Aritz INTXUSTA

«NO QUEREMOS VENIR MÁS, PERO HA SIDO LA APOTEOSIS»

MILES DE PERSONAS LLEVAN DESDE EL JUEVES EN LAS FALDAS DE BERIAIN. PARA MUCHOS, HA SIDO EL MAYOR FESTIVAL DE MÚSICA DE SU VIDA. AHORA, REGRESAN A CASA CON UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE EN LA MOCHILA.

Desenchufado ya el último ampli tras cuatro días de conciertos, del más grande Hatortxu Rock de todos los tiempos solo queda el eco. Queda el recuerdo de lo que allí se oyó y se vivió. Se trata de una experiencia compartida por miles de personas. Unos disfrutando, otros trabajando para que disfrute el resto. Y todos sintiéndose parte de algo muy grande.

«De lo único que me quejo es de los tickets, de lo de cambiar el dinero. Lo demás, todo increíble. La gente, la organización, el ambiente...», comentaba una moza de Bilbo. Un compañero de su misma cuadrilla le respondía: «A mí me parece bien. Vengo a dejarme el dinero. Y este año, el festival se ha salido».

Estos bilbotarras son unos fieles del Hatortxu. Vinieron nueve en dos coches. Ayer estaban ya reventados y debatían unos sentados sobre neveras portátiles de camping y otros, tumbados sobre la yerba. «Estuvimos aquí en el Hatortxu 10, cuando también se hizo en Lakuntza, pero esta vez todo es más grande y mejor. Con más carpas y muchísima más gente».

El Hatortxu es un festival de fieles, que engancha con nuevas generaciones. Mikel, de Lizarra, acude a cada cita «desde Bachiller» y este es su cuarto festival. «No queremos venir más, porque sabemos por qué se hace y para qué. Pero esto... esto ha sido la apoteosis». Otro amigo, Mikel, apunta que lo mejor fue ver el regreso del vocalista de Obrint Pas. Pero al poco, se lo piensa mejor –o quizá se vuelve más sincero– y confiesa que lo que más le ha gustado ha sido «el ambiente que se monta en la zona de acampada». Por eso les apenaba tenerse que marchar por la tarde, pues comenzaba a cocerse entre las tiendas y furgones la última parranda. «Un placer venir aquí. Un placer tener gente capaz de montar algo como esto», decía este veinteañero, orgulloso de formar parte del vigésimo Hatortxu.

El poder del auzolan

«Nosotros vinimos el jueves desde Arrasate. Dos autobuses llenos. Venimos porque sabemos por qué se hace. La reivindicación va primero», comenta otro Mikel. «La organización ha sido increíble. De verdad. Lo hemos visto de cerca. Hicimos un turno de siete horas y tuvimos la suerte de ver la trastienda. Conocimos a los que están detrás, los problemas que surgen y cómo los van solucionando», afirma. «¿Que con qué me quedo? Con el poder del auzolan», manifiesta con rotundidad.

Edurne, de Iruñea, jugaba con su hija mientras su pareja cumplía su turno junto al escenario principal. «Hay que apoyar como se pueda. Mucha gente se tira un año entero preparando esto. Agradezco también que hayan preparado un área para los críos. Yo ahora solo puedo acudir de día, pero nos han traído hasta a Porrotx», subraya.

Ainhoa y cuatro amigas más regresaban a la zona de acampada tras tomar parte en el acto político del mediodía. «Llegamos de Aretxabaleta en un autobús el primer día. Este festival ha tenido muchas cosas. Para mí, ha sido muy bonito. Oso polita. Es una forma de pasarlo bien... pero diferente».

Por el momento, estas valoraciones de los que han tomado parte en el Hatortxu más grande en 18 años de trayectoria –y ojalá que el último– son las únicas que se han hecho de este festival. La organización avanza que hará la suya propia en próximos días. De momento, todos callan oficialmente. Pero se les notaba ayer en la cara y en la sonrisa. «La verdad es que se han superado todas nuestras expectivas», confesaba uno de los principales responsables.