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PARÍS
INCENDIO EN NOTRE DAME

Las llamas devastan un emblema de París de ocho siglos de historia

«No es seguro que se pueda salvar Notre Dame», advertía el secretario de Estado francés del Interior, Laurent Nuñez, mientras las llamas seguían devastando el templo gótico, patrimonio histórico y emblema de París y de Europa. El incendio, aparentemente relacionado con los trabajos de restauración, conmocionó a franceses y extranjeros.

La emblemática catedral de Notre Dame de París, uno de los monumentos más visitados de Europa y más conocidos del mundo ardió devorado por un incendio que se declaró alrededor de las 18.50. Las llamas comenzaron en la parte superior de la catedral y se propagaron rápidamente haciendo que una hora después se derrumbara su aguja. Más tarde, toda el techado del templo fue pasto de las llamas.

Según las primeras impresiones de los bomberos el incendio estaría «potencialmente relacionado» con trabajos de renovación que se estaban llevando a cabo desde el año pasado.

«Todo está siendo devorado por las llamas. No quedará nada de la estructura, que data del siglo XIX de un lado y del XIII del otro», lamentaba el portavoz de la catedral, André Finot.

Las inmensas llamas acabaron con el techo del monumento gótico, emitiendo un espeso humo amarillento que se propagaba a varios kilómetros a la ronda.

Entre las imágenes que provocaron mayor conmoción y dieron idea del grado de destrucción que podría alcanzar el incendio fue la caída de la aguja central, añadida en el siglo XIX al templo medieval, que a su vez provocó daños en el interior.

«Tenemos que ver si la bóveda que protege la catedral va a ser afectada o no», añadió Finot mientras las llamas se extendían por la cubierta.

Pero las esperanzas de salvar el monumento se iban reduciendo. «No estamos seguros de poder detener la propagación al campanario norte, pero si se derrumba, no quiero imaginar el alcance del daño», señalaron los bomberos, que subrayaron que habían enviado importantes recursos, entre ellos dos helicópteros. Pasadas las 22.30, el incendio alcanzaba una de las torres de la fachada, y un dron de la Policía enviaba la imagen aérea de un crucero de fuego en toda la catedral. Poco después, los bomberos afirmaron que el fuego había bajado en intensidad «se ha podido salvar la estructura global» del edificio, aunque instaban a la prudencia.

Entre continuos ruidos de sirenas, cientos de parisinos y turistas miraban inquietos, conmocionados e incrédulos, el siniestro desde los puentes que cruzan el Sena. «¡Es una locura! No puedo creerlo, tengo ganas de llorar, todo el techo está en llamas», expresaba, Nathalie, una francesa de 50 años.

La Policía bloqueó a los curiosos que intentaban acercarse demasiado, desalojó los puentes y pidió a los residentes –en la isla viven unas mil personas– que evitaran el sector.

El secretario de Estado de Interior, Laurent Nuñez, reconoció que «no es seguro» que se pueda salvar Notre Dame e informó de que hasta 400 bomberos habían sido movilizados para responder a «un fuego muy violento», ante algunas críticas por la falta de acción en los primeros momentos en los que los bomberos no lograban acceder a los lugares en llamas.

Levantada en el corazón de París, ha sido testigo de momentos históricos. En 1793, durante la Revolución Francesa fue transformada en Templo de la Razón. Años más tarde, fue el lugar escogido por Napoleón para su coronación como emperador. Fue también el escenario de las celebraciones de la liberación de París de los nazis y de funerales nacionales para personalidades políticas.

Numerosos dirigentes internacionales expresaron su pesar por la destrucción del monumento, aunque destacó por lo grotesco el del presidente de EEUU, Donald Trump, que se permitió aconsejar a los bomberos «Es terrible ver el enorme incendio en la Catedral de Notre Dame de París. Quizás con aviones cisterna podría ser sofocado. ¡Hay que actuar rápido!».

 

Macron anula su alocución sobre las medidas para la crisis

El incendio de Notre Dame obligó al presidente francés, Emmanuel Macron, a anular la alocución televisiva en la que se disponía a anunciar las medidas con las pretende hacer frente a la crisis social del país y a las protestas de los «chalecos amarillos». «Notre-Dame de París en llamas. Emoción de toda una nación. Pensada para todos los católicos y para todos los franceses. Como todos nuestros compatriotas, estoy triste esta noche de ver quemarse esta parte de nosotros», señaló Macron a través de Twitter. El presidente anuló su alocución veinte minutos antes de emitirse, cuando ya la había grabado. Todas las televisiones habían interrumpido ya su programación especial sobre la intervención presidencial prevista para las 20.00, en horario de máxima audiencia, para mostrar las impresionantes imágenes de la catedral en llamas. Macron acudió al lugar del siniestro junto a otros representantes políticos. Uno de sus ministros dio a entender que el discurso se emitiría hoy. «Todo el mundo está completamente abatido. No hay lugar para otra cosa. Esto va a situar el discurso de mañana en un tono diferente. Hay que dejarse guiar por la emoción justa», afirmó.

El presidente tenía previsto revelar un paquete de «medidas concretas» para apagar cinco meses de protestas de un heterogéneo colectivo. Elegido hace dos años con la promesa de cambiar profundamente el Estado francés, sus anuncios deben, en principio, traducir las reivindicaciones expresadas por los franceses durante el llamado «gran debate nacional», una consulta popular inédita convocada en enero en la que más de un millón y medio de ciudadanos expresaron sus preocupaciones cotidianas.

Aunque el hermetismo ha sido absoluto y Macron ha querido mantener el suspense, entre las pistas mencionadas por la prensa figuraban una rebaja de los impuestos sobre la renta para los sectores de clase media e incrementos en las pensiones más bajas, dos medidas prioritarias desde el punto de vista de más del 80% de los franceses, de acuerdo con una encuesta de la firma Ifop. Macron no tendrá fácil responder a la cólera de este colectivo, que rechaza medidas cosméticas.

Surgido en zonas rurales a raíz del precio de los combustibles, se ha convertido en una rebelión más amplia contra la política social y fiscal. En diciembre, en un primer intento para apagar las manifestaciones, el mandatario anunció una subida del salario mínimo de 100 euros y otras medidas que no fueron suficientes para acallar las protestas.GARA