Siavosh GHAZI
moscú

La indignación social en Irán no se apaga a dos meses del «fin» de las protestas

La indignación social persiste en Irán, e incluye una oleada de huelgas obreras y conatos de inmolación, en el transfondo de una grave crisis económica, y dos meses después de que el Gobierno iraní diera por finiquitada una ola de protestas que evidencian la crisis de legitimidad que sacude a la República Islámica.

Desde hace un par de semanas, la prensa iraní informa de huelgas de larga duración en fábricas de Ahvaz (suroeste) y en Arak (oeste). En esta última ciudad, un vídeo de huelguistas de la fábrica Hebco difundido por Telegram les mostraba coreando lemas irónicos como «¡El pobre obrero debe ser colgado, el corrupto liberado!»

Dedicada a maquinaria de construcción y de renombre nacional, Hebco fue privatizada hace una decena de años. Su actividad se ha desplomado y los trabajadores llevan los últimos ocho meses sin cobrar, como se puede leer en su tabla reivindicativa en las redes sociales.

Reivindicaciones similares a las de los 4.000 obreros del Iran National Steel Industrial Group de Ahvaz. Los medios informan regularmente de protestas en fábricas de todo el país.

Intento de inmolación

A finales de febrero, un joven iraní se intentó quemar a lo bonzo después de que la Policía destruyera su tienda construida ilegalmente. El vídeo tuvo gran repercusión en internet pero su gesto de desesperación llega precedido de conatos similares en los últimos meses.

Dos meses después de las protestas cuya represión dejó un saldo de 25 muertos y miles de detenidos, el Parlamento ha dado marcha atrás en algunos recortes y planea aumentar en un 18% los salarios más bajos a partir del Newroz (nuevo año persa). La inflación oficial es de un 9% pero la real supera con creces esa cifra. El arroz, alimento básico, se ha encarecido un 60% en los últimos meses.

El rial iraní ha perdido un cuarto de su valor frente al dólar en medio año y las medidas del Banco Central para frenar su caída no han tenido un efecto duradero.

Pese a que el Gobierno anuncia nuevas ayudas sociales, los Consejos Islámico del Trabajo, una suerte de sindicato oficial, advierten: «los obreros están desamparados».