Àlex ROMAGUERA
Periodista
COMITÉS DE DEFENSA DE LA REPÚBLICA

CDR: «TOT EL PODER DEL POBLE»

Los Comités de Defensa de la República (CDR), surgidos a raíz del referéndum del 1 de octubre, articulan la respuesta popular a la represión y el debate entorno a las bases que han de configurar la futura Catalunya independiente.

Surgidos para apuntalar el 1-O y transformados en herramienta de defensa de la independencia declarada el 27 de octubre, los Comités de Defensa de la República (CDR) han vuelto al primer plano tras la detención de Carles Puigdemont. Las protestas más vistosas, tanto ante las delegaciones del Gobierno español en Barcelona y Girona, como en los cortes de carretera multiplicados ayer, han llevado la firma de los CDR, que llevan tiempo en el punto de mira de la Guardia Civil. En un informe, el instituto armado llegó a situar entre sus cabecillas a los exdiputados de la CUP David Fernández y Antonio Baños, al diputado de ERC Ruben Wagensberg, a la filósofa Marina Garcés y al resto de impulsores de la iniciativa pacifista En Peu de Pau.

Con todo, la respuesta a la represión no es la única razón de ser de los CDR, que no han tardado en diversificar frentes de lucha y poner en marcha, por la vía de los hechos y la práctica cotidiana, un camino constituyente que parte de una sencilla pregunta: ¿cómo debe ser esa República?

Un ejemplo lo encontramos el pasado 8 de marzo, Día internacional de la mujer y cita de la multitudinaria huelga feminista. Para los miembros de los CDR, el 8M fue una nueva oportunidad para apoyar los colectivos violetas y reivindicar que «queremos una República catalana libre de machismos». Fue la tercera «huelga general de país», después de las celebradas el 3 de octubre en respuesta a la represión policial y el 8 de noviembre, cuando miles de personas colapsaron carreteras y estaciones de ferrocarril en señal de protesta por la regresión democrática y en solidaridad con los líderes soberanistas encarcelados. El pasado 8M, la totalidad de los 180 CDR que hay en Catalunya participaron en la huelga, ya fuese colaborando en los preparativos, impulsando charlas o añadiéndose a las marchas para exigir medidas contra la violencia sexista o la brecha salarial que las mujeres padecen en el mercado laboral.

Contrapoder territorial

Sólo en Sabadell, por ejemplo, existen cuatro CDR, uno por cada zona de la ciudad, que se articulan en asambleas dónde asisten varios centenares de personas. Allí se aprueba una agenda que apenas da margen para respirar y en la cual el objetivo es llenar de contenido el concepto de República y luchar contra la involución democrática que se viene produciendo desde el 1 de octubre.

Fue a raíz de la represión padecida aquel día que los Comités de Defensa del Referéndum se transformaron en los actuales Comités de Defensa de la República, heredando un capital humano que se ha ampliado con gente de edades, trayectorias y sensibilidades muy diversas. Se mezclan militantes de la CUP, ERC, la ANC y Òmnium Cultural, con jóvenes ligados a los movimientos sociales y personas que no había participado nunca en espacios organizados o llevaban tiempo sin hacerlo. Es el caso de Susanna, que a sus 61 años se integró en el CDR de Sabadell después de pasar la víspera del 1 de octubre en un colegio electoral en el barrio de la Creu Alta. «Entendí que, ante el nuevo panorama político, tenía que defender la República».

Igual que Susanna, otras personas sin afiliación política se han involucrado en el CDR. «Es un espacio transversal en el que encuentras profesores, arquitectos o gente que ahora disponemos de más tiempo libre, junto a perfiles más politizados». Susanna alude a los concejales independentistas, veteranos de las luchas obreras o vecinos que se han enfrentado a la especulación urbanística que Sabadell padeció bajo el mandato del PSC.

Prueba de esa diversidad es la creación de comisiones sectoriales que trabajan aspectos sobre la vivienda, la salud o la educación. «La idea de República va asociada a una mejora en todos estos ámbitos, sin olvidar que nuestra razón de ser es denunciar la represión y defender la libertad de expresión», afirma Susanna. Precisamente, el pasado día 3, el casal independentista Can Capablanca acogió una charla-recital de Valtonyc, Pablo Hásel y Elgio, raperos condenados a prisión por delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la corona, que contó con el apoyo del CDR.

También en el barrio de Les Corts de Barcelona, el Comité de Defensa de la República ha conseguido reunir a militantes de la CUP, ERC y PdCAT con una nueva generación de activistas sin referencia orgánica previa. «El 80% apenas ha militado e incluso no ha asistido a las manifestaciones de la Diada del 11 de septiembre», comenta Xavi, uno de los dinamizadores.

Xavi, de 43 años, explica que el CDR también surgió a raíz del 1 de octubre, y si bien al principio todo giraba entorno a la cuestión nacional, la vertiente social ha cogido peso con el paso las semanas. Aunque Les Corts es un distrito de clase media-alta y poca tradición de luchas populares, mucha gente ha encontrado en él un espacio en el que compartir los problemas que afectan a su día a día: «Tenemos personas con un alto poder adquisitivo que llevan sus hijos a la escuela privada, pero todas han integrado que la República ha de conllevar un modelo económico y social que dé valor a lo público». En aras del consenso, el CDR elabora documentos de trabajo que pronto hará llegar a los partidos y entidades del distrito, pero también al conjunto de vecinos y vecinas.

