Agustín GOIKOETXEA

La familia Llona Sáenz busca compromisos para hallar a Sabin

Catorce años y cuatro meses han transcurrido desde que se perdiese la pista de Sabin Llona Sáenz en Tallahassee (Florida). Con la aparición de nuevos indicios, la familia pide compromisos para que la desaparición de este bilbaino se termine esclareciendo.

La llama de la esperanza sigue viva en la familia Llona Sáenz, empeñada en que la desaparición de Sabin deje de ser una incógnita y puedan cerrar definitivamente este trágico episodio que ha marcado sus vidas. Sus padres y su hermana Nerea llevan peleando por ello desde la tarde del 2 de agosto de 2004, cuando se perdió su pista en una zona apartada, con mucha vegetación y poco poblada de Tallahassee. El bilbaino había acudido de vacaciones a la capital del Estado de Florida, como lo había hecho en verano de 1999, con intención de regresar al Botxo para setiembre, aunque había apuntado a sus seres queridos la posibilidad de adelantar ese retorno.

Desde la noche de la desaparición, su hermana instó a la Policía del Condado de León a iniciar los rastreos, labores de investigación que se fueron demorando y que desesperaron a sus allegados. Fue Nerea quien encontró un día después, en una cuneta, la camisa que una compañera de trabajo suya había dejado a Sabin para que no le picaran los mosquitos. A esa búsqueda se incorporó, en setiembre de 2004, su madre, que viajó a Miami, emprendiendo una serie de gestiones ante la embajada española en Washintong y consulado en Florida, así como con responsables policiales. En Bilbo, su padre interpuso una denuncia ante la Ertzaintza.

«Pienso que lo han matado», confiesa María Jesús Sáenz, en su domicilio del barrio de Txurdinaga, mientras muestra parte de la documentación que ha ido acumulando a lo largo de estos años. «Es más fácil considerarlo desaparecido y no investigar», lamenta esta mujer, que no pierde la ocasión para buscar algún resquicio ponga el cierre a este caso. Cree fundamental la implicación de las autoridades estadounidenses, aunque no desdeña el apoyo de las instituciones vascas y españolas para que ese ansiado compromiso llegue.

Las gestiones a lo largo de este tiempo han sido múltiples ante instituciones vascas y españolas, así como en EEUU, sin olvidar ONG especializadas en la búsqueda de desaparecidos. Han empleado todos los altavoces que se les han brindado y llegaron a contratar a un detective privado para tratar de hallar alguna pista. La familia se queja de la «dejadez» en la investigación policial, a la que achacan haber sido muy deficiente. En ello han centrado sus esfuerzos.

Sáenz mantiene la rutina de emplazar a distintos agentes, ya sea personalmente o a través de carta, a que requieran a las autoridades estadounidenses a que no abandonen las pesquisas. «Mando una carta y siempre me contestan lo mismo», lamenta la madre de Sabin. En Tallahassee insisten en que el caso no se ha cerrado, aunque la familia tenga una impresión distinta. Los responsables consulares españoles en Miami les aseguran que mantienen contactos periódicos, pero los Llona Sáenz no ven los resultados, tampoco los del nuevo detective designado.

En esa labor, María Jesús Sáenz animó a los senadores Jose María Cazalis (PNV) y Jon Iñarritu (EH Bildu), que estuvieron el 26 de noviembre en el nuevo juicio a Pablo Ibar en Florida, a que intermediasen. Lo hicieron y, además, Iñarritu ha presentado en la Cámara Alta varias preguntas dirigidas al Ejecutivo español para conocer las gestiones realizadas ante las autoridades de EEUU.

La familia de Sabin Llona se muestra esperanzada de que nuevas revelaciones, que han conocido hace un año aproximadamente, sirvan para acabar de esclarecer la desaparición, aunque entienden que es necesario que las autoridades vascas y españolas soliciten a sus homólogas estadounidenses que las tengan en cuenta.

Nuevos indicios 13 años después

En octubre de 2017, una señora se puso en contacto a través de las redes sociales con Sáenz para darle a conocer que tenía la sospecha de que el cuerpo de Sabin se encontraba en un terreno de su propiedad. «Me pidió perdón y mostró su remordimiento por no haber dicho durante 13 años que presumía que los restos de mi hijo podían estar allí», explica. La familia informó al sheriff del condado de León, que restó credibilidad a ese testimonio, aunque los Llona Sáenz no se resignan y demandan a los responsables policiales que rastreen la zona.

Además, ven contradicciones en las distintas versiones ofrecidas por la chica que acompañaba a Sabin aquel fatídico día. Dudan de que dijera la verdad y advierten de que su primera declaración ante la Policía se demoró en el tiempo inexplicablemente.

Invitación a Juan Mari Aburto

Siguen realizando gestiones en EEUU y también a nivel del Estado español, sin olvidar el ámbito más local, para que continúen trabajando en la investigación y búsqueda de Sabin. En abril de 2016, su madre se dirigió al alcalde de Bilbo, Juan Mari Aburto, para informarle de pormenores de la desaparición, planteándole la posibilidad de que se pusiera en contacto con su homólogo de Tallahassee para interesarse por el caso. Al no recibir contestación, escribió un email y le contestó el concejal delegado de Acción Social, Iñigo Pombo, que no había respuesta de Florida.

Ante los nuevos indicios, Sáenz ha vuelto a remitir una misiva a Aburto, en la que le anima a adquirir el compromiso de contactar con las autoridades de Tallahassee. En pleno periodo navideño, espera que el alcalde tenga ese gesto, que pueda contribuir a acabar con su sufrimiento. Mientras, su hija mantiene contacto con Cándido Creis Estrada, cónsul general español en Miami, esperando a que su mediación sirva para que el sheriff del condado de León acabe rastreando el terreno donde su propietaria asegura que podrían estar los restos de Sabin. María Jesús Sáenz indica que tienen la promesa del canciller de que, en enero, visitará la capital de Florida para interesarse por el caso.