Maddi TXINTXURRETA
CENTENARIO DE LA OIT

Un futuro laboral líquido e incierto

Con motivo del centenario de la Organización Internacional del Trabajo, el Instituto Internacional de Sociología Jurídica de Oñati abrió su sede a diversos expertos en derecho laboral y representantes políticos y sindicales para reflexionar sobre el futuro del trabajo en un mundo en constante cambio.

Las jornadas denominadas “El futuro del trabajo que queremos: un debate global” organizadas por el Instituto Internacional de Sociología Jurídica de Oñati (IISJ) no fueron precisamente esperanzadoras en lo que se refiere al futuro de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores. Y es que gran parte de las ponencias presentadas tanto por varios expertos en la materia como por representantes sindicales y políticos, auguraban un desgaste de los derechos laborales en un mundo incierto, líquido e imprevisible.

Un mundo, de hecho, que ya sufre las consecuencias de una precariedad latente y no siempre consigue que el desarrollo tecnológico se traduzca, además de en el aumento de la producción, en el bienestar laboral de las personas.

Además, la Mesa de Diálogo Social, lejos de encauzar los conflictos laborales hacia la dignificación profesional y personal, cojea por varias patas en Euskal Herria.

Liberación o hastío

El profesor emérito de Filosofía y Sociología del Derecho de la Universidad de Milán, Vincenzo Ferrari, habló en su intervención de dos «utopías», dos direcciones posibles a las que el desarrollo tecnológico podría encaminar el sistema de trabajo actual. Según Ferrari, este sistema podría inclinarse hacia el «derecho liberado del trabajo» o al «fin del trabajo» en sí mismo. En ese supuesto, «en el futuro, el ser humano podrá dedicarse a organizar desde fuera un trabajo automatizado, liberándose del peso cotidiano del trabajo».

Sin embargo, a juicio del italiano, la tendencia que prevalecerá será la de las «nuevas esclavitudes»: «En nuestro tiempo, el área de nuevas esclavitudes parece ampliarse». Aun así, detalló que estas utopías no deben estudiarse por separado, ya que son un continuum y se pueden medir según el «grado de coerción» del empleado o empleada. «Vemos que la coerción tiende a incluir categorías de trabajadores que nunca habríamos imaginado que pudieran considerarse esclavos».

Por lo tanto, «la descomposición paulatina de los derechos fundamentales de los trabajadores conlleva un problema político de gran alcance, es decir, cómo enfrentarse al descontento social que pueda estallar en cualquier momento, en un mundo que es percibido como incierto, líquido e incapaz de proteger tu vida».

Por su parte, Margarita Ramos Quintana, Catedrática de Derecho del Trabajo de la Universidad de la Laguna, enfatizó en la discriminación laboral que aún sufren las mujeres. Afirmó que los elementos distorsionadores de igualdad en el trabajo son, a grandes rasgos, tres: las dificultades de acceso al empleo, la «discriminación retributiva» y los obstáculos para el ascenso dentro de las empresas. Advirtió, asimismo, que «no habrá emancipación y autonomía de las mujeres sin el trabajo remunerado» . «Hay que dotar de caracteres de profesionalidad al trabajo doméstico» para acabar con «el conflicto trabajo-familia», manifestó.

Diálogo sí, diálogo no

Una de las mesas de ponencias que despertó más interés fue la que reunió a la mayoría sindical y la patronal, quienes opinaron sobre la negociación colectiva en la CAV.

En el turno de los sindicatos y la patronal no cabía un «depende» en la respuesta a la pregunta de si es necesario el diálogo social tripartito. Confebask, CCOO y UGT se enrocaron en el «sí», ELA y LAB, en el «no».

«El diálogo social se está utilizando para legitimar las políticas neoliberales de hoy en día», criticó el representante de ELA, Pello Igeregi. Fue el primero en hablar y el más directo en su intervención: «Si en algún momento la Mesa Social ha sido efectiva, ha sido porque la correlación de fuerzas era adecuada para los intereses de los trabajadores y las trabajadoras. Hoy en día, no vemos esa correlación de fuerzas. Es más, nos parece que en esos espacios se toman decisiones para empeorar las condiciones laborales», denunció.

Desde ELA y LAB apostaron por la lucha directa en las empresas a modo de huelga. Xabier Ugartemendia, de LAB, dijo que la negociación colectiva «sigue siendo una herramienta sindical. Pero ahora tenemos una mesa con injerencias externas y ya no es efectiva». «No estamos en la Mesa porque la patronal la está utilizando para imponer la precariedad, y el Gobierno para alienarse con él», censuró Ugartemendia.

Sin embargo, tanto Garbiñe Espejo, de CCOO, como Raúl Arza, de UGT, valoraron la función de las negociaciones. «Una negociación colectiva potente supondrá la mejora de los derechos laborales», apuntó Espejo, y defendió también los convenios estatales, afirmando que 160.000 trabajadores en la CAV cuentan con ellos. Arza apuntó que aunque la huelga es «una herramienta más del sindicalismo», «hay muchas cosas que no se pueden cambiar desde las empresas. No engañemos a la gente».

Jon Bilbao, dirigente de Confebask, fue de los únicos que habló en positivo sobre el futuro del trabajo. «Soy consciente de que se están dando situaciones abusivas nuevas, pero esa no es más que una patología de un sistema solvente». Respecto a la negociación colectiva, dijo que se tiene que «adaptarse para dar solución a problemas nuevos».

Sindicatos y Patronal sobre el diálogo social

«La negociación colectiva tiene que adaptarse a problemas nuevos»

Jon Bilbao

Confebask

«Hay cosas que no se pueden cambiar desde las empresas. No engañemos a la gente»

Raúl Arza

UGT

«Una negociación colectiva potente supondrá la mejora de los derechos laborales»

Garbiñe Espejo

CCOO

«La patronal está utilizando la Mesa para imponer la precariedad»

Xabier Ugartemendia

LAB

«El diálogo social se está utilizando para legitimar las políticas neoliberales»

Pello Igeregi

ELA