Miren Sáenz
Entrevue
MARIAJE TORRES

«Las olas de 2017 han hecho que nos escriban hasta desde Australia para ver cómo se puede participar en La Concha»

La directora de Donostia Festak tiene un despacho pequeño e interior en uno de los edificios emblemáticos de la capital guipuzcoana, ubicado en la plaza de la Constitución, en donde atesora recuerdos en las paredes y archivos en las baldas. Ese primer piso de la antigua casa consistorial y posteriormente Biblioteca Municipal, es el lugar de trabajo del departamento que ella dirige y un sitio estratégico con vistas al centro neurálgico de la fiesta. En esa plaza se inicia y se clausura la Tamborrada, se fríe txistorra en Santo Tomás, se disfruta de las Euskal Jaiak y está a dos pasos del escenario de las regatas. Desde su balcón se procede a la izada y a la arriada de la enseña donostiarra el Día de San Sebastián pero también se celebran los éxitos de las traineras locales: «Cada vez que se gana una bandera abrimos este balcón. Esta temporada han venido los chicos de la Donostiarra, pero también vendrá Arraun Lagunak y, por supuesto, las chicas cuando ganen», comenta.

En 1985, Mariaje Torres ya andaba por allí cerca. Tenía 19 años cuando empezó a colaborar en Jazzaldia, después estuvo en el Festival de la Moda y, posteriormente aprobó las oposiciones para el Centro de Atracción y Turismo (CAT), donde comenzó en la dársena deportiva cobrando y estableciendo las salidas y amarres de los barcos. En 1994 accedió al área de festejos; años después se disolvió el CAT como tal y, en 2007, Torres pasó a ocupar el cargo que ostenta en la actualidad, que incluye la organización de las regatas de Donostia en la que ella trabaja desde 2002.

En estos 17 años ha asistido a los grandes cambios en el mundo del remo. Diplomada en Turismo y licenciada en Derecho, ambas carreras le han servido en su trabajo porque aunque no haya ejercido de abogada, las descalificaciones de algunas traineras le han hecho llevar adelante como instructora «los expedientes que puedan surgir respecto a temas organizativos en las regatas. Me toca redactar los informes, las resoluciones, las notificaciones y si ya pasa al Juzgado... bastante tengo por aquí con estos casos», admite mientras señala las carpetas.

¿En qué más consiste su trabajo?

En planificar, coordinar y obtener financiación para la realización de las fiestas del calendario oficial de esta ciudad. También en establecer vínculos con asociaciones ciudadanas para llevar adelante otra serie de acciones como pueden ser las fiestas de barrios o actividades en la calle. Digamos que tengo relación con el tejido social festivo, el más alegre de la ciudad.

Y, pese a ello, no se prodiga en entrevistas.

No me gusta ser el foco. Soy la que está detrás, solventando los problemas que se producen en el día a día. Me gusta mucho lo que hago, coordinar que no dirigir; sentirme una más del equipo en el que ahora estamos once personas con mayoría de mujeres. Soy una directora que obtiene muy buenos resultados gracias a que tengo un gran equipo, pero eso no significa que yo no sea buena (risas), sino que me he rodeado de gente muy válida y juntos podemos sacar adelante todas las fiestas de Donostia, incluidas las regatas.

¿Le gusta el remo?

Sí y lo sigo. Soy pasaitarra y tengo familiares que han remado, aunque no a nivel profesional, y son seguidores de la trainera de Donibane. Vivieron su pequeño cisma cuando hubo la división entre Koxtape y Donibaneko, pero ahora están todos juntos. Soy rosa y visto de blanco. Tengo a las dos, a Pasai Donibane y a Donostiarra.

¿Cómo ve la Bandera de La Concha?

Como una grandísima competición sin la cual el calendario se quedaría cojo. Es uno de los mejores patrimonios de la ciudad de San Sebastián junto a la Tamborrada, la Semana Grande y Santo Tomás, que son nuestras joyas de la corona.

