Arnaitz GORRITI
Entrevue
ESTEBAN NÚÑEZ
ENTRENADOR DE BIDAIDEAK BILBAO BSR

«Lloré de rabia la final perdida de la Euroliga. ¡Lo tuvimos tan cerca...!»

Con la adjudicación de la Final Four de la Euroliga 2019 a Gasteiz y el descenso de la Liga ACB de RETAbet Bilbao Basket, la gran temporada de Bidaideak Bilbao BSR ha quedado algo eclipsada, cuando merece grandes titulares: subcampeón de la Liga BSR y la Euroliga1, capaz de hacer que «el ruido del polideportivo de Txurdinaga se escuche a una distancia de cuatro manzanas».

En la sede de Bidaideak, en Deusto, aún rumian las dos finales perdidas en un mes. «Las finales son para ganarlas», se dicen, con la cabeza todavía baja y maldiciendo su suerte. Pero cabe recordar la frase del flamante subcampeón de la Euroliga Femenina, el técnico gasteiztarra Roberto Iñiguez: «Quien dice que las finales son para ganarlas, nunca las suele jugar». Y como remacha el propio Esteban Núñez, primer entrenador de Bidaideak Bilbao BSR a sus 26 años, «hemos consegudo competir y tener la opción de ganar cada uno de los partidos que hemos jugado, hasta los que hemos perdido».

¿Cómo tiene el cuerpo el equipo tras las dos finales perdidas?

Son sensaciones encontradas. Por un lado, son los mejores resultados de la historia del club. Hemos tenido la oportunidad de ganar dos títulos, que es el sueño de todos, pero te queda esa espinita clavada y cuesta un poco más valorar lo que has conseguido. Y después de una temporada tan intensa, necesitamos liberar un poco la mente.

¿Al menos sentirán que han cumplido los objetivos?

En realidad, no teníamos unos objetivos tales como quedar primeros o segundos. La idea era que, en cada una de nuestras competiciones que participáramos –Copa, Liga y Euroliga–, competir. Competir cada partido y tener la opción de ganarlo.

Desde esa premisa de competitividad, ya que anteriormente habíamos llegado a la Final Four de la Liga –cayendo siempre en semifinales– y habíamos hecho un buen papel en Europa –finalistas de la Euroliga2–, así que como mínimo, buscábamos hacer lo mismo que en años anteriores y todo lo que sea mejorar, bienvenido fuera.

Luego en Europa llegamos a la final no solo de una competición como Euroliga1, sino que conseguimos ganar a los mejores y al llegar a la final, perdemos contra ellos. Y en la competición doméstica, llegamos a la final después de superar a todo un Ilunion. Y perdemos.

Eso sí, han entrado en el último minuto de las dos finales ganando o perdiendo por solo un punto.

Eso responde a la premisa que comentaba de ser capaces de competir cada partido de cada competición; tener la opción de ganarlo. Todos los partidos que hemos perdido, han sido por menos de diez puntos; en todos ellos hemos estado, dentro del último cuarto, a uno, dos, o tres puntos. Nunca he decidido rotar por estar perdiendo de veinte; al revés, he rotado al vernos ganando por esa diferencia.

¿Se pierden igual ambas finales?

¡No! Son completamente diferentes. Cuando perdemos la Euroliga en Bilbo me da mucha rabia, lloro, me cuesta dormir esa noche... En Ávila también me da rabia, porque nadie quiere perder, pero mi sensación es totalmente distinta.

En Bilbo tuvimos a 500-600 personas animando en la grada. Juegas contra un rival que es muy superior en presupuesto, e incluso en cuanto a jugadores; yo tengo a siete jugadores de primer nivel, Galatasaray a 12; empezamos perdiendo y parece que no es el día. Pero presionamos y remontamos, y toda la segunda mitad dominamos nosotros. Anotábamos fácil y jugábamos en equipo, a ellos les cuesta anotar y cuando los presionamos tienen que tirar de la calidad individual. Y perdemos habiendo tenido la oportunidad de ganar, fallando tres o cuatro tiros libres, otros lanzamientos fáciles... ¡Lo tuvimos tan cerca...!

Al contrario, en Ávila desde el primer minuto Amiab Albacete tiene las cosas más claras que nosotros. Quién se la va a tirar, cómo va a defender... y nosotros vamos todo el rato a remolque. En un momento perdemos de diez, y probamos con un quinteto diferente y conseguimos remontar, pero robando dos balones al límite o porque ellos fallan tiros claros. Mi sensación es que ellos son superiores. Han sido mejores. Punto.

