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CARACAS

Maduro toma posesión entre el boicot de EEUU, la UE y la OEA

Nicolás Maduro prestó juramento para su segundo mandato de seis años como presidente de Venezuela, en medio del boicot de EEUU y sus aliados en Latinoamérica, así como de la UE, que no reconocieron la legitimidad del mandatario. Bruselas amenazó con aumentar las sanciones contra el país latinoamericano.

«Juro, en nombre del pueblo venezolano (...) juro por mi vida», declaró Nicolás Maduro al recibir la banda presidencial de manos del presidente del Tribunal Supremo de Justicia. En su primer discurso tras renovar en la jefatura del Estado –después de su triunfo en los comicios de mayo de 2018, boicoteados por parte de la oposición– se comprometió a «impulsar los cambios que hacen falta en Venezuela y a defender el derecho a la paz».

Además, denunció que «llevamos al menos veinte años por lo menos siendo sometidos a una campaña de manipulación» y «mentira mediática», frente a la que defendió que «Venezuela es un país profundamente democrático, podríamos decir que se refundó la democracia en el país hace 20 años con la Constitución y la Constituyente».

Precisamente, poco antes, el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, indicó que EEUU no reconoce «la investidura ilegítima de la dictadura de Maduro» y confirmó que seguirá aumentando la presión sobre el país caribeño, al que ya somete a sanciones

Los aliados de Washington expresaron posturas similares. Así, el Consejo Permanente de la OEA decidió en sesión extraordinaria «no reconocer la legitimidad» del segundo mandato de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, con el argumento de que «es resultado de un proceso electoral ilegítimo».

El viceministro venezolano para América del Norte, Samuel Moncada, replicó asegurando que la resolución representa «una insensatez jurídica, un abuso de poder, un crimen de agresión y un golpe de Estado, todo con el propósito de promover el caos y una intervención militar extranjera.

La misma opinión de que las elecciones «no fueron ni libres ni justas» expresó la Unión Europea. Ni Bruselas ni ninguno de sus socios enviaron representación alguna. Además la UE amenazó con adoptar más sanciones. Hasta ahora ha sancionado a 18 altos cargos venezolanos, políticos y militares.

En su discurso, Maduro demandó acabar con estas presiones. «Párate ahí, Europa, basta de agresiones contra Venezuela, Unión Europea, respeta a Venezuela, Unión Europea o la historia te cobrará esta deuda», afirmó, acusando a los estados europeos de revivir su «viejo colonialismo». Sí estuvieron presentes representantes de Cuba, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, China, Rusia y Turquía.

El presidente se apoya en la Asamblea Constituyente frente a un Parlamento en el que la oposición no reconoce su legitimidad y se reclamó como «único poder legítimo», anunciando al creación de un «gobierno de transición».

Maduro se enfrenta además a una grave crisis económica con una hiperinflación que, según el FMI, alcanzará el 10.000.000% este año y que ha empujado a un éxodo masivo de venezolanos a otros países. Según la ONU, 2,3 millones de personas han salido del país desde 2015. El FMI prevé además que la economía venezolana se retraiga aún un 5% en 2019, a la vez que ha caído la producción de petróleo (el 96% de los ingresos del país) a su nivel más bajo en 30 años. El presidente reconoció estas dificultades que atribuyó a que Venezuela es «la principal víctima» de la guerra económica y mediática de EEUU y sus «estados satélites», pero se comprometió a «todos los cambios necesarios» para la prosperidad económica.

Ofensiva diplomática desde América

Trece países del Grupo de Lima –Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía– se sumaron al boicot de EEUU y la UE a la toma de posesión de Maduro. México, el otro integrante del Grupo, se desmarcó de esta postura pero optó por enviar al encargado de negocios de su Embajada en Caracas, rebajando con ello el nivel de representación que correspondería por reciprocidad, dado que Maduro sí acudió a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de diciembre. El Grupo de Lima anunció, además, el comienzo de una ofensiva diplomática contra Caracas para forzar unas elecciones «creíbles». Maduro respondió dando un ultimátum de 48 horas a este bloque –al que considera una marioneta de EEUU– para que corrija su actitud «injerencista», bajo amenaza de adoptar «las medidas más crudas y enérgicas en diplomacia y en defensa de un Gobierno». Además, Perú llamó a consultas a Lima a la encargada de Negocios de su embajada en Venezuela, Rosa Álvarez, y confirmó que impedirá la entrada en Perú de Maduro y un centenar de personas relacionadas. A su vez, el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela y el cierre de la embajada paraguaya en Caracas.GARA