EDITORIALA
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De Miguel; minimizar la corrupción trae esto

Este 2018 va camino de ser el año en que se caiga una de las ilusiones de ese «Euskadi oasis» de cartón-piedra recreado por las administraciones del PNV. El informe final del fiscal jefe de Araba, Josu Izagirre, ayer en el juicio del «caso De Miguel» afirma precisamente que en una de ellas, la Diputación de Araba, anidó una trama de cobro de comisiones con una veintena de beneficiados. Por el número de implicados y por ese encaje en el tuétano institucional, este escándalo supera con creces a otros recientes (Bakio, Margüello, purines de Karrantza, Hiriko...) y a los que deberían aclararse próximamente (Balenciaga, Osakidetza...) Componen una secuencia vinculada siempre a dirigentes del mismo partido y que deja en evidencia su autocomplaciente discurso al respecto. No, la CAV no era ningún oasis.

El precedente de Nafarroa es ilustrativo sobre los efectos que tiene minusvalorar el riesgo de prácticas corruptas y favorecer así que acaben por convertirse en lacra. El encarcelamiento de un lehendakari como Gabriel Urralburu por cobrar comisiones y la caída de otro posterior, Javier Otano, por titular cuentas en Suiza no dio paso a una auténtica regeneración sino que fue utilizado por UPN para su interés, y así llegaron una década después otros escándalos como el de las dietas y el vaciamiento de la CAN, que implicaron a dos lehendakaris más (Miguel Sanz y Yolanda Barcina) y acabaron descabalgando a UPN. También en el Estado al PP le ha acabado costando La Moncloa despreciar el impacto social y político de robar dinero público: Mariano Rajoy ni siquiera vio venir la moción de censura.

«La corrupción no encaja en nuestra cultura y nuestros valores políticos», señaló el lehendakari Iñigo Urkullu en el Parlamento en 2014, cuando la mayor parte de los casos citados ya estaban bajo sospecha o investigación judicial. De aquellos polvos han venido estos lodos, y por el momento no se atisban ni un análisis realista ni una reacción tajante que eviten nuevos barrizales. ¿Por qué no ya?