Dabid LAZKANOITURBURU

Una victoria de lo más inoportuna para Europa y que le genera dos problemas

El inminente final del Califato del ISIS en Siria –los yihadistas perdieron sus territorios en Irak aunque siguen presentes en el vasto desierto sirio de la Badiya–, debería ser motivo de satisfacción, pero viendo las caras de los responsables europeos, parecería que estamos ante la victoria más inoportuna.

Es evidente que tanto el reciente ejemplo de Irak como las advertencias de los expertos, que alertan de que el ISIS se ha metamorfoseado y que los ataques en retaguardia de sus células durmientes son cada vez más y más procupantes, invitan a la cautela antes de cantar victoria.

Pero el problema es otro, y son dos. El primero tiene que ver con la anunciada retirada de EEUU de Siria. El Pentágono presiona para que Europa asuma un rol militar que permita a Trump escenificar un repliegue. Y los kurdos amenazan con su último cartucho, echarse en brazos de Damasco fiándolo todo a una negociación patrocinada por Moscú.

El segundo problema tiene que ver con los 800 yihadistas europeos, y sus mujeres e hijos, en manos de los kurdos. Los líderes europeos no los quieren ver ni en pintura y menos en plena campaña a las europeas y cuando resuenan los ecos de los atentados en París y Berlín.

Preferirían un Guantánamo en Rojava y, si me apuran, que la guerra al ISIS no tuviera fin.