Muchos dicen: ‘¿Por qué está en Fiestas la regata de La Concha?’ Y ¿por qué no? De hecho, si nos preguntan si queremos que siga aquí vamos a decir que sí. Nació como nació y la cogió el CAT en 1927 como un atractivo para que el veraneante se siguiera quedando en Donostia. Las regatas, como otros deportes autóctonos, son muy atractivas porque miden la fuerza y a los vascos nos gusta eso; es superior a nosotros. Han cambiado mucho, ahora son seudoprofesionales.

Ser una de las responsables de la organización de la Bandera de La Concha debe ser una gran responsabilidad, y perdone de redundancia, por su importancia deportiva y emocional.

Hay cosas que tú haces a nivel profesional de una manera correcta, o incluso elevada, y logras los objetivos que se marcan, pero no tienen ese plus añadido de lo que estarán sintiendo los implicados. Fuera de lo deportivo, porque ahí siempre hay muchísimas quejas, en la organización, en la logística, en como se pone la regata a disposición de los clubes y del público en general, no puede haber un error. Si alguien dice que la regata se ha organizado mal, a nosotros nos cae como una bomba. Nos jugamos la identidad. Emocionalmente es un estallido, existe una especie de relación vital entre diferentes en la que todos nos relacionamos con todos.

De ahí, que hace ya unos años planteásemos que la regata debería ser reconocida como ‘Bien cultural inmaterial’ porque reúne todas las características que pueden conllevar a obtener la distinción. Es una actividad que se remonta a muchos años atrás (1879) y se ha mantenido en el tiempo no solo gracias a la institución sino a los clubes, a los aficionados, a la gente que la arropa cada temporada desde muchos puntos del Cantábrico. Lo emocional tiene mucho que ver.

Y en lo deportivo, incluso, existen patrocinadores que ponen como condicionante llegar a la clasificatoria de la Bandera de La Concha para prestar su apoyo a las traineras. A los dos domingos de setiembre está más difícil.

Algunos remeros la han definido como una prueba maravillosa pero injusta porque dicen estar condicionados por la diferencia de calles, el sorteo, los factores meteorológicos...

¿Y el atleta que sale por la calle 8 en una prueba de 200 metros y tiene una inclinación o si pisa la raya se va a la calle? Si eres Usain Bolt te da lo mismo ir por la 8 que por la 1. Es mucho de lo que tu hagas y un pelín de suerte. En La Concha hay corrientes, hay viento... pero se trata de ver quién es el más fuerte y quién maneja mejor los elementos.

Eso sí, coinciden en una utopía, la de que todo remero o remera debería formar parte alguna vez de las tripulaciones finalistas.

De lo cual estamos proud. En esto ejercemos de bilbaínos. Estamos muy orgullosos de lo que significa para la ciudad, del ambiente que se crea y de poder llevarla adelante. Y, si podemos, avanzaremos más.

La competición se rige por un reglamento propio que se basa en el de las federaciones cercanas.

Desde marzo el reglamento de la Federación Vasca de Remo ha tenido unos cambios que le acercan a los de otras ligas. Una de las discusiones permanentes en el mundo del remo, desde que se creó la Liga ACT, es que la regata de La Concha tenía que asumir su reglamento y no puede porque no es una regata privada, es una regata de un Ayuntamiento con lo cual su reglamentación viene marcada por las relaciones institucionales. Nosotros por supuesto que nos relacionamos con la ACT, la ARC, los clubes, asociaciones... pero nuestro referente son las federaciones, que son entidades administrativas como nosotros. Tanto la Federación Vasca como la Guipuzcoana tienen presencia en el Comité deportivo.

Le toca ver las regatas en primera fila –en Alderdi Eder junto a jueces, delegados, el Comité deportivo y el spiker–.

