo tecnológico, ¿qué papel han de tener las ciencias humanas?

Ha habido un ataque brutal de la reforma liberal contra el humanismo. En Londres, por ejemplo, tras el recorte en educación, los departamentos de filosofía y ciencias sociales de las escuelas universitarias han sido cerrados, por lo que, si quieres estudiar filosofía, debes pagar muchísimo. No obstante, creo que hay un nuevo deseo de conocimiento humano, fruto de la búsqueda de una posibilidad para regresar a hablar un lenguaje humano. Y es que, las relaciones sociales están enloqueciendo, el sufrimiento crece, la agresividad aumenta, el caos relacional incrementa.