Ion SALGADO

ORNITOLOGÍA ENTRE LOS MUROS DE LA PRISIÓN

Sidálava y la Fundación Vital han publicado una guía en la que se recogen las diez aves que pueden verse en la prisión de Zaballa. Los textos los ha escrito Brian Webster, presidente del Instituto Alavés de la Naturaleza y voluntario de la comisión en la cárcel.

No existen muros ni barreras para los pájaros. Surcan los cielos en libertad y se detienen donde quieren. Aterrizan en lagos, en bosques e incluso en el patio de una prisión. Bien lo saben los presos de Zaballa que, gracias a los voluntarios de Sidálava y a la financiación de la Fundación Vital, cuentan con una guía en la que se recogen las diez especies que pueden observarse en las zonas verdes de la cárcel. «Y espero que con el tiempo aparezcan más», señala Brian Webster, presidente del Instituto Alavés de Naturaleza (IAN), que colabora con la comisión antisida e imparte un taller de ornitología en centro penitenciario.

Él se ha encargado de redactar la guía, ilustrada por Ana Isabel Díez y Norber F. Martín, quien considera «muy poético el hecho de que personas que están recluidas aprendan a observar y conocer uno de los animales más libres que existen». «Me gusta esa contradicción, y creo que la elaboración de la guía es una forma de dar aliento a los propios presos», añade, e insiste en las bondades de la ornitología. «Es una pasatiempo que pueden adquirir y al que se puedan aficionar cuando salgan de la cárcel», destaca antes de hacer hincapié en que se trata de un proyecto «novedoso».

25 años de voluntariado

Se trata de una idea impulsada por Sidálava, que lleva 25 años realizando actividades de voluntariado en prisión. «El voluntariado ha estado presente desde los inicios, y es un pilar fundamental de la asociación. Y es algo de lo que estamos muy orgullosos, porque es nuestra contribución a la transformación de la sociedad, a conseguir que en este mundo se viva un poco mejor», indica la presidenta de la comisión, Belén Martínez, quien advierte de que las personas presas «forman parte de nuestra sociedad», pese a que muchos den la espalda a esta realidad.

Marta Ferrero, educadora en los pisos de acogida de Sidálava, conoce bien la realidad de los presos de Zaballa, donde se realizan conferencias y talleres. «Uno de nuestros objetivos es atender sus necesidades, responder a las dificultades que encuentran a la hora de ocupar el tiempo disponible y a la carencia de actividades. Además, rompemos la rigidez que tiene el mundo penitenciario, que se rige por horarios. Poder entrar ayuda a romper esas dinámicas», señala.

Cabe señalar que cerca de 160 presos y presas –140 hombres y 20 mujeres– participaron en las actividades organizadas durante el pasado curso por Sidálava, que atiende semanalmente a más de 30 personas. Los jugadores del equipo de rugby Gaztedi también acuden a la prisión para compartir su tiempo con los presos y presas.