Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «El señor de los anillos»

40 aniversario de una obra pionera de la animación

El mes pasado se cumplía el 40 aniversario del estreno mundial de la versión pionera del genio de la animación Ralph Bakshi, y la correspondiente reposición conmemorativa llega por fin a algunas de nuestras salas. La emoción me embarga al recordar las sensaciones que acompañaron entonces al descubrimiento de una forma de hacer cine nunca antes vista, y que a la vez abría la posibilidad de llevar a la gran pantalla la obra de Tolkien, a pesar del escepticismo generalizado de la industria. Sin el gran y accidentado paso de gigante que dio Bakshi jamás Peter Jackson podría haber completado su reciente trilogía. El proyecto siempre le perteneció al animador estadounidense nacido en Haifa, y lo concibió originalmente a finales de los años 50, cuando trabajaba como dibujante para Terrytoons. Disney compró los derechos, pasando por las manos de Stanley Kubrick, que en 1967 quiso a los Beatles como protagonistas, y las de un John Boorman que pretendió hacer demasiadas alteraciones con respecto al original. Por eso Bakshi prometió a Priscilla, la hija del autor fallecido en 1973, que sería fiel a la magna creación de su padre.

La fidelidad no se le puede negar, pero el proyecto consistente en dos largometrajes quedó inconcluso, con lo que esta primera y única película solo logró abarcar “La comunidad del anillo” y buena parte de “Las dos torres”. Aún así las soluciones narrativas fueron admirables, y no digamos ya las técnicas, gracias al desarrollo del rotoscopio, con imágenes reales rodadas en castillos de Cuenca y Segovia, para después pintar directamente sobre el celuloide.

Los dibujos del story board ya son antológicos en sí mismos, y estaban inspirados por el estilo del ilustrador medievalista Howard Pyle y el paisajista realista Andrew Wyeth. La oscurantista e impactante secuencia de la batalla del Abismo de Helm es un hito fílmico que sigue sin ser superado.