Tengo que estar allí, represento a la organización. Asisto a la reunión inicial con los delegados, al sorteo de calles; me toca comunicar si las balizas están puestas y si el campo de regateo está utilizable. En caso de que en el Comité deportivo haya alguna necesidad o una reclamación me la tienen que entregar a mí. Tengo que revisar y firmar los resultados antes de que se los den a la prensa… Lo que está detrás del tema competitivo también es muy importante.

¿Y hay tensión?

Si las cosas van bien, y no ha habido ninguna reyerta previa, no. Nos conocemos todos y, habitualmente, el ambiente es amable.

Las traineras están muy vinculadas a sus lugares de origen, detrás de cada una de ellas está todo un pueblo. Eso genera grandes alegrías y grandes disgustos. ¿Sin afición, no hay remo?

Sí, por eso ahora la Donostiarra está avanzando tanto, porque está siendo capaz de arrastrar a una afición. Antes, eso no existía en Donostia o era muy reducido. Había un grupo que hacía seguimiento de su trainera; sin embargo, en este momento la masa de seguidores se está conformando y los resultados de la trainera están trayendo más socios. Esto está creando ya un caldo de cultivo para que haya más cantera, más aficionados al remo. Los resultados lo son todo.

Las mujeres cumplen doce años remando en La Concha. Por segundo año consecutivo los premios económicos son idénticos a los de los hombres. Esta regata ha sido pionera en alcanzar la paridad en este aspecto y en optar por el sistema de tandas, que ellas prefieren frente al contrarreloj.

Fuimos pioneros y empezamos con mucho cuidado. Nuestro estilo es ir sembrando y poco a poco ir consiguiendo. Así organizamos la primera Concha femenina, con cuidado, sin tocar para nada la regata masculina. Fue por invitación, sin clasificatoria, con traineras que prácticamente se montaron ex profeso para esos dos sábados por la tarde. Viéndolas había 30 y un tambor. Salió mal tiempo y sufrimos muchísimo, pero nos dimos cuenta que se podía seguir adelante. En cambio, conseguir que fuesen los dos domingos de setiembre y que hubiera clasificatoria, fue rápido. Se están dando grandes pasos. También esperamos igualar los premios de las mujeres en otros deportes vascos: herri kirolak, pelota…

De hecho, históricamente es una de las regatas que más paga a sus participantes.

Sigue siéndolo, aunque por el esfuerzo dicen que no. Al ser dos fines de semana si, por ejemplo, eres gallego no te vas a volver y regresar unos días después. 24.000 euros de premio global más dietas, es lo más. Este año se han mantenido los premios, pero vamos a ver si se pueden ir subiendo aunque sea con el IPC, no más.

Cada vez hay más mujeres en distintos puestos directivos u organizativos vinculados al remo. Las presidentas de la Federación Guipuzcoana, Española o de la Liga ETE son mujeres; la directora técnica de la Federación Vasca o la secretaria de la Guipuzcoana también. Usted llegó antes. ¿Cómo era dirigir sola entre hombres?

Primero estuve como técnica responsable y luego como directora de la unidad. Lo he vivido siempre con mucha naturalidad. Soy bastante lanzada y tengo mucha seguridad en lo que hago. He dado pasos en lo que era un mundo de hombres pero sin haber sentido que no me correspondía. En algunos momentos, sí que he tenido que cortar por haber recibido comentarios inadecuados, del tipo: «la chiquita, ya nos viene la licenciada…», pero sin más. Tienes que dejar claro que en este momento tú tienes la sartén por el mango y tienen que hablar conmigo. He tenido suerte: cuando yo era técnica mis directores confiaron en mí y me han dejado hacer. En otros campos de fiestas, ha sido más duro.

Lo ha dicho antes, el remo ha ido cambiando. Hay más medios, practicantes, canteras; los clubes han mejorado sus estructuras, sus métodos de entrenamiento. ¿Qué opina de que se profesionalice?

