Mikel CHAMIZO
DONOSTIA

Fígaro celebra hoy sus bodas en el Kursaal de Donostia

Esta tarde se celebrará la tradicional cita de la Quincena Musical con la ópera. El título escogido este año, y que verá una nueva función el martes, es «Las bodas de Fígaro» de Mozart, en una producción del Festival de Spoleto que ya se pudo ver hace menos de un mes en el Festival de Verano de El Escorial, con el que la Quincena viene colaborando en los últimos años para poder hacer frente a los elevados costes que implican las representaciones operísticas.

El viernes la Quincena Musical presentó “Las bodas de Fígaro” con una rueda de prensa en la que se dejó a un lado la seriedad habitual de este tipo de encuentros para dar paso a las risas y bromas entre los cantantes. La propia directora musical de la velada, Yi-Chen Lin, subrayó esta complicidad que se había formado entre los músicos participantes. «Nunca antes había estado en tanta armonía con el equipo de una ópera», aseguró.

El elenco que actuará en Donostia es, al fin y al cabo, el mismo que ha trabajado durante un mes para las representaciones de este título en El Escorial, que tuvieron lugar a finales de julio. Patrick Alfaya, contagiado del buen humor imperante, afirmó que esta complicidad es importante porque «se trata de una ópera con muchos concertantes y, si las voces no casan bien entre sí, se notaría en lo artístico».

Alfaya dio también algunas claves para apreciar este título mozartiano que no se reponía en la Quincena Musical desde 1947. «Mozart vivía en la época de la Ilustración y con este título quería denunciar los privilegios propios del Antiguo Régimen, concretamente el derecho de pernada».

Es también, para Alfaya, «una ópera muy femenina. Las inteligentes y los personajes cuerdos y dotados son las mujeres, y el único hombre listo de la historia, Cherubino, está cantado por una mujer». El máximo responsable de la Quincena reveló también que para Nikolaus Harnoncourt, el gran director de orquesta fallecido hace un año, esta era la mejor ópera jamás escrita.

Lucas Meachem, que interpretará al Conde Almaviva, coincidía con la apreciación de Harnoncourt y explicó que la magia de la obra de Mozart reside en que «las palabras no solo las expresan los actores sino que están representadas en la propia música. Antes de que un personaje diga ‘estoy triste’ la orquesta ya te está transmitiendo ese sentimiento». El joven barítono estadounidense, que en 2016 fue nombrado “Emerging Star of the Year” por la Ópera de San Franciso, ha interpretado al Conde Almaviva en seis producciones diferentes y tiene claro qué es lo que marca la diferencia: «Toda buena versión de ‘Las bodas de Fígaro’ necesita comunicar muy bien el sentimiento de rebelión contra el poder establecido y transmitirte la sensación de que la revolución está a la vuelta de la esquina».

«La soprano Katerina Tetryakova, que interpretará a Susanna, la esposa víctima de Almaviva, confirmó la actualidad de los temas del libreto. «Los personajes son muy humanos y las relaciones que se establecen entre ellos son reconocibles hoy en día, pueden estar ocurriendo entre las personas que están en esa playa ahora mismo», dijo en referencia a la Zurriola.

«Lo que marca la diferencia es cómo se traduce todo esto en el uso de la voz, que puede mostrar hasta el menor detalle y proyectar una gran energía emocional».

La donostiarra Clara Mouriz, que debutará en la Quincena Musical con esta producción, presentó a su personaje, el adolescente Cherubino, como «los ojos inocentes sobre los que se resaltan aún más los cambios sociales e injusticias que denuncia la ópera».

Mouriz, que está desarrollando una prometedora carrera en el Reino Unido, resaltó también la implicación de todo el personal técnico, desde registas a maquilladoras, que trabajan en esta ópera, un género aún poco presente en Donostia y que genera mucha expectación.

Al frente del elenco vocal, del Coro Easo y de la Orquesta de Euskadi, se situará Yi-Chen Lin, sobre quien recae el dudoso honor de ser la primera mujer que dirige en los 78 años de historia del festival. Este hecho, en realidad vergonzante para la comunidad musical donostiarra, Lin lo acepta con naturalidad: «No hay una sola entrevista en la que no me pregunten sobre ser mujer y directora de orquesta», confesó el viernes. «Pero como he sido mujer desde que nací, y nunca he sido un hombre, solo puedo decir que para mí el dirigir una orquesta es algo completamente natural».

La taiwanesa, que a sus 32 años ha debutado con orquestas como la Tonhalle de Zurich o la Orchestra Comunale di Bologna, dijo buscar en su acercamiento a esta ópera «un equilibrio entre lo cómico y lo serio, porque aunque sus autores la presenten como un dramma giocoso, los temas que trata son muy importantes».