Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Gracias a Dios»

Cartas desde el cuarto oscuro

Con la Iglesia poca broma. Quienes se dedican a practicar la irreverencia anticlerical deberían ser conscientes de que más allá de su desahogo personal o vaciado de mala conciencia, nunca lograrán hacer temblar los cimientos de una institución tan consolidada a lo largo de la historia. Dicho esto, el primero que se aplica el cuento es François Ozon, que nos sorprende con la película más seria, equilibrada y respetuosa de toda su carrera. Reprime su conocido lado gamberro hasta el punto de que en las casi dos hora y media que dura “Grâce à dieu” (2018) solo se permite dos o tres inocentes bromas, que son la del póster de la película sobre casos periodísticos de sacerdotes pedófilos “Spotlight” (2015) colgado en una pared de la comisaría de policía, el “pedo de monja” que el personaje de Swann Arlaud le regala a su golosa madre interpretada por Josiane Balasko, y la idea de la nube fálica a dibujar por una avioneta de propaganda que sobrevuela El Vaticano. No recuerdo ningún otro momento sin tensión, o sin que lo que se oye y se ve te ponga un nudo en la garganta.

Todo cuanto relata Ozon es tremendo, terrible, e incluso terrorífico, pero lo hace con una sutileza tal que te permite analizar los hechos comprobados de manera serena y objetiva. Los flash-backs que se remontan a la niñez de las víctimas no contienen imágenes explícitas, pero resultan por alusivos aún más inquietantes si cabe. La caracterización del Padre Preynat remite a las películas de sicópatas y su amenazante rostro es el de todo un depredador sexual que abusa de menores incautos.

La interiorización del dolor por parte del grupo de denunciantes es ejemplar, y se fundamenta en la correspondencia y relaciones epistolares, tal como define el nombre de su asociación “La Parole Liberée”. Creo que constituye un muy válido manual para el tratamiento y superación de cualquier conflicto o victimario de la violencia.