Daniel GALVALIZI
LA ENREVESADA POLÍTICA ARGENTINA

El peronismo busca ganar a Macri sin Kirchner y con la carta del Berlusconi argentino

Gobernadores peronistas impulsan la candidatura del economista Roberto Lavagna mientras que el zar televisivo Marcelo Tinelli prepara su salto a la arena política y se acerca a ese espacio. Jugadas que apuntan a pasar a retiro al actual presidente, Mauricio Macri, y a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Las primarias abiertas de las elecciones presidenciales son en agosto. Concluido el verano austral y con el Gobierno de Cambiemos sumido en su suelo histórico de popularidad por los coletazos de la crisis por la devaluación del peso, el Partido Justicialista –«partido en el poder» y marca histórica peronista– ha acelerado las jugadas para volver a fin de año a la Casa Rosada.

Pero el escollo principal para la unidad del peronismo sigue siendo el liderazgo de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en libertad por su fuero de senadora, a pesar de tener dictada prisión condicional y llevar a cuestas 11 procesamientos penales por corrupción. Si bien el suyo sigue siendo el liderazgo opositor que más votos concentra, es el que más rechazos despierta. En un segundo turno en el que compitieran solo las papeletas de Macri y Fernández, el líder de Cambiemos ganaría según todas las encuestas, pero por poco margen. Con otros candidatos, la situación podría ser otra.

Por ello un sector del peronismo no kirchnerista, especialmente el del interior del país, baraja la idea de la candidatura de Roberto Lavagna, ministro de Economía en el período de la estabilización poscorralito. Lavagna ya fue candidato en 2007 (3º puesto), y pasa por ser el último ministro que dejó las cuentas sin déficit fiscal ni inflación. Sin embargo, para muchos sus 77 años y su bajo índice de conocimiento en el electorado más joven le pueden jugar en contra. Además, desde la izquierda es visto como un aliado de los grandes industriales nacionales que siempre exigieron subsidios a cambio de apoyos.

El sector del PJ que no quiere una alianza con el kirchnerismo empieza a ver en la figura de Marcelo Tinelli una ayuda para impulsar a Lavagna o al candidato que surja. Con el showman, el peronismo más conservador se asegura repercusión en los medios, popularidad y fondos.

Tinelli es, después de Maradona, Messi y Che Guevara, el hombre más famoso de Argentina. Con un modesto comienzo como relator de fútbol, se catapultó a la fama a principios de los noventa con un programa que mezclaba humor y deportes, llamado Videomatch. Tuvo programas de variedades y música, montó su propia productora, radios y hasta una aventura futbolística en España: en 1998 compró el Club Badajoz, lo llenó de jugadores argentinos y trajo auspiciantes sudamericanos. Su objetivo era el ascenso, aunque el club acabó casi último, tras lo cual Tinelli se retiró.

Pero sería en la última década en la que Tinelli acabó de consolidar su poder financiero, mediático y político. Primero, por ser el líder indiscutido de audiencia con su programa «Bailando por un Sueño», en el que mezcla humor y morbo que más de una vez ha despertado críticas por avalar contenidos machistas e inescrupulosos.

Segundo, y consecuencia de lo anterior, por su exitosa incursión en el mundo del fútbol, logrando ganar las elecciones en el club San Lorenzo. También logró cogobernar la influyente AFA (Asociación del Fútbol Argentino) y fue candidato a presidirla en una elección que terminó anulada por fraude.

Y tercero, en los últimos años del kirchnerismo, Tinelli se alió con el empresario de comunicación y exsocio de los Kirchner Cristóbal López, hoy preso por evasión fiscal y corrupción. Allí entronizó a su productora Ideas del Sur gracias al aporte del nuevo socio y fue una máquina de elaborar programas de bajo costo y contenidos livianos para televisión de aire. Los problemas con el fisco y los despidos masivos lo llevaron a desprenderse de su empresa y fundar otra, cuyas producciones son clave en dos de los cinco canales de aire.

Desde el año pasado, Tinelli ha dejado trascender su interés de incursionar en la difícil arena política argentina, la cual aún está inmersa en una hostil polarización entre kirchnerismo y antikirchnerismo. El zar televisivo busca, para su primer aterrizaje, una opción cercana al peronismo y que lo cobije en una parada intermedia: apuesta a la Gobernación de la provincia de Buenos Aires, aunque la meta final sea la Presidencia.

El ofrecimiento de ficharlo como posible gobernador ya se lo hizo el excandidato a presidente Sergio Massa, ex jefe de gabinete de Kirchner y ya autoproclamado competidor.

Esas primarias (en Argentina son abiertas y el mismo día para todos los partidos) son un escollo para ese sector del PJ, que ya tiene marca electoral elegida, Alternativa Federal. Lavagna exige ser candidato único, mientras que los demás posibles contendientes, como Massa, el senador Miguel Pichetto y el gobernador de Salta, Juan Urtubey, quieren competencia. El exministro sabe que tiene a su favor no contar casi con imagen negativa en los sondeos y algo inusual en el peronismo: nunca lo rozó siquiera una causa por corrupción o malversación. Es lo que vio Tinelli y, por eso, en un gesto que sirvió como anuncio de alianza, la estrella televisiva comió con Lavagna en marzo en su piso de uno de los rascacielos más altos de Buenos Aires.

Mientras que el Gobierno de Cambiemos no tendrá nuevas figuras para exhibir (todos irán a por la reelección) y con el peso a cuestas de haber llevado adelante un ajuste económico muy duro, tiene a favor la división del peronismo. Al ser un sistema presidencialista, sumar una mayoría que desbanque al Ejecutivo se hace complejo. Aunque no imposible, gracias a la segunda vuelta presidencial. Allí radica el sueño de Lavagna y sus aliados, los gobernadores peronistas. Y allí radica el valor de la carta Tinelli, cuya conocida voracidad y ambición hace imposible no pensar que, poco a poco, está naciendo una versión argentina del controvertido ex premier italiano.