Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «María, reina de Escocia»

Tronos y anhelos

Esta cuidada producción incide en los males habituales con los que topamos cada vez que se pretende realizar una aproximación histórica en las que se elude, o se borran directamente, los episodios que “entorpecen” la mecánica dramática que se pretende establecer a través del guion. Teniendo presente que una producción que tienda a respetar fielmente los episodios reales se podría extender en demasía y que expuestas las situaciones los personajes retratados tal vez perderían buena parte de su encanto, aceptamos el juego que se nos plantea y dejamos pasar por alto secuencias como la que, en esta oportunidad, abre el filme la cual se mueve torpemente en la trastienda histórica que se nos quiere mostrar. En realidad lo que el filme quiere es otorgar todo su sentido a los caminos de dos mujeres condenadas a chocar frontalmente, todo ello expuesto desde la óptica de una época dictada por los hombres y en el que Isabel de Inglaterra y María Estuardo deben hacerse valer sirviéndose de cualquier tipo de estrategia. Tal y como indica el título buena parte del peso recae en el personaje encarnado solventemente por una enérgica Saoirse Ronan la cual aporta sentido al concepto de víctima de una crónica histórica que tampoco quiere otorgar al que encarna una no menos excelente Margot Robbie el arquetípico papel de villana de la función. Bien ejecutada en su aspecto visual y formal, “María, reina de Escocia” es una película de época sustentada en una notable puesta en escena pero lastrada por un argumento tendente al melodrama folletinesco. Consciente de las limitaciones del material que tenía entre manos, la opción que maneja la debutante Josie Rourke resulta la más coherente, aprovechar su experiencia en el mundo escénico y sacar todo el rédito a los espacios cerrados y penumbras que rodean a ambas mujeres y que tienen como objetivo, sobre todo en el caso de Isabel I, dar significado a sus silencios. No obstante, la decisión más afortunada se concreta en aprovechar las interpretaciones de sus  protagonistas para, de esta manera, aumentar el interés del encuentro final que ambas comparten.