EDITORIALA

Por un modelo propio de juego responsable

Aunque no consta entre las prioridades políticas, el notorio auge de las apuestas deportivas en Euskal Herria –no somos una anomalía, se trata de una tendencia global– ha creado cierta alarma social, acompañada por el SOS de las asociaciones de ludópatas y por la presencia mediática de las casas de apuestas. Ejemplo de lo último son el Mundial y la Liga de Fútbol. GARA ha tratado de acercarse al fenómeno como lo debe hacer un periódico con vocación de servicio de país, ofreciendo datos contrastables, opiniones autorizadas y testimonios directos.

El tema es complejo y tiene muchas aristas. En un primer bote, cabe indicar que no existe un problema de juego mayor que en los países más cercanos, lo cual no quiere decir que no tengamos un problema. Del mismo modo, más que la situación presente, preocupa sobre todo la evolución de las apuestas deportivas. Si la tendencia se mantiene, el problema podría adquirir proporciones mayúsculas. El testimonio de quienes sufren ludopatía y de sus familiares, recogido hoy en estas páginas, da cuenta del infierno en que se puede convertir el juego patológico. Debe servir de advertencia para actuar cuanto antes.

Existen mimbres para hacerlo de manera colegiada, como país. Las asociaciones lo exigen y un ecosistema propio de casas de apuestas –una peculiaridad destacable– lo hace posible. Falta la voluntad política para poner el tema encima de la mesa y destinar los recursos necesarios; se podría impulsar, por ejemplo, que empresas y administraciones reviertan en prevención y atención a ludópatas parte del beneficio obtenido con el juego. Es de recibo. Ni el juego ni las apuestas van a desaparecer de la noche a la mañana, menos con la infinita ventana de internet abierta de par en par. En manos de todos está, sin embargo, dotarnos de instrumentos que den forma y fondo a un modelo –hoy inexistente– de concienciación social y juego responsable capaz de responder al reto planteado.