Mikel INSAUSTI
COLETTE

La vindicación feminista recupera a la escritora que creció con la joven Claudine

Siempre resultan apasionantes los biopics sobre las mujeres de principios de siglo pasado que definieron lo que es la modernidad, adelántandose a su tiempo tanto en su mentalidad revolucionaria como hasta en su manera de vestir, por lo que tenía de actitud liberadora frente a una sociedad cortada por el patrón del patriarcado. Y, extrañamente, no es el cine francófono el que reivindica a Colette, sino una producción anglosajona de época protagonizada por la actriz británica Keira Knightley, en el que ya muchos consideran su mejor interpretación en un papel histórico. Para los puristas, sin embargo, tal vez resulte artificioso oír hablar a su personaje en inglés, aunque a nosotros a fin de cuentas nos llega la versión doblada que todo lo neutraliza.

Pero este es un proyecto de un cineasta también británico como Wash Westmoreland, que junto al recién fallecido Richard Glatzer constituía una gran pareja creativa, que perdura gracias a que en el guion colabora el que fuera su compañero. En Hollywood irrumpieron con la independiente “Quinceañera” (2006), para consagrarse definitivamente con “Siempre Alice” (2014), película que le valió un Óscar a Julianne Moore. Su experiencia en las biografías con miga está más que demostrada, gracias a “La última aventura de Robin Hood” (2013), dedicada al controvertido actor Errol Flynn.

El relato se centra en la etapa inicial de Sidonie-Gabrielle, cuando comienza a trabajar en la editorial del que será su primer marido Henry Gauthier-Villars “Willy”, para el que trabaja en el anonimato.

Consciente del éxito alcanzado con su colección de “Claudine”, inspirada en su infancia y juventud, acabará por tomar las riendas de su vida, a lo que contribuye su amistad y relación lésbica con Mathilde De Mornay “Missy”, que le desubre la bohemia parisina y el mundo del music-hall.