Ane URKIRI ANSOLA
BILBO

«A nivel individual se vivirá en una incertidumbre permanente»

Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) trabajó en el mundo siderúrgico hasta 1991, «y fue muy interesante porque era la base de todo, era un sector primario, prácticamente». Ahora es catedrático de Estructura Económica de la IQS School of Management (Universitat Ramon Llull). Acaba de publicar “El Crash. Tercera Fase”, un libro sobre «la última fase de la crisis sistémica» y el último de una tetralogía.

Recuerda «como si fuera ayer» un episodio de los años 80, cuando recibió una pieza de acero de India: «Era mejorable, pero lo fabricaron. Hoy en día India fabrica una siderurgia perfecta, igual que Argelia o Brasil. La tecnología, ha permitido que sean proveedores mundiales de acero aquellos que antes estaban fuera del mundo siderúrgico».

En la conversación, inevitablemente, toma fuerza todo lo que conlleva la tecnología: «La tecnología está reduciendo la demanda de trabajo. Ya es posible generar PIB con cero unidades de fuerza de trabajo. Si el trabajo es la forma que tiene la población de obtener la renta, la precariedad va a aumentar».

¿Las empresas se han acostumbrado a trabajar con menos gente?

La tecnología es más sofisticada, es más barata y es más fácil de utilizar. Ya no hacen falta tantos trabajadores y ya no hace falta que esos trabajadores que aún son necesarios tengan la formación que antes tenían.

Aún son caras algunas máquinas sofisticadas y en lugares donde la mano de obra es barata no sale rentable aplicar esas máquinas, como por ejemplo en India o Indonesia.

Está pasando en Inglaterra, no solo en India. Hay trabajadores que seguirán impulsando el sistema productivo porque es más barato tener esos empleados que aplicar la tecnología. Pero la tecnología ya ha empezado a caer de precio y llegará un momento que ya saldrá a cuenta hacer esta sustitución. Cuando llegue ese momento, adiós.

Los nuevos trabajos que puede crear la tecnología tampoco están al alcance de todos.

Con esto los políticos han especulado mucho. La tecnología crea empleo, pero crea un empleo de altísima cualificación y sustituye un empleo de media-baja cualificación. De momento, por cada empleo que está creando está destruyendo entre cinco y seis. Tenemos un problema. Porque estás personas sustituidas, que tienen una cualificación media-baja, ¿qué van a hacer? Por otro lado, la tecnología también está sustituyendo empleo de alta cualificación. Por ejemplo: el aeropuerto de la isla del Hierro no tiene controladores, funciona con un sistema automático. Faltan años para que en Bilbao todo el sistema controlador sea automático. Y el sector de controladores no es de baja cualificación ni de bajo valor añadido.

También está el machine learning, la robótica colaborativa. Te ponen un robot al lado; ve cómo vas atornillando el tornillo y el robot te imita hasta que es capaz de atornillarlo; una vez que el robot es capaz de hacerlo con calidad, la persona desaparece...

En la Universidad Politécnica de Manchester hay una máquina que ha sustituido a 13 doctores y doctoras. El objetivo de esos profesionales era diseñar tests para la viabilidad de un producto. Evaluaban si una copa, por ejemplo, era útil para beber según qué líquidos y hacían unos análisis. Ahora te lo hace una máquina. Decir que la tecnología esta sustituyendo trabajo de bajo nivel, es cada vez menos cierto.

Afirma que nuestro estilo de vida no se va a parecer a lo que hemos conocido. ¿Cómo será?

Aquí hay que empezar a hablar de generaciones. La generación Y, la de los millenials, es la primera generación que es consciente de que un cambio es inevitable. Luego está la generación Z, que es más consciente pero aún está a medio camino, y la T (2008-2026) es la generación del nuevo modelo.

En los años 70, 80 o incluso en los 90 la gente estaba acostumbrada a estudiar algo; encontraba un empleo que se adaptaba a sus necesidades; tenía un contrato fijo/indefinido; trabajaba 8-9 horas diarias, luego iba a su casa; se compraba un coche, pedía una hipoteca, tenían niños... Y esto ha cambiado.

Cuando yo era joven la máxima aspiración era tener un coche, sobre todo entre los chicos. Hoy, entre la generación Y, la venta de coches se ha hundido.

Algo tendrán que ver los contratos laborales...

Sois conscientes de que no vais a poder mantener un coche. No quiero generalizar, pero va a ser muy difícil y habéis hecho un cambio de chip. ¿Para qué quiero yo un coche?

