Maitane ALDANONDO
Bilbo

Botellitas con lluvia de bilbao, «el souvenir perfecto»

Los chaparrones son algo característico del clima vasco que al bilbotarra Charly Rodríguez se le ocurrió explotar en forma de original recuerdo para turistas y nostálgicos. Embotella y vende agua recogida en su ciudad, con la intención de convertirlo en producto solidario.

Charly Rodriguez sabe mucho de bilbainadas; su página de Facebook sobre el tema tiene casi 260.000 seguidores, pero además es el artífice de una de las más recientes: unas botellitas llenas de lluvia de Bilbao. El «souvenir perfecto» para los turistas que la transitan, pero sobre todo para los locales que la añoran en la distancia. Y no solo para ellos, ya que el objetivo de este emprendedor no es tanto enriquecerse con el negocio como convertirlo en un producto solidario.

La idea se le ocurrió a Rodríguez en julio del año pasado, mientras veía la lluvia caer. «De repente pensé que eso había que exportarlo, que todo el mundo quiere lluvia y fresco, y se me ocurrió embotellarla», recuerda. Contrastó su impresión con varios amigos que trabajan en el campo del marketing, a quienes les entusiasmó. Pocas semanas después empezó la búsqueda de proveedores y diseño del producto con la ayuda de Raquel, su esposa. Así nació Lluvia de Bilbao.

Si bien la iniciativa surgió de forma espontánea, su llegada al mercado no fue tan fácil. El emprendedor decidió destinar una cantidad de dinero a la inversión inicial, pero se lamenta de que sus cálculos se duplicaran. «Se incrementó mucho por las condiciones de los proveedores. No nos hemos atrevido a hacer pedidos industriales, por eso hemos pagado el oro y el moro», apunta. Otro problema que tuvo que solventar fue el de la recogida del agua. Lo intentó con unos plásticos de gran tamaño en la ladera del monte Artxanda: «los poníamos en el suelo, con caída. El agua la coge, pero era una locura y te mojabas muchísimo», recuerda. Buscando en Internet encontró un tenderete para camping, lo compró, y lo llevó a una empresa de toldos para que le pusieran tela. El resultado es un paraguas invertido de 2x2 metros que se clava al suelo y guarda el agua en una garrafa de 20 litros. Después, el agua se filtra y se embotella.

Solucionada la recogida, para finales de noviembre tenía todo listo. Su intención era lanzar el producto en la campaña de Navidad y ya sólo le faltaba una cosa: la lluvia. No llegó hasta febrero, retrasando la comercialización a marzo de este año.

Original y artesanal

El producto es en apariencia sencillo. Una botella de 100 ml llena de las precipitaciones caídas en puntos emblemáticos de la villa, como el Guggenheim o San Mamés. El número de serie de cada botella permite saber dónde y cuándo; solo hay que introducirla en la web www.lluviadebilbao.com y ver el video de la recogida. No obstante, el emprendedor cree que es más importante el continente que el contenido, ya que cada recipiente está decorado artesanalmente. Raquel cose a mano tanto los pañuelos de arrantzale como las txapelas y del mismo modo pegan las etiquetas de la marca, que emula una placa del callejero bilbaíno. Es por todo eso que el precio asciende a 9,50€.

Rodríguez califica su creación como «el souvenir de los souvenir», ya que no es un recuerdo, sino «un cacho de Bilbao, algo físico». Sin embargo, más que para los turistas está pensado para los bilbaínos que viven fuera. Así lo refleja el que muchos de los pedidos online sean para enviar a otros puntos del Estado o al extranjero. Lo más lejos que han llegado ha sido a Australia, pero también a Estados Unidos, Alemania o Argentina. Además, también pueden adquirirse en cuatro puntos de venta de la ciudad. Hasta hace poco vendían más a través de la web, pero parece que la tendencia ha cambiado. Por lo que le cuentan los comerciantes, Rodríguez afirma que los turistas que conocen su historia «lo compran sin dudar».

El proyecto ha tenido una gran respuesta mediática. «Ha dado la vuelta al mundo. Me han entrevistado desde Argentina, Colombia, hace poco nos han hecho un artículo en Inglaterra…». No obstante, admite que esperaba que la demanda fuera muy superior a las entorno 250 botellas que llevan vendidas; por eso ahora sólo aspira a ver hasta dónde llega con esto. Su idea es que una vez recuperada la inversión de las primeras 500 unidades, la producción la lleve Lantegi Batuak o que un tanto por ciento de los ingresos se done a una ONE local. Quiere que sea un proyecto solidario «para darle la personalidad 100% bilbaína al producto. Es diferente a todos los demás y muchísimo más auténtico, como somos nosotros».

Ideas no le faltan a Rodríguez para este hobby, pero necesitan inversión «y no estamos para eso». Aún así, no descarta sacar una edición premium, 50% solidaria y con la colaboración de famosos. «Por ejemplo, el alcalde de Bilbao se moja por tal ONG. Y grabar el video del alcalde bajo la lluvia con la botellita y luego subastarla», explica.