Beñat ZALDUA
PROCESO CATALÁN

Puigdemont cuenta con 500.000 avales para reclamar el referéndum pactado

El Pacto Nacional por el Referéndum concluyó ayer cinco meses de campaña a favor del plebiscito pactado con el Gobierno español, para el cual han recabado la adhesión de más de 500.000 personas y unas 4.000 entidades. La pelota pasa al tejado de Puigdemont, que el lunes presentará en Madrid la última propuesta de negociación a Rajoy.

«Estoy aquí como parte de la sociedad española que cree que ustedes tienen todo el derecho a decidir sobre su destino». El poeta granadino Luis García Montero fue uno de los más aplaudidos ayer en el Palau de Congressos de Catalunya, en Barcelona, donde el Pacto Nacional por el Referéndum (PNR) puso el punto final a una campaña de cinco meses a favor del referéndum pactado sobre el futuro político de Catalunya. Un periodo durante el que han conseguido la adhesión de más de medio millón de personas, así como de unas 4.000 entidades.

El principal protagonismo, sin embargo, se lo llevó quien ha ejercido de portavoz del PNR, el exdiputado del PSC Joan Ignasi Elena. En su intervención final, subrayó que «esto no va de independencia, va de democracia», y se dirigió directamente a los diversos actores en el Estado español: «Nos dirigimos a la España democrática, que se rebele contra el silencio, la amenaza y el miedo; y nos dirigimos también al Gobierno español, que se quite la venda de los ojos, porque negar la realidad no cambia dicha realidad».

En un acto en el que tomaron la palabra infinidad de representantes de las entidades adheridas al PNR y en el que se repasaron algunos de los muchos apoyos internacionales recabados –entre los últimos, los nobeles de la Paz Rigoberta Menchú y Ahmed Galai, el líder del Sinn Féin Gerry Adams y el actor Viggo Mortensen–, Elena también subrayó que el referéndum, lejos de dividir a la sociedad catalana, es su principal punto de cohesión, es «la nueva centralidad del catalanismo». En este sentido, reclamó «preservar y cuidar» este consenso del 80% de la sociedad a favor del referéndum. «Es un gran instrumento del catalanismo», dijo.

Aunque su discurso se ancló sobre todo en la defensa democrática del derecho a decidir, Elena no eludió tampoco la reivindicación nacional: «Somos nación porque así lo sentimos la mayoría de catalanes, y como somos nación, somos soberanos, y como somos soberanos, lo queremos decidir todo, también nuestro futuro político a través de un referéndum».

Contraoferta sospechosa

El acto de ayer fue el paso previo a que el Govern plantee por última vez al Gobierno español la posibilidad de negociar la celebración de un referéndum. Un empeño que todos saben inútil, pero necesario para justificar los próximos pasos unilaterales. El final de la campaña del PNR simbolizó de esta forma la entrega de las más de 500.000 adhesiones al president, Carles Puigdemont, que las esgrimirá el lunes en un auditorio de la plaza de Cibeles cedido por el Ayuntamiento madrileño de Manuela Carmena.

Así lo anunció ayer el propio Puigdemont, que avanzó que en los próximos días trasladarán formalmente al Gobierno de Mariano Rajoy una propuesta de negociación. «Si llegamos a un acuerdo entre gobiernos, que el acuerdo se someta a los respectivos parlamentos», añadió Puigdemont, rechazando de este modo intentar presentar la demanda del referéndum ante el Congreso de los Diputados, tal y como hicieron CDC, ERC e ICV-EUiA meses antes del 9N.

Fue la respuesta a la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, que horas antes del acto de ayer, y tres días antes de la conferencia catalana en Cibeles, logró colocar un potente titular invitando a Puigdemont a debatir el referéndum en el Congreso. La trampa venía en la letra pequeña, cuando especificó que invitaba al president a seguir los pasos marcados por la ley para reformar la Constitución y hacer así posible el referéndum que ahora es «imposible», según reiteró.

El oportunismo de la vicepresidenta, que coincidió con la concentración que miembros del PP realizaron para protestar contra la conferencia de los dirigentes catalanes en Madrid, queda al descubierto al recordar que el propio Puigdemont solicitó recientemente dirigirse al pleno del Senado. Algo que la mayoría del PP rechazó, acordando con el PSOE derivar al president a pronunciarse ante la Comisión General de Comunidades Autónomas –Puigdemont declinó la propuesta–.

Tanto la oferta de Sáenz de Santamaría como la conferencia de Puigdemont son, en cierto modo, una escenificación necesaria en la batalla por alzarse con el título de dialogador, pues nadie quiere salir en la foto como quien rompió la baraja. Pero las cartas ya están dadas. La partida empieza el lunes.