Cuando algo se profesionaliza pierde un poco de encanto, porque se tienen unas metas muy claras, unos caminos a seguir y unas formas de hacer pero, al mismo tiempo, las cosas evolucionan y, generalmente, es para mejorar. En realidad, ¿por qué alguien no va a poder vivir del remo igual que se vive de otros deportes? Pues porque no da.

¿Se parece un poco más a los deportes mediáticos?

Sí, pero siempre tendrá más pasión; aunque no lo sé, porque yo no voy al fútbol.

La tecnología ha contribuido a la exactitud. ¿El GPS ha acabado con las suspicacias?

Ayuda y mucho, pero, al final, la decisión es humana. El juez lo interpreta, así que seguiremos discutiendo.

Ahora casi todo se hace por concurso: la elección del cartel, la designación para la elaboración de las banderas... ¿Es más democrático?

La bandera no sale a concurso, siempre se ha hecho por presupuesto y la legislación marca como tenemos que funcionar. Si quieres contratar un servicio tienes que solicitar mínimo tres presupuestos. Si el costo de lo que vas a adquirir es menor a X o superior hay que hacerlo de una manera u otra. Los carteles se han hecho de distintas formas y sí, ahora la elección se hace por concurso. Lo que haces con la apertura de una convocatoria es democratizar el poder acceder a ser la imagen que representa algo. A veces tiene su aquel, porque hay ediciones de mucha calidad y otras catastróficas, pero creemos que así fomentamos la participación.

Las entradas son baratas y solo se cobra en determinados sitios. ¿Por qué se paga para ver estas regatas?

Se paga porque es un deporte de élite que cuesta mantener y la regata vale mucho dinero, es un espectáculo. De la misma manera que se paga por ver el fútbol o el baloncesto..., puedes pagar de dos a ocho euros por ver la regata, de tal manera que una parte de los inmensos premios que se dan los paguemos entre todos. Solamente en premios pagamos la friolera de 170.000 euros, sin contar la infraestructura, logística, etcétera. No nos parece una exageración, son precios razonables y hay quejas todos los años. ¿Qué las zonas en las que mejor se ven las tenemos acotadas? Exacto. Cultura asequible, pero no tiene porque ser gratis al 100%.

¿La cita tiene repercusión internacional?

Las redes sociales provocan que mucha gente se entera de lo que ocurre en tu ciudad. Todos los años tenemos alguna petición, pero nuestra regata es lo que es, no es algo abierto a la participación internacional. Las olas de la regata de 2017 –la femenina fue más complicada que la masculina– han hecho que nos escriban hasta desde Australia para ver cómo se puede participar. También hemos tenido peticiones de estadounidenses, escoceses... y de la zona del Mediterráneo.

Las apuestas tradicionales, tan ligadas a los deportes vascos, han encontrado una réplica con la llegada de las casas online.

Hemos mantenido las apuestas porque es un tema que está muy enraizado en las regatas, es muy puntual, específico y no tiene grandes intercambios de dinero. Es testimonial, estamos recordando algo que hacíamos. El dinero que se mueve en La Concha no es, espero, como para que nadie se arruine ni deje su casa. Es muy poca cosa y lo hemos tenido que cambiar porque la ley nos obliga. Antes lo hacían en plan artesanal. Respecto a las otras, Kirolbet es colaborador de la regata, pero por lo que nos transmiten están ahí por imagen, no por ingresos.

En 17 años, ¿cuál es el peor momento que recuerda?

Tengo dos: uno en 2013 cuando tuve que entregarle en mano a Jon Salsamendi la resolución que señalaba que Urdaibai se había quedado sin bandera. Y otro hace dos años, cuando tuvimos que cambiar la prueba femenina a una contrarreloj y estuvo a punto de suspensión. Fue una reunión muy tensa y, seguro que, como otros que estaban allí, me sentí muy sola.

¿Y el mejor?

Hay muchos, pero el mejor es cuando se acaban las regatas y se entregan las banderas. Entregar la primera bandera a las chicas fue más que emocionante.