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La Policía de Papúa evacúa por la fuerza a los refugiados de Manus

La Policía de Papúa Nueva Guinea empezó a evacuar ayer por la fuerza, lo que dijo que no haría, a los refugiados del campo australiano de Manus, en el que se atrincheraron los solicitantes de asilo a finales de octubre a pesar de que Canberra lo haya cerrado oficialmente.

La Policía de Papúa Nueva Guinea desalojó ayer a decenas de refugiados de los alrededor de 400 que se atrincheraron hace más de tres semanas en el polémico centro para solicitantes de asilo gestionado por Australia en la isla de Manus y clausurado oficialmente por Canberra el 31 de octubre después de que el Tribunal Supremo papú lo declarara inconstitucional. Las autoridades habían dicho a finales de octubre que no emplearían la fuerza para desalojar el centro.

Australia está siendo muy criticada por organizaciones de defensa de los derechos humanos a causa de sus drásticas medidas para frenar la llegada de refugiados al país. Canberra envía a quienes intentan llegar por mar a campos de detención situados en terceros países, como el de la remota isla papú de Manus.

Al cierre del campo de Manus, se instó a sus 600 ocupantes a trasladarse a otros tres centros de «transición», lo que aceptaron hacer unos 200 refugiados. El resto se negó, denunciando el callejón sin salida legal en el que se encuentran y rechazando «pasar de una prisión a otra», y se atrincheró allí, donde se les cortó el agua y la electricidad.

Tras 23 días, la Policía papú entró ayer en el centro, ordenando a sus ocupantes que subieran en unos autobuses que, en principio, debían llevarlos a otros lugares alternativos. Al menos 50 fueron trasladados.

Una fotografía difundida por la ONG australiana GetUp! mostraba a la Policía sacando del campo al refugiado y periodista iraní Behrouz Boochani, portavoz de los solicitantes de asilo, que fue detenido durante dos horas y llevado a otro centro. Algunos refugiados mencionaron decenas de personas obligadas a salir, pese a las promesas del comisario de Policía papú Gari Baki, que aseguró esta semana que no se emplearía la fuerza.

«Los refugiados han sido golpeados, tirados al suelo y se ha confiscado los teléfonos móviles de cualquiera que fuera sorprendido grabando los incidentes», denunció en GetUp!.

«No los trasladamos a la selva. Son enviados a dos centros con agua, electricidad, alimentos y atención médica», dijo Baki.

«No cederemos»

Australia tiene una política muy dura con los refugiados que tratan de alcanzar sus costas, confinándolos. Aunque la solicitud de los refugiados prospere, Canberra solo les ofrece la opción de establecerse en otro país o de volver a su país de origen. Asegura que sirve para luchar contra las bandas de traficantes y disuadir a los migrantes de realizar esa peligrosa travesía.

«Creen que pueden presionar al Gobierno para que los deje venir a Australia, pero no cederemos», declaró el primer ministro, Malcolm Turnbull, que descartó recibir a los «sin papeles» y rechazó una oferta de Nueva Zelanda para acoger a 150 personas. EEUU aceptó recibir a 54 refugiados, pero por ahora solo han viajado 24.