Depende de si vives en un pueblo o una ciudad...

Cierto. Pero entonces viene la segunda parte: la de compartir. La generación Y es la primera que está compartiendo cosas, como la vivienda o el coche, porque no puede permitirse uno. Característica que va a ser vital en el nuevo modelo. Compartir, coordinarse, colaborar, etc. Es un cambio radical. “Lo necesario es lo importante” será la frase del nuevo modelo y definirá la nueva forma de vida.

Es decir, de “ir a más” a “ir a lo conveniente”.

En vez de ir a más siempre, ir a lo que convenga. Esto que hemos dicho en dos minutos tiene unas indicaciones socioeconómicas brutales. Porque, en vez de ir a producir cada vez más, el objetivo es ir a lo eficiente. Esto implica un cambio en la forma de vida. Un extraterrestre que nos hubiera visitado hace veinte años y nos visite en 2030, simplificando –luego entrará al detalle porque se supone que es inteligente–, lo primero que verá es que todo es más triste.

¿Tiene algo que ver el desempleo estructural al que usted hace referencia?

Yo no creo que aumente mucho el desempleo. Lo que habrá será muchísimo subempleo involuntario. Esto te da incertidumbre. Un contrato indefinido con ocho horas diarias, de lunes a viernes, le daba una seguridad a un trabajador. En el nuevo modelo, a nivel macro sí habrá estabilidad pero a nivel individual se vivirá en una incertidumbre permanente. Porque prácticamente todo el mundo tendrá una vida no garantizada.

En esta la última fase de la crisis se supone que se está construyendo un nuevo modelo.

Se supone, no. Se está construyendo. Fíjate en la evolución del modelo bancario, en la expansión de las grandes corporaciones, en la expansión de la tecnología tan tremenda que está eclosionando. El concepto de Estado se está diluyendo. Esto es el nuevo modelo. Esta geografía de estados que tenemos actualmente, morirá cuando el capitalismo muera.

¿Y después?

Más tecnología, más precariedad, la renta básica, el concepto de cluster... la concentración de las grandes actividades en pocas manos llevará a situaciones oligopolísticas. Será generalizado en todos los sectores y en todos los sitios. Estamos hablando de grandes empresas.

En Euskal Herria tienen mucha fuerza las pymes.

Esas empresas trabajarán por encargo de grandes compañías. Mira el sector del automóvil. Hace 30 años una empresa automovilística fabricaba todo, y hoy se dedica solo a ensamblar los productos que fabrican otras. Lo importante será que esa empresa genere alto valor.

El paro en el Estado español está en el 14%.

Sí, pero cuidado. Se le ha de añadir un 15% de subempleo involuntario, el paro juvenil es del 33% y, dentro de este, el de personas entre 16 y 24 años es del 70%... Es una situación muy complicada. El año pasado un alumno me preguntó: «¿Por qué voy a tener que contribuir para que tú tengas una pensión si a mi nadie me va a pagar?». Está clarísimo que tú no vas a tener la pensión y no está claro que yo vaya a tenerla. Alguna pensión seguirá habiendo.

¿Desaparecerá el actual sistema de pensiones?

Desaparecer no, porque que desaparezca queda mal. No es estético. El sistema de pensiones tiene recorrido temporal. Pero no se parecerá en nada a lo que hemos conocido.

Xabier Cuéllar (PNV), candidato a alcalde de Trapagaran, dijo en un mitin que los jóvenes «tienen que aprender a trabajar en precario».

La precariedad y la incertidumbre económica no será únicamente para la gente que tenga 25 años, será algo generalizado. Leí un artículo que decía que el objetivo de las empresas en la actualidad es echar a gente mayor. Pagar lo que sea para sustituirla por gente joven con menos salario, más preparada, más dócil y más barata de despedir.

¿Eso ocurre porque los jóvenes se han acostumbrado a aceptar ese tipo de condiciones?

Totalmente. En clase dije una vez que no entiendo cómo los jóvenes no salís más a la calle, todos juntos, pegando gritos. Y yo creo que es por dos razones: porque las revoluciones no están de moda y porque os han comprado. La gente mayor, los políticos, os han comprado.

¿Nos han hecho conformistas?

A los jóvenes os han comprado y el problema es que lo habéis aceptado porque es muy cómodo. Os han ofrecido unas cosas y lo habéis aceptado. La generación Y ha sido la generación más cuidada de toda la historia; sin embargo, es la primera generación que se ha enfrentado a la mayor incertidumbre de la historia. No os habéis enfrentado y os habéis adaptado. Esto es un cambio radical. Porque hasta ahora los jóvenes se habían enfrentado al sistema; ahora no.

