EDITORIALA

No es cuestión de dinero, es de voluntad política

Si algo ha demostrado la negociación de los presupuestos entre el Ejecutivo de Urkullu y EH Bildu es que hay dinero para invertir, que con él se pueden revertir algunos de los recortes sociales impuestos en la fase anterior y que se pueden atender las urgencias humanas más apremiantes en la sociedad vasca. Que se puede apoyar a pensionistas, desempleadas y sectores más vulnerables. Otra cosa es que se quiera gastar, que se quiera gastar en esto y, llegados a este punto, que se esté dispuesto a hacerlo de la mano de la oposición.

Uno de los argumentos más delirantes para presionar a EH Bildu es que de no ser así se deberán prorrogar los «presupuestos del PP». Claro, los que acordaron el año pasado con Lakua. En estos tiempos de fugacidad informativa puede haber una parte de la ciudadanía que se haya olvidado que hasta hace cuatro días se apoyaba a Mariano Rajoy en Madrid y en la CAV se aprobaban las cuentas públicas con concesiones al PP. No conviene recordarlo tanto porque, en año electoral, esas alianzas no casan ni con el posicionamiento nacional del PNV ni con el social del PSOE, menos aún con el de la resistencia al avance de la derecha española y sus recortes.

Ahora priman otros cálculos y casi nada de lo que se haga y diga tiene que ver con la bondad de las enmiendas presentadas por EH Bildu ni con su viabilidad presupuestaria. Desde las filas jeltzales se ha aceptado que serían unas cuentas notablemente mejores. Igualmente se acepta que el proceso negociador ha sido más que razonable, aunque no tiene nada que ver con los clásicos de «una variante en el pueblo en el que gobierno». En este contexto es paradójico que Lakua, responsable de las cuentas públicas y mayor interesada en que salgan, dé un ultimátum. Pese a tener mucha experiencia en esta clase de negociaciones, demuestran cierta falta de temple. Ya han mostrado su nivel de interés, los recursos que hay y las virtudes del pacto. No está claro si tienen voluntad política.