Permítame preguntarle si le dijo algo a alguien tan bueno y tan competitivo como Asier García sobre los dos tiros libres que falló ante Galatasaray en el último minuto de la final de la Euroliga1.

No recuerdo exactamente qué le dije. Por mi manera de ser, lo tengo que animar y no voy a decirle nada. Sí felicité al equipo porque ese segundo puesto se lo había currado, y les dije que no quería ver a ningún tercer clasificado más feliz que nosotros. Obviamente, no me iban a hacer caso, pero el lunes, a la hora de entrenar, todos a hacer sprints y a tirar tiros libres uno tras otro. Ellos saben que necesitan trabajar eso. Y Asier falló los tiros, pero antes metió un triple para ponernos por encima 71-70. No hay nada que reprocharle.

La evolución de Bidaideak ha sido constante estos años, y usted lo ha vidido desde dentro. ¿Cómo?

Esa evolución se ha dado gracias a un grupo de jugadores, tres, cuatro, cinco... que ha estado en estos últimos cuatro o cinco años, algunos de ellos de casa. Poco a poco a ese grupo se le ha ido completando con algún extranjero, algún otro jugador español... Cambiando las piezas que ves que fallan, y que mantienes dos o tres años, hace al final que el equipo evolucione. Un equipo que va por vez primera a Europa, cae eliminado en la primera fase de grupos, pero vas adquiriendo experiencia, a acostumbrarte a jugar con mucha presión y por cosas importantes. Este año no se han perdido las finales por no tener experiencia previa, pero también es parte del proceso.

Desde que Bidaideak entra como patrocinador, sanea las cuentas y empieza de cero, empieza con objetivos a medio plazo de cinco seis años. No puedes entrar y decir «el año que viene quiero ser campeón»; se plantea a más largo plazo, sino en ir formando un proyecto sólido y no que un año sea un buen equipo y al siguiente nada. En ese proceso evolutivo, lo es de los jugadores, el equipo, la entidad... y hemos tenido la suerte de que este año las cosas nos hayan salido bastante bien.

¿Cómo recuerda la temporada?

Ha tenido altibajos. Teníamos tres bajas respecto al año pasado: dos titulares y el sexto jugador; no los más anotadores, pero claves. Además, en las tres o cuatro primeras semanas, faltaba Jannik –Blair–, uno de nuestros extranjeros, porque jugaba el Torneo Asiático con su selección –Australia–. Así, los tres primeros partidos son raros. El primer partido lo perdemos en el último segundo; el segundo lo ganamos por un punto, en el último segundo; el tercero lo perdimos en la prórroga, y también por un punto. Empezamos con un 1-2 pero pudo haber sido un 3-0 o un 0-3.

Después de ese partido, el equipo cambia el chip. Llega Jannik, y el cuarto partido lo jugamos en Málaga –cuarto clasificado de la Liga–, los jugadores meten una marcha más y ganamos de 20. La llegada de Jannik, el pívot Jorge Salazar y el chaval Manuel Lorenzo hace que el equipo suba un punto y despega. Pero despega porque se ponen las pilas, porque si no curramos no le ganamos a nadie. El equipo ve de lo que es capaz y sigue ese camino. De ahí a las finales no va rodado –perdemos en la Copa en cuartos de final en la prórroga–, pero el equipo se convence de que así, sí puede llegar adonde ha llegado.

Usted era ayudante, pero debutó como primer entrenador, siendo más joven que sus estrellas.

Al 70% de los jugadores los conocía, pero al llegar tres jugadores nuevos, tengo que adaptarme también a ellos... Me cuesta un poco porque hasta ahora analizaba el juego y al rival, pero no tenía esta responsabilidad. Y no es tan fácil convencer a estos jugadores, que llevan 20 años jugando y que lo saben casi todo, pero que tú has visto un detalle desde fuera que a ellos, desde dentro, se les ha escapado.

Creo que los resultados del equipo han acompañado a que me adaptara y en la segunda vuelta, o ganamos los partidos, o los perdimos muy ajustados. Diría que la semifinal ante Ilunion, y los dos partidos ante Galatasaray –uno ganado y otro perdido– reflejan la imagen del trabajo hecho en la temporada.

¿Qué me dice del público?

¡Increíble! La «Peña Northern Kings» viene a todos los partidos y anima. Pero además los resultados ayudan; vienen amigos, luegos los amigos de los amigos... Y el ruido del pabellón se escucha desde cuatro manzanas... Los jugadores se sienten arropados y hasta los rivales también destacan el ambiente que se vive en el pabellón.