Mikel CHAMIZO

Una orquesta dentro del órgano

Los músicos electrónicos suelen salir al escenario con una pesadilla recurrente: que en medio de la actuación les salte el pantallazo azul de Windows o el horror equivalente en Mac. Algo así le ocurrió el miércoles a Juan de la Rubia, el organista titular de la Sagrada Familia de Barcelona, a quien en medio de las “Diez melodías vascas” de Guridi se le estropeó el órgano de ecos del Buen Pastor, situado detrás del altar y que permite crear juegos espaciales con el órgano principal que está a 70 metros de distancia. Hubo que parar el concierto unos minutos para arreglarlo, pero la anécdota nos da una pista de la cantidad de recursos que Juan de la Rubia estaba poniendo en práctica en su transcripción de las coloristas piezas de Guridi. Fue un trabajo admirable, casi diría que modélico por cómo logró recrear las combinaciones tímbricas de la versión sinfónica sin comprometer en ningún momento –quizá ligeramente en la “Festiva” final– la efectividad de la escritura para el órgano. Fue todo un espectáculo ver a De la Rubia moverse por los cinco teclados del enorme órgano del Buen Pastor, aprovechando todos los recursos que podían extraerse del mismo, y una alegría comprobar que una creación central de la música vasca, tan popular y querida, era objeto de un transcripción realizada con tanto cariño y habilidad.

Las transcripciones son, al fin y al cabo, la gran especialidad de De la Rubia. Siguió dando muestras de ello en la segunda parte del concierto, en la que abordó la “Sinfonía nº1” de Brahms, nada más y nada menos. El resultado volvió a ser imponente, aunque aquí no buscara tanto la especificidad de los timbres orquestales. Pareció centrarse más en la construcción formal y en el sutil dibujo de todas las melodías secundarias y contrapuntos que otorgan su inconfundible aroma a las sinfonías brahmsianas. De nuevo fue una transcripción fiel a la esencia de la obra a la vez que cien por cien organística, y esta proeza tan difícil de ver fue agradecida con entusiasmo por el público presente en la catedral.