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May supera la moción de censura conservadora y anuncia su retirada

Theresa May, superó la moción de censura dentro del Partido Conservador presentada por los parlamentarios contrarios al acuerdo del Brexit pactado con la UE. Con 200 votos a favor y 117 en contra, May se deshizo de los tories hostiles, pero cedió al anunciar que no competirá en las legislativas de 2022. Ahora afronta el reto de llevar el acuerdo a Westminster, donde podría tener que enfrentarse aún a una moción de censura de la oposición.

Con 200 votos a favor y 117 en contra, en una votación secreta, la primera ministra británica, Theresa May, superó ayer la moción de confianza en el seno del Partido Conservador para decidir sobre su continuidad al frente de la formación y el Gobierno. «El resultado de la votación de esta noche es que el grupo parlamentario tiene confianza en Theresa May», anunció Graham Brady, presidente del Comité 1922, que reúne a los diputados conservadores.

La diputada Nicky Morgan afirmó tras la votación que «la razón ha prevalecido», mientras que su compañero de bancada Jacob Rees-Mogg, uno de los líderes de la facción euroescéptica, consideró que los 117 votos en contra de May suponen un «resultado terrible» para ella.

Aunque con un importante número de votos contrarios, May sale reforzada en tanto que diputados de su partido no pueden ahora forzar otra moción de censura en su contra en el plazo de un año. Con esta garantía bajo el brazo, afronta ahora la recta final del Brexit.

Tras la votación, May confirmó que seguirá adelante con el trabajo de materializar el Brexit. Ante su residencia de Downing Street, la primera ministra reconoció que un número «significativo» de diputados conservadores votaron contra ella y aseguró que ha «escuchado lo que han expresado».

El ministro de Finanzas, Philip Hammond, se felicitaba por anticipado de un resultado que permite a May «deshacerse de los extremistas que anteponen sus intereses y no los del pueblo o los de la economía británica».

«Ahora deberán limitarse a gesticular y gritar», señalaba la jefa del servicio político de la BBC, Laura Kuenssberg. No obstante, los obstáculos no han terminado. Aunque cierre el frente dentro de su partido, sigue abierta la puerta a una moción de censura por parte de la oposición. En la última semana, varios partidos, con el Partido Nacional Escocés (SNP) al frente, han venido reclamando esa opción, pero el Partido Laborista, por el momento no se ha decidido a dar un paso al frente.

La primera ministra continuará ahora sus reuniones con los líderes europeos para intentar obtener «garantías» sobre el texto de retirada de la UE. En particular, busca clarificaciones que satisfagan a los descontentos con el mecanismo de salvaguarda para evitar una frontera en el norte de Irlanda. Si logra algún anexo que pueda presentar ante el Parlamento, la votación sobre el acuerdo, que suspendió el pasado martes ante la previsible derrota, se llevaría a cabo antes del 21 de enero.

Si es aprobado, comenzaría la «salida ordenada» de la UE, pero si es rechazado, podría significar el fin de Theresa May en el poder. Esto llevaría a la formación de un nuevo gobierno o la convocatoria de nuevas legislativas en dos semanas, escenario que busca el laborismo. Precisamente, una eventual victoria laborista o un segundo referéndum es uno de los argumentos que agitó May para aglutinar las filas conservadoras.

La primera ministra rechaza convocar una nueva consulta, deseada por un bueno número de eurófilos, que esperan un resultado distinto al de 2016 y acabaría con todo el proceso de salida. En todo caso, otro referéndum retrasaría meses el proceso del Brexit.

Los tories contra May

Los conservadores que reclamaban la cabeza de May son los partidarios duros del Brexit, decididos a romper totalmente los lazos con Bruselas, sean cuales sean las consecuencias .

Según estos euroescépticos e incluso eurófobos, el acuerdo pactado que prevé una permanencia provisional de Reino Unido en la unión aduanera, amenaza con atar indefinidamente al país al bloque europeo y constituye una traición al resultado del referéndum de 2016.

El exministro de Exteriores, Boris Johnson, una de sus figuras más destacadas, calificó el teto de «humillación nacional que convierte el Brexit en una burla».

Otro de ellos, Steve Barker, miembro del grupo de parlamentarios conservadores euroescépticos ERG, cree que los diputados británicos «no deberían tener miedo a salir sin acuerdo», lo que supone un aumento de aranceles y controles fronterizos de mercancías, entre muchos otras nuevas trabas.

Para Pascale Joannin, directora del centro de reflexión proeuropeo Robvert Schuman, «este posicionamiento va más allá de lo racional, es la ideología del ‘salimos pase lo que pase’, pero está claro que no llegan a hacer una contrapropuesta».

