Dabid LAZKANOITURBURU

La princesa roja de la estirpe de Paektu en el ideario juche

Kim Yo-yong, hermana del actual líder, es la primera de la dinastía reinante desde hace 70 años en Corea del Norte que viaja a Corea del Sur desde que su abuelo y fundador del régimen, Kim Il-sung, lo hiciera en junio de 1950, cuando con el aval de la URSS y de China cruzó con sus tropas el Paralelo 38 e intentó reunificar la península expulsando a EEUU del Sur.

La delegación norcoreana está presidida por Kim Yong-nam, presidente del presidium de la Asamblea Popular Suprema: un tecnócrata leal que a sus 90 años de edad, es un superviviente de las purgas en el Partido de los Trabajadores de Corea del Norte y a quien los «pyongyangólogos» apodan «magnetofón» porque «repite como un loro lo que dice el líder».

Más allá de calificativos contrapropagandísticos entre dos países en guerra, no hay duda de que la joven hermana del líder, Kim Jong-un, es la jefa de filas de la delegación norcoreana. Kim Yo-yong tiene acceso directo y libre a su hermano e influencia en sus decisiones y en la coordinación con el líder.

Y es que con una treintena de años, su ascenso ha sido fulgurante. Despuntó junto a su padre y segundo de la dinastía, Kim Jong-il, en 2009, hasta su muerte dos años después. Ya con Kim Jong-un en el poder, subió escalones desde el departamento de propaganda del partido a la Asamblea Popular con solo 27 años, para acabar convirtiéndose en octubre en la integrante más joven de la historia del Politburó norcoreano.

No es la primera vez que una mujer desempeña un papel importante en el régimen –ahí está el ejemplo de la hermana de Kim Jong-il y general de cuatro estrellas Kim Kyong-hui–; excepciones relevantes en una sociedad profundamente patriarcal. Por lo demás, la de los Kim es la última de las monarquías dinásticas que jalonan la milenaria historia coreana. Incluso en la antiquísima costumbre de inventarse una estirpe, en este caso la del monte Paektu, una base de la guerrilla antijaponesa donde las crónicas sitúan falsamente el nacimiento del hijo del fundador del país (todo apunta a que nació durante el exilio de Kim Il-sung en el Gran Oriente soviético).

Corea del Norte es el único país comunista en adoptar la sucesión hereditaria. Lo hizo transformando el pensamiento juche, una reivindicación filosófica de la autonomía de Corea del Norte frente a los vecinos modelos soviético y maoísta que acabó legitimando el culto a la personalidad y a la infalibilidad del líder dinástico. En este contexto, la visita de Kim Yo-yong adquiere toda su relevancia. Dicen que lleva un mensaje personal del líder para el presidente surcoreano, Moon Jae-in, con quien desayuna hoy. Digno de una serie sobre una corte del Lejano Oriente si no fuera porque estamos ante el escenario de una de las más peligrosas crisis de la actualidad.