Ramón SOLA

Socorro

La fábula capitalista del pescatero redactada en modo tuit por Unai Rementeria pareció al principio un mero desliz de campaña, pero el propio candidato se encargó de confirmar al día siguiente que no; simplemente es lo que piensa. Y una reciente noticia aparecida al otro lado de la A-8 confirma que no son solo palabras, son hechos; lo que piensan es también lo que hacen. Al PNV le gustan demasiado la precariedad y nada las huelgas.

La noticia parte del pasado verano. Se recordará que en las playas de Gipuzkoa los socorristas de la Cruz Roja realizaron tres jornadas de huelga para demandar mejores condiciones laborales. Avanzada ya la temporada alcanzaron un acuerdo con la ONG, que iba avalado por los ayuntamientos correspondientes. Pero ese pacto tenía su reverso maquiavélico; cambiado el año, los consistorios volvían a tener la sartén por el mango y Cruz Roja se ha topado con que los pliegos de condiciones para asumir el servicio esta temporada, como ha hecho las últimas 30, no incluían las condiciones pactadas en 2018, con lo que ni siquiera ha concurrido. El servicio pasa a una empresa privada que, eso sí, ofrece subrogar a los trabajadores, de modo que si aceptan para mantener su trabajo, volverán a hallarse en la situación anterior a la protesta de 2018. En otras localidades gobernadas por el PNV como Orio y Zumaia tampoco habrá Cruz Roja. Bingo.

Qué duda cabe de que la apuesta jeltzale tiene sus riesgos. Primero a nivel de imagen, porque no ver la banderita roja en las banderas y camisetas supondrá un pequeño trauma para miles y miles de bañistas que no han conocido otra cosa. Pero, sobre todo, supone un riesgo a nivel de seguridad, que es al fin y al cabo el objeto de esta labor profesional. En las campañas jelkides cada vez tiene más peso la cuestión de la inseguridad ciudadana para arrastrar voto de la gente de orden (ayer mismo Beltrán de Heredia y Aburto en Bilbo), pero ahorrar presupuesto en este servicio sí puede traducirse en inseguridad.

Obviamente hay una diferencia entre trabajar de pescatero y de socorrista, pero quienes el verano pasado frivolizaron con esta protesta de «los vigilantes de la playa» quizás ahora lo entiendan todo mucho mejor. Es lo que viene tras la doctrina de Rementeria y demás. Y es como para pedir socorro.