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BRUSELAS

El FMI se suma a las presiones para que Roma cambie sus presupuestos

La jornada de ayer era la última antes de que concluyera el plazo concedido por la Comisión Europea a Roma para que le remita un nuevo plan presupuestario que corrija los incumplimientos del Pacto de Estabilidad que recogía el anterior. La respuesta se hacía esperar.

Las medidas de estímulo contempladas en los planes presupuestarios del Gobierno italiano tendrán un dudoso efecto positivo sobre el crecimiento de la economía a corto plazo, que a medio y largo plazo acabará siendo negativo y dejará expuesto al país a incurrir en una nueva recesión, lo que obligaría a acometer un ajuste mayor cuyos efectos serían soportados desproporcionadamente por los más desfavorecidos, según ha advertido la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) desplazada a Italia para elaborar su informe anual “Artículo IV”.

«El estímulo planeado conlleva sustanciales riesgos a la baja y dejaría a Italia muy vulnerable», apuntan los técnicos del FMI en sus conclusiones, señalando que los potenciales efectos positivos de estas medidas expansivas en el corto plazo podrían verse más que contrarrestados por el efecto negativo de la ampliación de los diferenciales de la deuda soberana (prima soberana), que acabarán encareciendo los costes de financiación del sector privado.

En su análisis, los enviados del FMI señalan que los principales problemas económicos de Italia son el bajo crecimiento y los bajos resultados a nivel social, expresando su aprecio por las intenciones del Gobierno de impulsar la actividad y la inclusión, aunque disienten de Roma en el método ideal para alcanzar esta meta, para lo que proponen un paquete de reformas estructurales, además de perseverar en la consolidación fiscal y el saneamiento del sector bancario.

Por su parte, la canciller de Alemania, Angela Merkel, arremetió ayer en el Parlamento Europeo contra el Gobierno italiano, al que advirtió de que acumular más deuda «pone en peligro la estabilidad de la eurozona» y recordó que una moneda común «solo puede funcionar» si los estados cumplen con todos sus «deberes».

En su tercera y última intervención ante el pleno, Merkel confió en que la Comisión Europea y Roma alcancen el acuerdo, pero insistió en que las reglas fiscales son comunes y todas las capitales deben cumplirlas.