Raimundo Fitero
DE REOJO

Día del huevo

El segundo viernes de cada mes de octubre se celebra el Día Mundial del Huevo. Es decir, este año se celebró ayer. Día doce de octubre. Un día de resurrecciones, actividades medievales, muestras de patrioterismo de plastilina y celebraciones militares con una cabra, en esta ocasión un macho cabrío, también conocido como cabrón, y la lluvia sobre Madrid, capital de un reino singular. Los aviones no pudieron volar por amenaza de tormenta. Se nos dice de manera insistente que este año han desfilado más mujeres que nunca. De la Guardia Civil. 

Pero volvamos a la metáfora: el Día Mundial del huevo, se sustanciaba en las televisiones estatales en la demostración de güevos de los fascistas españoles por las calles de Barcelona. En un relato se nos indicó de la valentía de una alcaldesa por poner la bandera rojigualda en la fachada de su ayuntamiento tarraconense. Sustentando la misma pancarta, dirigentes de primera línea de Vox, PP y Cs. El triángulo de la derecha y los huevos duros. Un cartel excelente. La muestra más fotogénica de unos constitucionalistas a palos. Tres bocas para escupir las mismas mentiras, los mimos mensajes, las mismas sandeces. Ahora pregunto, ¿lo del huevo de Colón, tiene que ver con algo de esta celebración mundial? A excepción del trío de la bandera del pollo de aguilucho y sus palmeros, lo del día de la raza, el descubrimiento y posterior conquista de América, la madre patria y todas esas simbologías de la decadencia se han tratado de una manera menos escandalosa. Están más preocupados con la unidad. Y con perder sus privilegios de clase. Todo se sigue haciendo por güevos, en nombre de lo de siempre: Dios, la Patria y el Rey. La regeneración parece que esperará. Además, como escrito por un guionista de “Cuéntame”, la selección española de fútbol ganó. Y un huevo frito o pasado por agua.