BERTA GARCIA
CONSUMO

Tiendas outlet

P roliferan como setas en otoño y resultan un atractivo fuera de temporada de rebajas. “Todo barato barato. Precios de saldo” es su lema, pero cuidado con las garantías porque la publicidad mezcla churras con merinas, y en la mayoría de los casos son artículos de marcas en stock –aunque a precios rebajados– y conllevan una garantía irrenunciable y exigible por parte de la persona consumidora.

Los artículos outlet son de temporada o temporadas anteriores pero no deteriorados u obsoletos, aunque la moda mande con otros cánones de color, tamaño o forma. Su problema es que suponen excedentes para la industria y la distribución, de ahí que proliferen porque la sobreproducción es su causa original.

La normativa diferencia bien entre la venta a saldo y la venta de productos que, por hiperfabricación, quedan en stockage, y hay que tirar de la venta como sea para seguir con la imparable rueda del consumismo. Al mercado de la producción se le quedan cortos los periodos de rebajas, así que hay que inventar nuevas fórmulas, legales, eso sí, para escapar del corsé administrativo.

Al margen de que las tiendas outlet puedan vender saldos (y de hecho se venden también), hay que aclarar que en estos establecimientos deben de disponer de la “garantía legal” de dos años a la que se refiere la Ley General de consumidores y usuarios (en los arts. 114 y ss. TRLGDCU). Por lo tanto, el vendedor está obligado a entregar al consumidor un bien que sea conforme al contrato, y es el propio vendedor el que va a responder ante el consumidor de la falta de conformidad (defecto) que exista en el bien siempre que concurren unos presupuestos adicionales: que el defecto exista ya en el momento de la entrega, aunque se manifieste más tarde; que el consumidor desconozca en el momento de la entrega que el bien es no conforme o que la falta de conformidad se manifieste en el plazo de dos años contados desde la entrega del bien.

Con la normativa en la mano para que la publicidad no nos líe, bien cuando compremos ropa, electrodomésticos o aparatos electrónicos.