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GÉNOVA

El Gobierno italiano, en guerra con la concesionaria del puente de Génova

El Gobierno italiano mantuvo sus acusaciones contra la sociedad que gestionaba la autopista del puente derrumbado en Génova –que anunció que va a defenderse– y reiteró su intención de revocar el contrato de concesión, estimando que no debería pagar una penalización por ello. También la Comisión Europea se defendió de las acusaciones del Ejecutivo italiano y negó haber impedido a Roma invertir en la seguridad de sus infraestructuras.

Mientras en el lugar del derrumbe del puente en Génova –cuyo balance provisional de muertos se redujo a 38, además de 16 heridos– la grúas y las excavadoras seguían ayer quitando escombros, el Gobierno italiano reiteraba sus acusaciones a la empresa Autostrade per l’Italia por la responsabilidad de la tragedia.

El Ejecutivo quiere revocar el contrato de concesión de la firma en el tramo donde se halla el puente derrumbado y varios ministros han exigido incluso que sean revisadas todas sus concesiones. El Ministerio de Infraestructuras y Transportes ha constituido una comisión de investigación sobre las causas del derrumbe y determinar «cualquier incumplimiento por parte del titular de la concesión», responsable «de garantizar la seguridad de la infraestructura».

El grupo Atlantia, controlado por la familia Benetton, y del que es filial Autostrade, replicó que el anuncio del Gobierno fue hecho «en ausencia de cualquier objeción específica» y «de cualquier certidumbre sobre las causas efectivas» del drama.

Autostrade per l'Italia confía en poder demostrar que «siempre respetó correctamente sus obligaciones de concesionaria» y agregó que «no es posible de momento formular hipótesis sobre las causas del derrumbe» del viaducto. Ello no impidió que la acción de Atlantia en la bolsa de Milán perdiera un 22% al cierre de la sesión.

La empresa recordó que el Estado se vería obligado a pagar miles de millones de euros de compensación por la revocación de esta concesión. El viceprimer ministro de Italia y titular de Desarrollo Económico, Luigi Di Maio, la estimó en 20.000 millones de euros, pero advirtió de que «se pagan cuando se rompe un contrato sin ninguna motivación. Pero aquí estamos hablando de un contrato con Autostrade que preveía una serie de obligaciones que para nosotros no se han respetado».

El ministro del Interior, Matteo Salvini, estimó además que la empresa debía invertir parte de sus beneficios en la ciudad de Génova. «Si el Gobierno ha movilizado cinco millones de euros, ellos deberían poner 500 millones sobre la mesa», afirmó.

También la Comisión Europea se defendió de los ataques del Ejecutivo italiano que le responsabiliza de obligarle a «compromisos que nos impiden gastar el dinero que debemos» en la seguridad de las autopistas. Bruselas afirmó que «los estados miembros son libres de fijar las prioridades políticas específicas, por ejemplo el desarrollo y mantenimiento de las infraestructuras». Aseguró que así se lo recomendó a Roma, que cuenta con 2.500 millones de euros para su red de carreteras y ferroviaria entre 2014 y 2020.

Mientras, en el lugar del desplome, los trabajos de búsqueda «es peligroso porque los escombros son inestables», y también lo es la parte del puente aún en pie, explicó Emanuele Gissi, un responsable de los bomberos que indicó que «seguimos buscando cavidades que pudieran albergar a personas, vivas o no».

La prefectura ha recibido numerosos avisos de personas desaparecidas, «pero es difícil saber si alguien no responde al teléfono porque ya está de vacaciones en otro lugar del mundo, o porque desgraciadamente está ahí abajo», sostuvo Salvini.

 

Sin el puente Morandi, la ciudad teme el caos

Encajonada entre el mar y la montaña, Génova, con 600.000 habitantes, es un entrelazado de túneles y viaductos que vive asfixiada por el tráfico. Habitantes y expertos temen el caos sin un puente que permitía el paso de más de 25 millones de vehículos cada año. Génova, cuya economía gira en gran parte en torno a su puerto, podría convertirse en impracticable cuando terminen las vacaciones de verano.

«El puente Morandi era el único punto de paso entre el este y el oeste de la ciudad capaz de absorber volúmenes elevados de tráfico. Y era también un paso obligado para ir hacia el norte de la región, o a Francia, y en algunos casos para unir diferentes partes del puerto», explica Giovanni Vecchio, investigador de la Escuela Politécnica de Milán. «En tiempo normal, ya se produce un caos en cuanto hay un accidente en la autopista, y sin el puente Morandi, mejor ni hablar...», lamenta Maurizio Campara, chófer de autobús.GARA