Beñat ZALDUA
BARCELONA
PULSO ENTRE CATALUNYA Y ESPAñA

República soberana y autonomía suspendida: la Catalunya duplicada

Existen, virtualmente, dos Catalunyas ahora mismo. La República independiente, presidida por un Carles Puigdemont que ayer dejó claro que no se da por destituido, y la autonomía suspendida y teledirigida desde Madrid por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que asume el mando. El choque entre ambas, de momento, pospuesto.

La Catalunya duplicada es una República independiente y una comunidad autónoma suspendida. De momento, cada quien puede escoger en cuál se instala. Carles Puigdemont es el presidente de la primera, y ayer anunció una «oposición democrática a la aplicación del 155». Soraya Sáenz de Santamaría es, en virtud de dicho artículo constitucional y según conocimos ayer, la presidenta –y la vicepresidenta– de la segunda. La Catalunya duplicada no durará eternamente, pero nadie sabe cómo y cuándo prevalecerá una de las dos versiones. Mientras tanto, tal y como estaba previsto, ayer en Catalunya amaneció a las 7.19 y atardeció a las 18.51. Fue una jornada de calma y descompresión que Aritz Intxusta relata en las dos siguientes páginas.

En la Catalunya duplicada ayer se leyó con más atención el Boletín Oficial del Estado que cualquier periódico. Allí se recogían las medidas que el Gobierno español dictó con nocturnidad –¿y alevosía?– para la autonomía suspendida. De momento, no nombran a ningún virrey. El anuncio de unas elecciones impuestas el 21 de diciembre limita temporalmente la intervención, por lo que Moncloa espera poder teledirigir la Generalitat desde Madrid. Un decreto puso en manos del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, las competencias del president de la Generalitat, y en manos de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, las competencias de su homólogo catalán, Oriol Junqueras. Rajoy ya tiene bastante con lo suyo, al parecer.

Pero, ¿irá mañana Sáenz de Santamaría al Palau de la Generalitat? ¿Y se encontrará allí con Puigdemont? Berlanga entraría en éxtasis. En la República independiente, ayer Carles Puigdemont siguió ejerciendo de president en Girona, donde se dejó ver en las fiestas patronales. Antes, a mediodía, emitió una declaración institucional en la que dejó claro que sigue en el cargo y no se da por destituido, como se dice que lo está en la autonomía suspendida. «En una sociedad democrática son los parlamentos los que escogen o cesan a los presidentes», recordó.

El discurso tuvo una clave catalana –«paciencia, perseverancia y perspectiva» para construir una «oposición democrática a la aplicación del artículo 155»– y otra europea: la oposición debe hacerse «preservándonos de la represión y de las amenazas, haciéndolo sin abandonar nunca, nunca en la vida, en ningún momento, una conducta cívica y pacífica. No tenemos ni queremos la razón de la fuerza, nosotros no. Os lo pido convencido de que esta demanda es la que esperan todos, también fuera de nuestro país».

Todo gesto realizado en Catalunya y en España mira de reojo a la comunidad internacional. Ayer Puigdemont no mencionó la República, y la víspera Rajoy fue mucho más comedido y suave de lo que se esperaban incluso los suyos. Europa no reconoce a Catalunya, pero pide contención a España. La República recién nacida sueña con señales positivas de aquellos países que ayer evitaron rellenar el formulario que las embajadas españolas repartieron en todas las cancillerías para que rechazasen el reconocimiento del nuevo Estado. Se mira con atención hacia Israel; también hacia Finlandia o Argentina, donde algunos diputados ya han señalado que introducirán mociones en este sentido en sus respectivos parlamentos. Seguirán más. Es muy difícil pensar que en los próximos días se produzca reconocimiento oficial alguno, pero Rajoy se puede encontrar con que varios parlamentos soberanos se niegan a reconocer de igual manera la autonomía intervenida. Catalunya, preocupación europea y carpeta global.

República y resistencia

La supervivencia de la República proclamada a las 15.27 del viernes pasa, en primer lugar, por lograr resistir al 155, coinciden desde las filas independentistas. Habrá diferentes maneras de hacerlo. De hecho, ayer se produjo el primer cese efectivo en el organigrama de la Generalitat, y no fue cualquiera: el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, acató la orden de destitución del ministro español de Interior, José Ignacio Zoido, y su puesto fue ocupado por Ferran López, que hasta ahora era número dos del mismo cuerpo policial.

Ayer López pidió a los agentes seguir trabajando «con la misma profesionalidad y lealtad que habéis venido demostrando en todo momento» e informó de que «se mantendrá intacta la actual estructura de mando y el normal funcionamiento del cuerpo». Es decir, los Mossos no tienen al icónico Trapero al mando, pero siguen dirigidos por uno de ellos. El juego de la policía catalana estos meses ha sido respetar la fachada de legalidad española y amoldarla después para que Catalunya pueda seguir su camino. Veremos a partir de ahora. Todo está en el aire.

Quienes no acatarán el cese decretado por Moncloa, al menos de momento, son los miembros del Govern y la mayoría de altos cargos de la Generalitat. Si nada ocurre hoy, mañana acudirán a trabajar con normalidad a sus despachos en la República independiente. En la autonomía intervenida podrían ser procesados por un delito de usurpación de funciones, castigado con penas de uno a tres años de prisión.

A la espera de la Fiscalía

Ayer Madrid apenas reaccionó a la comparecencia de Puigdemont –presentó una queja ante TV3 por presentarlo como president–, por lo que –a la espera de que hoy la realidad tumbe este augurio– parece que el fin de semana se ha instalado una tregua tácita. Sea como sea, no durará más allá de mañana, cuando está anunciado que la Fiscalía presentará en el Supremo una querella por rebelión contra Puigdemont, Junqueras, el resto del Govern, la Mesa del Parlament y veremos qué hijo de vecino más.

Rebelión. El primer delito del apartado del Código Penal en el que se recogen los delitos contra la Constitución. Durísimo. «Son reos del delito de rebelión los que se alzaren violenta y públicamente para cualquiera de los fines siguientes», empieza el artículo. Entre dichos fines: «Declarar la independencia de una parte del territorio nacional». Las penas para aquellos que sean considerados jefes de la rebelión pueden llegar hasta los 30 años.

El redactor de dicho artículo del Código Penal en 1995, el entonces diputado de IU Diego López Garrido, fue el responsable de introducir el matiz de la violencia en los requisitos del delito. El viernes consideró que en Catalunya no se puede acusar a nadie de rebelión porque no hay violencia, pero no parece que a la Fiscalía le importe mucho.

Es la Catalunya duplicada. La República independiente sigue vigente a esta hora, pero su convivencia con la autonomía suspendida entraña graves riesgos personales para sus dirigentes.

Los apuntes del día

... y el apretado calendario

Pero no todas las fuerzas independentistas se pronunciaron. El soberanismo deberá tomar una decisión los próximos días, ya que, en la autonomía intervenida, el calendario avanza muy deprisa. El 7 de noviembre es el último día para registrar coaliciones y el 18 para presentar candidaturas.

Elecciones: entre el boicot...

En la autonomía suspendida, Mariano Rajoy sorprendió el viernes anunciando elecciones para el 21 de diciembre. En la República independiente, muchos fueron ayer los que llamaron al boicot de los comicios, desde la CUP hasta varios municipios que anunciaron que no cederán espacios.