Usted prevé que el capitalismo llegará a su meta entre los años 2060 y 2070.

Hasta ahora, los sistemas –no me preguntes por qué– han durado entre 250 y 260 años. Si el capitalismo empieza después de las disputas napoleónicas, entre 2060 y 2070 el sistema se agotará. Hay un gráfico, que está basado en un estudio hasta el año 2060, en el que se ve que los países miembros de la OCDE se estancan o declinan, y los que no, se hunden. El mensaje es que el planeta no va a mejor. No es una situación bonita, aunque puede ser estable.

¿Cómo será el nuevo modelo?

Habrá más distancia entre los ricos y los pobres. Por eso es precisa la renta básica. La renta básica se implementará para que las personas tengan un mínimo para que se les permita hacer otras cosas y para implementar la paz social.

¿Habrá más tipos de contratos y también minijobs?

Los minijobs son un ejemplo del nuevo modelo de trabajo. A día de hoy puede ser marginal, aunque 7 millones de personas en Alemania no son marginales. Esto se va a generalizar.

¿Por 450 euros?

No, yo creo que por algo más y en función de la zona. Imagínate que hay una renta básica y minijobs con los que la gente es contratada por horas, en distintos lugares, con trabajos concretos y que puedan adicionar lo que ganen a la renta básica. Las pensiones acabarán confluyendo con la renta básica.

Pero así tienes menos opciones de planear tu vida personal.

Tenemos que acostumbrarnos, porque a nivel macro todo estará muy regulado, todo muy determinado; y a nivel micro será todo incierto. Desde la crisis se está hablando mucho de economía y se va a dejar de hablar después de esta tercera fase. Hoy se habla de economía porque se están estudiando distintas alternativas, pero cuando todo esté determinado, todo esté controlado por muy pocas corporaciones, ¿qué sentido tendrá hablar de economía? Ninguno, a menos para el gran público.

¿No ve posible ninguna revolución?

No. Por un lado, las revoluciones no están de moda –la generación Y lo ha demostrado– y, por el otro, se comprará la paz social con la renta básica. Lo que yo llamo el trinomio social: la renta básica, la marihuana legal y el ocio gratuito. Porque la marihuana calma y es mucho más barata que los ansiolíticos, que a día de hoy es el tipo de fármaco que más se vende. Además, con la legalización de la marihuana se consigue recaudar más mediante impuestos, eliminar mafias...

¿No percibe que en esta última fase de la crisis económica la gente, por ejemplo, sale más de bares?

Ese ocio de bares tiene un problema: hay que pagarlo. Sí se ha notado una subida, pero porque tenemos la inercia de la fase de anfetas, de que la renta media ha aumentado un poco aunque sea a base de precariedad. Yo creo que irá decayendo y lo que va a aumentar, sobre todo, será el ocio basado en internet. Fíjate el crecimiento espectacular que ha tenido Netflix, es absolutamente espectacular.

¿Eso ha ayudado a que nos aislemos?

Claro. Maravilloso, genial. Lo cual quiere decir que la gente no se comunica y no diseña revoluciones. Puedes quedar con un amigo en casa y ver Netflix, y, en vez de consumir el gintonic en un bar lo consumes en casa, que sale más barato.

Menciona que el mundo le debe a sí mismo centenares de miles de millones de euros.

Sí, le debe 180 billones de dólares, el 200% del PIB... eso no se puede pagar.

¿De quién es ese dinero?

Muy buena pregunta. Ese dinero es de los fondos de inversiones, de las entidades financieras, de grandes inversores... y es producto de la refinanciación de la deuda. En realidad, cuando dices de quién es ese dinero piensas en billetes, y no son billetes. Son bits de ordenador, es dinero virtual.

¿El bitcoin?

El bitcoin fue un invento para ver si era factible una moneda mundial, y lo es.

Menciona que el Estado español va a tener problemas muy gordos. ¿Es por no asumir antes el cambio hacia un nuevo modelo?

España es uno de los países más desequilibrados de Europa en todos los sentidos. Es dependiente, tiene una deuda que no puede pagarla nadie, la distancia entre ingresos y gastos fiscales no se reduce, la Seguridad Social no es mantenible en el momento actual y hay zonas de España en las que no hay nada ni va a haberlo.