Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Custodia compartida»

La violencia de género al otro lado del muro legal

El título de la versión doblada al castellano resulta bastante engañoso y puede inducir a error, porque es un enunciado que responde única y exclusivamente al arranque o planteamiento inicial de la película. Me imagino que quiere ayudar a que el público acabe viéndose sorprendido por la deriva posterior de los acontecimientos, pero dicho punto de partida no ha sido pensado solo para favorecer una trama de suspense, sino sobretodo para mostrar la incapacidad de la justicia en el tratamiento y resolución del problema de la “violencia doméstica”. Y no basta con alegar que los maltratos se producen dentro de un area privada de la convivencia, ya que la aplicación de la ley se revela por sí misma a todas luces insuficiente para atajar las agresiones y crímenes sexistas. El caso que presenta el actor y ahora autor cinematográfico Xavier Legrand viene más que avalado por las estadísticas, y a las primeras de cambio queda probado que la salomónica decisión de la custodia compartida se ajusta a un principio de objetividad totalmente falso. ¿De qué sirve que el hombre y la mujer tengan los mismos derechos sobre sus hijos si en el día a día no se comportan de igual manera con ellos? Las sospechas de que el padre maltrate a la madre no hacen sino confirmar que también va a acabar haciéndolo con el hijo menor tras la ruptura matrimonial.

“Jusqu’à la garde” es la película que mejor ha reflejado en la pantalla la realidad de la violencia de género, o de lo que supone la vida cotidiana en un hogar amenazado y tensionado por el exmarido que reclama el ejercicio paterno por vías intimidatorias. Salvo en la descripción del hombre, tal vez demasiado simple y básica en cuanto personaje de una sola pieza. Denis Ménochet posee un físico de una corpulencia que se hace más obvia frente a la fragilidad de Léa Drucker y el pequeño Thomas Gioria. Sus mentiras no convencen y apenas le respaldan en el trabajo y en el club de caza.