Joseba ITURRIA
oropesa del mar
CICLismo

Coloma, el embajador del mountain bike gracias a su medalla

El riojano lleva 19 años como profesional desde que prefirió los senderos de la montaña a la autopista al World Tour que le abría la Fundación. Aprovecha la ola del bronce de Río para impulsar su especialidad.

Carlos Coloma (Logroño, 1981) atiende con amabilidad a GARA en la salida de una de las etapas de la Mediterranean Epic como cada vez que se le solicita una entrevista porque quiere aprovechar todo lo que le rodea desde que alcanzó la medalla de bronce en la prueba de mountain bike de los Juegos de Río’16.

Asume el papel de embajador de la especialidad por la que apostó cuando era un junior de 17 años y en 1999 la Fundación Euskadi le ofreció la posibilidad de pasar al campo amateur con el Olarra, el inicio de la autopista que conducía a los mejores al Euskaltel y al World Tour.

Coloma recuerda que «el último año junior fue muy bonito, gané varias carreras en carretera, una de las etapas fuertes en la Vuelta a Gipuzkoa, en la que hice tercero en la general. También gané dos carreras en Laudio. Había mucho nivel con compañeros como Koldo Fernández de Larrea, que fue campeón de España aquel año. Rendí muy bien en carretera, pero fui seleccionado para el Mundial de mountain bike en Are (Suecia) y logré dos medallas. Me traje el maillot de campeón del mundo por relevos y fui subcampeón de mundo junior».

Tras esas medallas, «el equipo Orbea de mountain bike me hizo una oferta de dos años. También hubo conversaciones con la Fundación para ir al Olarra amateur para probar y pasar al mundo profesional, las conversaciones casi eran de la misma casa porque Orbea estaba con la Fundación, y me decidí por el mountain bike, que era el que más me motivaba».

Prefirió la montaña porque «era un deporte muy individual, me sentía muy cómodo y me hacía feliz por el tipo de entrenamientos y competiciones. Con 17 años decidí que quería ser profesional de mountain bike, que ya habría tiempo para volver a la carretera más adelante si no era lo que esperaba... Pero desde entonces llevo 19 temporadas de profesional, con momentos buenos y malos, con caídas, y estoy orgulloso de mi carrera deportiva».

La llamada de Matxin

También Josean Fernández Matxin le ofreció la posibilidad de pasar al World Tour con su Saunier Duval: «Tengo muy buena relación con él, hablamos continuamente y por el año 2005-06 me comentó la posibilidad de sentarnos a hablar. No fue nada firme, pero estaba contento en mountain bike, me sentía valorado con el objetivo olímpico, con becas ADO y económicamente no me iba mal. Siempre puedes dudar porque en aquel momento la diferencia con el World Tour era abismal y el mountain bike no era un deporte tan conocido, pero como me ganaba bien la vida nunca se me quedó la espina clavada».

Es uno de los mejores del mundo y se gana a todos los que le conocen por la virtud que hace a un gran deportista más extraordinario aún. Es una persona normal accesible para todos, a diferencia de lo que puede suceder con los más destacados de la carretera.

Entiende que «nuestro deporte siempre ha sido como más solitario, diferente. En la carretera todo está mas guiado por un protocolo, con los corredores metidos en un autobús, los entornos son diferentes. El seguimiento es mayor en la carretera y eso te hace agobiarte. Como he crecido en la soledad del mountain bike y he visto su cambio para bien desde que empecé, lo valoro un montón y aprovecho la repercusión de la medalla de Río en los medios, que ha sido grande. He visto las dos caras del mountain bike y las entrevistas las valoro mucho y hago todo lo posible para llevar mi deporte a lo más alto posible».

Reconoce que la medalla de bronce lograda con 34 años en una prueba con más repercusión por ser la elegida por Peter Sagan en Río ha sido «el punto más alto de mi carrera. Cuando fui sexto y logré el diploma olímpico en 2012 en Londres, al quedarme muy cerca de las medallas, me quedé con la sensación de que el sueño olímpico no llegaba a producirse como quería. En 2004 conseguí la plaza, pero no me llevaron. En 2008 la volví a conseguir y fui de milagro a Pekín. En Londres logré el diploma y el objetivo era Río y en 2013 sufrí una fractura de troquiter, de hombro, y tuve que pasar dos operaciones y un año en blanco. La segunda operación era determinante porque el hombro estaba mal colocado, tenía varios músculos partidos y me dijeron que era posible que no rindiera al máximo nivel si no se quedaba el hombro perfecto. Me operaron los doctores Esparza Ros y Abellán e hicieron una obra maestra. Llevo aún la placa con ocho tornillos, pero el hombro quedó bien».

Recuerda que comenzó 2014 en el puesto 350 del ránking UCI y lo acabó en el 20, en 2015 ya era el séptimo y disputó los Juegos con el dorsal 8, en función del ránking mundial: «Sobre el papel no tenía opciones reales de medalla, pero estaba convencido de que mi momento había llegado y de que con 34 años no podía dejar pasar la oportunidad... Me emociono cuando hablo de esto porque conseguí el sueño mío, el de mi familia y el de la gente que me ha apoyado. Ahora lo disfruto mucho y tengo más apoyo que nunca de la afición y de las marcas».