Esta función catalizadora se alterna con las dinámicas que se dirimen a nivel de país. Al igual que en Sabadell, el CDR de Les Corts también se volcó en la huelga feminista, a la vez que ha continuado reclamando la libertad de los presos políticos con cantadas populares. Actividades que se alternan con la edición de camisetas y otro material que permite financiar una caja de resistencia destinada a ayudar a activistas que, como el mismo Xavi, han sido multados en virtud de la Ley Mordaza por manifestarse en la calle. Sin olvidar las salidas para colgar pancartas o repartir el lazo amarillo, síntesis del anhelo soberanista y el rechazo a la represión que ejerce Madrid mediante el aparato judicial y el artículo 155.

El germen constituyente

Los CDR se van desplegando como si fueran soviets –dicen algunos– o consejos obreros gramscianos. Se inspiren en una fórmula u otra, el caso es que galvanizan la respuesta ciudadana a la deriva antidemocrática del Estado, de aquí que en su seno también encontremos gente larvada en el movimiento del 15-M, la lucha de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), contra la masificación turística o las entidades que, tras el franquismo, generaron un contrapoder para las conquistas de derechos y libertades.

Quizás por esta razón, los CDR son complicados de gestionar, ya que convergen culturas políticas muy variadas. Pero lejos de ser un problema, sus impulsores lo ven como una riqueza a preservar. «De alguna forma, mediante la participación y los debates asamblearios, somos una herramienta para el cambio y la transformación social», afirma Xavi.

Después del 8M, el calendario siguió apretando. Son ejemplos la marcha convocada por la ANC en Barcelona tres días después; también la manifestación del pasado 18 de marzo en defensa del modelo de inmersión lingüística, organizada por Som Escola. Y seguirá apretando con la Setmana de la República del mes de abril o lo que pueda surgir a propósito del Primero de Mayo. «Todo lo que no se ha luchado en la calle, no se ha ganado», insiste Susanna. Esta es la frenética vida de los CDR, campo de ensayo del proceso constituyente catalán que, al margen de las diatribas parlamentarias, la gente quiere protagonizar para que la República se materialice en toda su dimensión.

 

El parlamento de Gasteiz no logra un acuerdo como el navarro

En el Parlamento de Gasteiz hubo ayer reunión de la Mesa y de la Junta de Portavoces, pero no fue posible que PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos, acordaran una declaración de denuncia de la represión en Catalunya y de solidaridad con los encarcelados y detenidos, como la que el lunes aprobaron en la Cámara navarra Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E.

Los mecanismos para este tipo de acuerdos son distintos en ambas instituciones, pero que la declaración de Iruñea no se repitiera en Gasteiz, como había propuesto EH Bildu, se debió a razones políticas.

Entre el lunes y el martes hubo conversaciones entre los grupos. El PNV explica que la iniciativa partió de Elkarrekin Podemos, que presentó un texto sobre el que llegaron a un acuerdo. Asegura que a EH Bildu no le gustó el texto y que presentó otro alternativo.

El grupo independentista sostiene que el texto de EP ni siquiera citaba la responsabilidad del Gobierno español en lo que ocurre en Catalunya. Por ello propusieron como alternativa el texto acordado el lunes por todos ellos en Iruñea. Fuentes jeltzales aseguran a GARA no saber que la alternativa era la navarra. Al final no se aprobó nada.I.IRIONDO

 

Cohesión y talleres frente a la represión

«Todos tenemos un poco de miedo, pero la gente no está dispuesta a ceder. Más miedo nos da cerrar la boca». Así se expresa un miembro del CDR tras participar en un taller de En Peu de Pau. A través de este colectivo, surgido tras el referéndum del 1 de octubre, los CDR han tratado las emociones que suscita el actual contexto de represión política.

El temor se palpa entre sus activistas, de los cuales muchos ya han sido multados o citados por los tribunales por supuestos actos de desobediencia civil –sin ir más lejos, por ejemplo, el juez archivó la causa contra 51 personas investigadas por el corte de la autopista A2 el pasado 8 de noviembre–, de ahí que las precauciones sean inevitables. No hay portavoces oficiales, algunos evitan dar sus nombres, prefieren quedar en persona antes que utilizar las redes sociales y, delante de los medios de comunicación, piden preservar su imagen.

Gracias a un equipo de psicólogos y expertos en no violencia, En Peu de Pau ofrece recursos para responder ante cargas policiales, disturbios u otros momentos complicados, mientras que Alerta Solidaria, la organización antirrepresiva de la izquierda independentista, informa de las consecuencias penales que hay que tener en cuenta.

De esta forma, los CDR adquieren seguridad en si mismos con el paso del tiempo, conscientes que la ofensiva del Estado los ha puesto en el punto de mira, hecho que hará necesarias nuevas formas de resistencia y protesta colectivas. A.R.