Poco antes de la votación la primera ministra anunció a los diputados del Partido Conservador que no competirá por la reelección en los próximos comicios, previstos para 2022. Intentó así calmar a sus detractores y sobrevivir a la moción de censura interna, garantizándoles que se hará a un lado en la disputa por el poder. May contraatacó la iniciativa de la moción con una ronda de contactos que tuvo lugar a lo largo del día en su despacho en Westminster. En ella, anticipó sus planes a algunos de ellos. «Sus primeras palabras han sido ‘no voy a convocar elecciones anticipadas’», a lo que después añadió que «no pretende liderarnos en las elecciones de 2022», explicó a Reuters el diputado conservador Alec Shelbrooke. La ministra de Trabajo y Pensiones, Amber Rudd, lo confirmó y destacó que fue un momento muy emotivo. «Ha dicho ‘en mi corazón quiero hacerlo pero reconozco que no voy a hacerlo’», señaló.

George Freeman, otro de los presentes en dichas reuniones, celebró que May finalmente «ha escuchado» la voluntad del partido. «Una vez que haya conseguido un Brexit ordenado, se echará a un lado para la elección de un nuevo líder que lidere la reunificación y la renovación que necesitamos», se felicitó.

También antes de la votación el sector empresarial británico manifestó su preocupación ante la crisis, una opinión más que pudo pesar en la votación. El director general de las Cámaras de Comercio Británicas, Adam Marshall, declaró que «la total decepción entre las empresas que miran los acontecimientos en Westminster no es exagerada. Nuestras empresas están preocupadas, los inversores en todo el mundo están desconcertados y decepcionados, y los mercados están mostrando una tensión grave mientras esta saga política continúa», agregó. Marshall advirtió de que «la historia no será amable con aquellos que han dado prioridad a una ventaja política por encima de los sustentos de la gente».

Igualmente, el presidente de la Federación de Pequeñas Empresas, Mike Cherry, pidió a los políticos que cumplan ante «las pequeñas empresas que están clamando por un poco de certidumbre sobre el futuro».

Berlín y París advierten a tirios y troyanos ingleses

Horas antes de que May afrontara el impeachment interno conservador, la canciller alemana, Angela Merkel, reiteraba ante el Parlamento de Berlín que no habrá renegociación del acuerdo para la salida de Gran Bretaña de la UE, prevista para finales de marzo de 2019. «Esta es la posición general de los 27 estados miembros», insistió.

Preguntada sobre la incertidumbre por la posibilidad de un no acuerdo, Merkel respondió con un lacónico «estamos trabajando intensamente para que se produzca una salida ordenada».

En la misma linea, el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Yves Le Drian, reiteró que no habrá renegociación del acuerdo de salida británica de la UE.

El mensaje, más que a May, va dirigido a los brexiters que aseguran que Bruselas va de farol y que, ante la perspectiva de un Brexit duro, cederán un nuevo cheque británico, y a los laboristas de Corbyn, que insisten en que negociarán un nuevo y mejor acuerdo para los trabajadores con la UE. GARA

Speaker de los Comunes, no del Ejecutivo

Presidente de la Cámara de los Comunes (speaker, altavoz en inglés), John Bercow defiende con vehemencia los derechos de los diputados por encima de la estrategia del Gobierno, como se ha visto estas semanas en los debates sobre el Brexit. El Ejecutivo de May no oculta su irritación.

Según una fuente gubernamental, algunos ministros han mostrado en privado su descontento con su modo de gestionar los debates. El pasado martes, la ministra de Relaciones con el Parlamento, Andrea Leadsom, salió a la palestra insinuando que Bercow tiene un posicionamiento parcial. «Él ha mostrado públicamente su opinión sobre el Brexit, lo que es un problema, porque la imparcialidad del presidente de la Cámara es esencial», señaló.

Leadsom se refería a la crítica del speaker a la decisión de May, quien, para evitar una humillante derrota, retrasó sine die el voto sobre el acuerdo del Brexit. Bercow criticó una «maniobra descortés» y sugirió que lo «respetuoso» sería que el Parlamento votara sobre ese retraso. Su propuesta fue tajantemente rechazada por el Ejecutivo, tras lo que el speaker autorizó a la oposición a un debate de urgencia en el que esta mostró su cólera abiertamente. Hace días hizo lo propio y autorizó a la oposición a hacer valer sus argumentos contra la negativa del Gobierno a hacer pública la versión íntegra del acuerdo del Brexit, lo que forzó un voto excepcional contra el «ultraje al Parlamento».

Diputado tory antes de acceder a la función no partidista de speaker hace nueve años, Bercow ha sido una espina clavada en los sucesivos gobiernos conservadores. David Cameron, predecesor de May, intentó destituirle en vano. Con su prerrogativa de decidir quién, cuándo y sobre qué habla en el Parlamento, el año pasado se ganó los reproches de la bancada tory tras rechazar la intervención del presidente de EEUU, Donald Trump.

Tras llegar con 46 años a ser el más joven titular de esa prestigiosa función, Bercow no ha dudado en intentar modernizar los usos parlamentarios. En junio de 2017 permitió que los diputados puedan acudir a sus escaños sin la preceptiva corbata.GARA