Luis Uhalde, Jesus Viana, Txus Najera Allo
Miembros de Banatu Taldea
KOLABORAZIOA

Horas extraordinarias en Navarra: No gracias

El pasado mes de junio Banatu Taldea, señalaba con el Punto Negro del Paro a la patronal navarra, CEN, por el elevado número de horas extras por persona trabajadora y mes en Navarra (de las tasas más altas del Estado), en base a los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística. Unos meses más tarde, hemos podido saber a través de la prensa que, según un estudio de Randstad, en 2017 las empresas navarras gastaron casi 74 millones de euros en pagar horas extras, lo que equivaldría, según sus cálculos, al coste de 2.242 puestos de trabajo.

Nos dicen que, como única forma de generar nuevos puestos de trabajo, debemos buscar a toda costa un crecimiento ilimitado, entendido este en términos meramente capitalistas (aumento del PIB), a pesar de las nefastas consecuencias sociales y ambientales que conlleva. Pero no nos advierten de que la llamada recuperación de la economía, entendida esta en términos meramente capitalistas, en un contexto de desregularización total que emana de una regresiva legislación laboral, lleva a un aumento de la contratación en condiciones más precarias, provocando mayor siniestralidad y, como vemos, a base de horas extraordinarias, incluso sin remuneración. Así es el sistema que debemos soportar.

Tampoco en el otro lado, en el de los sindicatos y la propia clase trabajadora, encontramos una respuesta a la altura de la situación. Toleramos y aceptamos que el análisis de la realidad laboral pase por una serie criterios y valores en términos meramente capitalistas y adaptamos nuestras estrategias a ese contexto que damos por inmutable. Socialmente se han dejado de ver mal las horas extras, tal y como se veían hasta hace bien poco. Se consideraba que de la jornada pactada debía derivarse un salario suficiente, que la realización de horas extras iba en contra de nuestros derechos y, además, se entendía que alargando la jornada, se reducían las posibilidades de acceder al empleo a otras personas y existía un rechazo extendido a esta práctica. Esta actitud de una mínima rebeldía, de rechazo íntimo, es imprescindible para forjar cualquier avance que pueda llegar a transformar las horas extras en nuevos puestos de trabajo. Imprescindible también para que exista un contexto más protector para aquellas personas para las que, debido a la precariedad que padecen, hacer horas extraordinarias no es una opción sino una imposición.

Sería demasiado ingenuo e incluso contraproducente pensar que podemos plantearnos materializar un proyecto de modelo social más justo sin tener en cuenta la fuerza con la que el capitalismo atraviesa y define casi todos los ámbitos de nuestras vidas: trabajo, ocio, cuidados, consumo, salud, etc. Por ello, un primer paso bien pudiera ser el ir anteponiendo, de forma crítica, algunos criterios, definidos desde la búsqueda del bien común, al individualismo y consumismo que nos dictan cómo debemos vivir. Por ejemplo, anteponer a su búsqueda de crecimiento ilimitado un mejor reparto de los trabajos (remunerados, domésticos y de cuidados) y de la riqueza. Se trataría de, lejos de aceptar la creciente fragmentación y racionamiento de un empleo, cada vez más precario, reducir de forma estructural el tiempo de trabajo, trabajando menos horas para trabajar todos y todas en condiciones dignas y así vivir mejor, sumándola a otras muchas medidas como la de aumentar la progresividad fiscal para garantizar así los servicios públicos.

Proponemos que los sindicatos, comités de empresa y trabajadores y trabajadoras planteemos en la negociación de los nuevos convenios convertir el tiempo resultante de las horas extras –trabajadas en cada empresa en el año anterior– en nuevos puestos de trabajo. La Administración Foral debe desempeñar un papel ejemplarizante en este tema.

Recuperar el pulso social ante las horas extraordinarias, camina en el sentido de mejorar nuestra vida. Nos implica individualmente y nos reta colectivamente a la vez que nos ayuda a cambiar de paradigma en esta fase tan exacerbada del proceso de mercantilización de la sociedad. Cuestionar y reducir las horas extraordinarias nos acerca, por tanto, a otro tipo de modelo social más digno, solidario y justo.