Apunta que «aunque lo más alto de una carrera pueda ser una medalla olímpica, me quedan muchos resultados buenos que dar y algo grande que hacer en un Mundial y, si lo consigo o no, por ilusión no va ser. Este año mi objetivo es el Mundial. Mi objetivo desde niño es ser campeón mundial. Tengo uno de relevos junior, pero ganar un Mundial absoluto es un sueño. La medalla olímpica también era imposible y la tengo. Quiero el arco iris. Si voy y hago el quince vendré igual de feliz, pero es el objetivo a medio plazo».

Tokio en el horizonte

A largo apunta a Tokio’ 2020. «Llegaré con 38 años y Valverde demuestra que a esa edad aún se puede rendir tras una lesión como la que ha tenido. Desde Río todo lo montamos para llegar a Tokio al 100% cargando lo justo a nivel de competición y esfuerzo. Mido todo mucho porque sé que el objetivo es Tokio, llegaré con 38 años y no seré ningún niño».

Por eso la semana pasada se tomó su participación en la Mediterranean Epic como una contribución a dar más repercusión a una carrera nueva y solo disputó la última etapa, en la que fue sexto y ayudó a ganar a su compañero en el Primaflor-Mondraker-Rotor Ondrej Cink (1990), segundo en la general. Era el primer éxito del checo en su vuelta al mountain bike tras demostrar en la carretera que era un escalador de futuro, con buenos puestos. Debutó en el Tour y se ganó una oferta de renovar con Bahrain, pero prefirió un contrato menor y ser más feliz.

Cink lo deja claro a GARA: «Me gusta mucho más el mountain bike». Y Coloma está encantado: «Era un referente en el mountain bike desde joven y que haya rendido a un buen nivel en carretera, le hayan querido renovar y quisiera venir con esa ilusión... Para mí y el equipo tener un refuerzo como él, con un nivel como el mío o superior, es una motivación grande». Comparte habitación con Cink y está siempre pendiente de él para que esté a gusto y se integre bien en el Primaflor.

Coloma es la clave del crecimiento del equipo al que llegó en 2017 con su medalla olímpica para dar un salto cualitativo. «Lo bueno de esta estructura es que se ha reforzado con la base que había y con los patrocinios que han llegado con la medalla olímpica y con la repercusión en medios de comunicación. El equipo está creciendo mucho y me lo he tomado muy en serio hacer honradamente de embajador del mountain bike porque tengo más acceso a entrevistas que compañeros que no tienen medalla».

Reconoce que «todavía el tirón que tiene el ciclismo en la carretera no lo logra el mountain bike, pero hay muchas circunstancias que hacen que siga creciendo, como que un corredor como Peter Sagan corra la prueba olímpica en Río. El 70-80% de las ventas de bicis son de mountain bike, las bicicletas eléctricas se prueban aquí, la mayoría de fabricantes se vuelcan más con la mountain bike que con la carretera... Y todo va unido. La mountain bike tiene esa cosa que el que la prueba no se olvida. Por eso soy el hombre más feliz del mundo y agradezco a todas las marcas y a la afición que me apoyan. Mientras duren las ganas habrá Coloma para rato».

Un apoyo para los más jóvenes

Coloma no se limita a ser un embajador, apoya a los niños para iniciarse en el mountain bike al crear un club en La Rioja y apuesta por jóvenes como Rocío del Alba, madrileña de 20 años que destaca en todos los terrenos y de la que es entrenador, mánager...: «Lo llevo todo. Fue campeona de España juvenil de ciclo-cross, carretera y mountain bike. El año pasado no sabía qué hacer, me vino a buscar a la feria Unibike, me dijo que le echara una mano y la empecé a llevar. Es campeona de España absoluta, quinta del mundo sub’23, con becas del COE y Movistar y es la referente del ciclismo femenino de mountain bike».

Rocío agradece su ayuda: «Siempre digo que Carlos es muy buen deportista, pero como persona vale mucho más, que se haya fijado en mí y que apueste así... No puedo tener más. Sus consejos y su ayuda siempre van a ser de bienvenida».

Coloma añade que «el año pasado corría con la licencia del club que monté después del diploma olímpico de 2012. Había una demanda a nivel de La Rioja de fomentar el mountain bike y con apoyo de las marcas de la región creamos la escuela y cada año crece más. Vivo en Albelda, en el valle del Iregua, todas las etapas del Rioja Bike Race son cerca de casa y vivo en el sitio perfecto para la mountain bike. En la escuela hay 60 niños y va muy bien. Rocío no es una niña y no entró en la escuela, pero corría con licencia del club con mi apoyo y desde mitad de año mi equipo le echó una mano. Hablé con el mánager para que entrara porque anda mucho y puede tener una trayectoria ascendente. Este año ya está en el Primaflor y en el campeonato de España salió un minuto detrás de las élite, las pasó y ganó con dos minutos. Demuestra que tiene un nivel fuera de lo normal».

También entrena al prometedor rumano Vlad Dascalu, un sub’23 que corrió en 2016 con Baqué y que lleva tres quintos puestos en la Copa del Mundo. Coloma explica su apoyo a los jóvenes porque «llevo 19 años siendo ciclista profesional de mountain bike, mi familia lo entendió así siempre, hemos podido vivir solo de esto y ¿qué menos que devolver al mountain bike una parte de lo que me ha dado a mí?».J.I.