Aritz INTXUSTA

PRÁCTICAS DEL DEPORTE QUE MACHACAN A LA MUJER

Las mujeres entraron al mundo del deporte sumándose a disciplinas pensadas para hombres. Mismos entrenamientos, mismas rutinas y sobreesfuerzos. Pero anatómicamente no somos iguales. El deporte no puede seguir como si no estuvieran ahí.

Las dimensiones reglamentarias de un campo de fútbol se fijan entre los 90 y 110 metros de largo por entre 64 y 75 metros. Los hombres, más testoterónicos, rápidos y resistentes, destacan sobre un terreno amplio. Pero quizás, si el tamaño del campo fuera un poco más pequeño, y por tanto contara más la agilidad, la astucia y la estrategia, las distancias de juego entre hombres y mujeres no fueran tan grandes a la hora de darle patadas a un balón.

¿Es hora de reducir los campos de fútbol y rebajar las canastas? Quizá merezca la pena detenerse a pensarlo. Pero hay cosas que todavía son más urgentes. «Una vez una entrenador de un centro de alto rendimiento nos comentó que tenían niñas de 12 que estornudaban y se meaban encima», comenta Lidón Soriano, una de las directoras del curso de verano de la UPNA “Mujeres y Deporte: Subvirtiendo desigualdades de género”.

Soriano tiene las licenciaturas de Educación Física, Fisioterapia y Enfermería. Lucha ahora por concienciar a los entrenadores y deportistas de la importancia que tiene para el cuerpo de la mujer adaptar las rutinas a sus particularidades y atender a cuestiones como el cuidado del llamado suelo pélvico, la parte de la musculatura interna que sostiene el tronco. Es lo que les ocurría a esas niñas, pero también al 80% del equipo sueco de salto de trampolín, según un estudio de K. Eliasson de 2002. En los últimos años, ha crecido el interés sobre el cuidado de esta parte de la musculatura interna, principalmente por su importancia durante el proceso de parto. Pero para la práctica del deporte, resulta igual de esencial, aunque mucho más desconocida.

«El deporte ha sido un mundo machista y masculinizado. Eso nos ha llevado a copiar pautas de entrenamiento y eso nos lleva a distintas disfunciones», explica Soriano. La directora deja claro que las mujeres pueden hacer cualquier deporte que quieran, pero teniendo en cuenta las particularidades de su anatomía. «No es que no se puedan realizar ejercicios de abdominales, pero hay que hacerlas de determinada forma». Y, sobre todo, compensar los sobreesfuerzos ejercitando y fortaleciendo la musculatura interna con los ejercicios apropiados.

La especialista abre entonces su ordenador porque quiere mostrar un vídeo. Es una resonancia en movimiento de una mujer estornudando. El vaivén que genera un simple estornudo en los órganos internos de un humano sorprende, moviéndose todos hacia abajo para después regresar su posición. El salto de una gimnasta en suelo supone unas hipopresiones mucho mayores y un mayor estrés para esos músculos que un simple estornudo. «El problema, sencillamente, es que nosotras tenemos un agujero en esa parte de nuestra musculatura y eso puede dar a complicaciones para contener esa presión que hacen los órganos». Las afecciones relacionadas con las disfunción del suelo pélvico se producen en ambos sexos. Los hombres pueden llegar a tener prostatitis o disfunción eréctil. Pero los riesgos de las mujeres son bastante mayores, además de la incontinencias y posibles complicaciones en el parto, está el dolor pélvico y los prolapsos. «Los entrenadores se centran en desarrollar los músculos externos como los bíceps y los deltoides, pero la musculatura interna, la que no se ve, resulta igual de importante»

El curso de verano que ha preparado esta experta junto con la socióloga Patricia Amigot, tuvo que ampliar las plazas. Pensaban estar 20 y han acabado 40 y con lista de espera. También hay hombres y esto resulta fundamental pues, en muchas ocasiones, los entrenadores de equipos femeninos o de mujeres deportistas son hombres.&flexSpace;«Para mí que los padres de niñas que hagan cualquier deporte exijan al entrenador que tenga una mínima formación sobre las particularidades del cuerpo femenino y cómo han de desarrollarse sus rutinas sería un gran avance», remarca Soriano.

Unas luchadoras nunca bienvenidas

A las mujeres se lo han puesto muy difícil, desde el principio. El deporte hace gala de fuerza, agresividad, y una serie de connotaciones que se asocian al hombre. El barón Pierre De Coubertin ya dijo que el deporte femenino no era estético y que además «era incorrecto». Pero no hay que ir tan atrás. «Me comentaba una deportista de canoa, Amaia Osaba, que cuando empezaron a remar la gente les decía que aquello era una barbaridad y hasta se iba a deformar los órganos reproductores», dice Soriano.

La marginación del deporte femenino por parte de la sociedad se demuestra en los tiempos que se le dedica en los informativos. Solo el 6% del tiempo que dedican las televisiones a los deportes son noticias de logros de mujeres. Y en las radios es mucho peor, ya que se quedan en el 3%. «Además, buena parte de esas noticias tienen un tono de corazón y se centran en las deportistas más atractivas», remarca Soriano.

Mientras se entienda que los logros deportivos de las mujeres son secundarios y no se informe adecuadamente será complicado que aflore su problemática particular y se corrijan las cosas que funcionan mal. Las mujeres, por derecho y esfuerzo, no son una intrusas y el mundo deporte debe integrar con equidad a esa mitad de la población.