Jon ORMAZABAL
Pelota

Oinatz monopoliza la inspiración en el Labrit

Jokin Altuna, por su parte, sigue sin recuperar su juego y el pase a semifinales se les pone muy complicado.

ALTUNA-MARTIJA 13

BENGOETXEA-IMAZ 22


En un circuito profesional en el que no ya cada campeonato, sino cada partida es una exigente reválida, el estelar del Labrit evidenció ayer el momento antagónico que atraviesan los dos últimos campeones manomanistas. Por un lado, Oinatz Bengoetxea, cómodo en ese papel de ‘peleas’ que la empresa le ha otorgado junto a Imaz, con el que tiene que exprimirse para lograr cada punto, atraviesa un momento dulce en el que, sin mirar por el retrovisor, siempre valiente, los tantos se le caen de las manos. Jokin Altuna, por su parte, está transitando ahora mismo por el lado oculto de la luna, su juego no trasmite la seguridad que ha emanado durante estos dos fantásticos años y, lejos de servirle de sustento, el vestir de rojo parece ser un obstáculo más en su intento de enderezar la nave.

Y en un partido en el que los dos zagueros realizaron un partido, cuando menos, aseado –mejor Imaz al comienzo y Martija fue elevando su nivel– pero sin llegar a romper a su par, el punto se jugó en los cuadros alegres, donde se impuso el júbilo del de Leitza.

El navarro está con toque, las piernas le responden y se siente desahogado en su papel de víctima y ayer volvió a realizar una exhibición ofensiva, con un total de trece tantos en juego por solo tres errores, dos pelotas falladas y una falta de saque más atribuible al frontis que a él.

En el caso de Jokin Altuna, las estadísticas tampoco son tan malas, con 8 tantos en juego –maquillados al final con algún saque-remate– y 6 errores, fue más esa sensación de desasosiego que trasmitió en pelotas francas con las que debió hacer mucho daño.

Pero Altuna es de la escuela de Pablo Picasso, y seguro que cuando vuelva, la inspiración le pillará trabajando.